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150 palabras: el calor del invierno (mundo, puño, luz)

domingo, 20 de octubre de 2013


A Sofía le gustan las mañanas de invierno, en las que el frío parece clavarse en las mejillas coloradas cuando estás a la sombra, cuando el vaho sale de tu boca y juguetón empieza a cristalizar en el aire, y en las que llevas las manos cerradas en un puño para calentarlas porque no recordaste coger los guantes al salir de casa.

Pero no a todo el mundo le gusta el invierno. Sofía lo disfruta mucho. Le gusta salir a la terraza las mañanas de los domingos, que es cuando el Sol parece estar más generoso, y si se está quieta bajo su luz nota cómo su calor entra por la cabeza a su cuerpo, y se lo recorre de arriba a abajo. Un hormigueo que le va llenando de vida, le devuelve la energía y la confianza en sí misma. Es una de las mejores terapias que pueda existir.




150 palabras: los guías (ojos, agua, secreto)

domingo, 13 de octubre de 2013

Ssssssshhhh...es un secreto, así que no se lo digas a nadie: Sofía los ha visto.

Sí sí, hace ya unos días. Mamá le había hablado de ellos e incluso ella misma los presentía a menudo a su alrededor. A veces se le erizaban los pelos de la nunca cuando pasaban sigilosamente por detrás de ella, y una sensación de frío le cosquilleaba por todo el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.

La primera vez que los vio tuvo que frotarse los ojos porque no estaba segura de lo que estaba viendo. Incluso se echó agua en la cara por si acaso se hubiera quedado dormida. Pero nada de eso sirvió, era verdad: allí estaban, frente a ella, sonriendo y tendiéndole una mano.

Nuestros guías están a nuestro lado para protegernos, ayudarnos y acompañarnos en nuestra vida. Pero la mayoría de la gente no sabe escucharlos y desaprovecha su compañía.




La maternidad de la A a la Z: Q de quesos.

jueves, 10 de octubre de 2013


En realidad de lo que yo quiero hablar es de los pies mi niña. Pero dado que la Q se me resiste y culebrea entre las teclas del ordenador para que no la coja, he decidido tenderle esta trampa para acabar con ella.

Y es que en realidad, con 19 meses y pico, los pies de Mollete ya han empezado a ser quesos en toda regla, casi como los de los mayores. Ya no tienen aquel tamaño pequeñito, casi de Nenuco, que cabía en tu mano. Podías cerrar tus dedos entorno a ellos y aún así seguía quedando hueco. Esos pies eran para mí signo de la fragilidad del recién nacido. Algo que en el futuro va a ser fuerte, que le va a sostener en la vida y le va a permitir correr y cambiar de rumbo cuando así lo desee. Pero que al principio son un mero adorno que les cuelgan al final de las piernas. Que están fríos muchas veces, pero que otras tantas tienen ya una pátina de sudorcillo que hacen que se te escapen de las manos. 

Unos piececillos que cuando los apoyas en tus mejillas se cierran por reflejo y te pellizca levemente, como si fuera un monillo. Pies con dedos en miniatura, que parece que se los hayan pegado uno a uno en el pie: podrían ser obra del mejor escultor del mundo, tallados con detalle y colocados cuidadosamente en el sitio preciso. Pero no están quietos: aunque no saben usar los pies aún, los dedos se mueven, para arriba y para abajo; se cruzan y se estiran. Son pies que piden a gritos que les beses y les pegues mordisquitos, aunque los pies de adultos te provoquen rechazo.


Y luego esos piececillos empiezan a convertirse en quesos, en pinreles. Ya sostienen firmemente esas piernas regordetas. ¡Incluso hay días que empiezan a tener aroma propio! Te funquelan los tachines, que decía mi abuelo ( Inciso; ¿sois conscientes de la de préstamos que el caló ha dado al español?: pirarse, fetén, chola, molar, camelar... A mí es que estas cosas me apasionan, jajaja.). Les ves grandes, como peanas, y fuertes, pero los muy pillos siguen pidiéndote besos a todas horas. A ella le gusta que juegues con ellos y tú estás deseando hincarles el diente.

Esos pinreles ya sostienen a la persona, que ha empezado a desarrollarse como tal, que empieza a caminar por la vida con su propio genio, personalidad y humor. Con una manera de ser tan propia que a veces me desconcierta. Sus pies la van a llevar por la vida y espero que lo hagan de manera sabia y firme. Que en el camino que tienen que recorrer aprenda a decidir siempre por ella misma, siendo capaz de valorar lo que tiene frente a sí, crítica con lo que se le presenta. Y que ante todo sea buena, que respete siempre a los demás.


