Imagen original de Juan Galafa |
Yo buscaba los brazos de mi madre y ahora necesito ofrecer los míos. Quiero que sean conscientes de que me tienen para lo que quieran. Quiero que se sientan protegidas. Que no importa si son bebés, tienen cinco años o doce. Que incluso cuando somos adultos tenemos esos días de vulnerabilidad máxima en los que los abrazos de mamá son el remedio a todos los males. Y, ¡ay, cómo se echan de menos cuando ya no los tienes!
Cuando los necesito, los revivo. Y siento el calor que desprendía su pecho, su olor y ese chorro de energía que llegaba hasta mi médula. Su voz y sus caricias. Y sé que ella sigue ahí.