Si tu supieras dónde te pondría la colilla...

martes, 8 de octubre de 2013

Me he prometido a mí misma que no llenaría esta entrada de desahogo de palabras malsonantes, que es lo único que me sale por la boca en este momento. Palabras de indignación al malnacido que se dedica a tirar colillas a la calle por la ventana. A este ser despreciable en particular y a todos los malparidos que también lo hacen. No solo es un acto incívico, sino peligroso. Ayer le cayó encima una colilla a mi ahijada mientras paseaba con sus padres por la calle. Su madre, a parte de preocupada por su hija, lo estaba por el carro que yo le había prestado que se quemó un poco en el lateral, pero eso es lo de menos. Esa colilla pudo quemarle la piel a la Pequeña P, pudo provocarle quemaduras leves, o prender y provocar un problema mayor. Podría haber caído en su ojo y dejarla ciega, por ejemplo. Afortunadamente a la niña no le pasó nada, pero a mí se me llena el corazón de dolor, el alma de indignación y en mi boca se atropellan las palabras para calificar a este energúmeno, a este cafre, que no es capaz de pensar en los demás porque su cráneo está hueco y la única neurona que tiene y que le sirve para tirar la colilla a la calle hace eco entre esas paredes vacías.

Y la impotencia que me queda de no poder decirle cuatro cosas bien dichas...

Si fuera

lunes, 30 de septiembre de 2013

Siguiendo la convocatoria de la Srta. Ruthenmeyer, voy a dar a conocer un poco más de mí con este Si fuera... Ella nos daba la posibilidad de hacerlo con otras frases, pero a mí me parece interesante coger las suyas para poder compararnos. Creo que puede ser más divertido.

Pues acá va:

Si fuera una estación sería el invierno. Primero porque me gusta. Me gusta el frío, la nieve y el poder echarme encima mantas hasta límites insospechados. Pero además porque creo que para muchas cosas soy muy fría. A veces demasiado. Parezco la Reina de las Nieves... Así que, aunque el otoño me parece la estación más bonita, creo que yo tendría que ser el invierno.

Si fuera un color, siempre diría que el morado. Aunque últimamente mi alma me pide más azul, porque me ofrece mucha paz.

Si fuera una flor sería un tulipán, sin duda alguna. Me encantan en general las flores que nacen de bulbos, como los jacintos o los narcisos trompeta. Pero me quedo con el tulipán, que encierra mucha belleza en más sencillez que los otros dos.

Si fuera un mes... mmmmm. Esto es más complicado... Quizá diciembre porque hace frío y alberga las fiestas que más me gustan: las navidades. Las disfruto como una enana y sé que en cuanto Mollete crezca un poco las volveré a vivir como cuando era niña :D

Si fuera una profesión... sería algo que pudiera hacer con mis manos. De esto me he dado cuenta tarde y ahora ya estoy hecha a mi profesión, que también me gusta. Pero creo que hubiera disfrutado más trabajando con mis manos.

Si fuera un animal... pues no lo sé. Me gustan en general los animales, pero no tengo pasión por ninguno en particular. Sin duda un mamífero, porque me identifico más con ellos. Quizá una pantera negra, como Bagheera. Sí, creo que me quedaré con ella.

Si fuera una prenda sería un gorro, porque me gustan. Me siento cómoda llevándolos y a la vez me dan calor en invierno y sombra en verano. ¡Útiles y cariñosos! Y me dan mucha seguridad.

Si fuera un perfume... pues no me gustan los perfumes en general. Si tuviera que elegir, algo que fuera fresco, que no empalagara. Algo ligero que pasara desapercibido, como me gusta a mí ir por la vida.

Si fuera un cosmético... madre, tampoco uso. Quizá un lápiz de ojos, para enmarcar una mirada, que lo dice todo. Mucha gente me ha dicho que yo con los ojos digo mucho: pues lo remarcaré, que hay mucha gente por ahí que no se da aún por aludida :D

Si fuera un cuento, sería La Reina de las Nieves. Ya he explicado porqué.

Si fuera un secreto... sería poca cosa.

Si fuera una joya... no me gustan. Así que me da igual qué podría ser, solo sé que elegiría algo que me hayan regalado desde el corazón.

Si fuera una actriz... difícil. No me gusta tener mitos de este tipo. Quizá me decantaría por alguna buena actriz que haya sabido envejecer y muestre ser sabia en esta vida. Meryl Streep sería una buena elección, quizá.

Si fuera un coche sería un escarabajo verde. Divertido y diferente.

Si fuera un libro sería El Señor de los Anillos: fantasía, magia, aventura, lucha, valores y preciosas descripciones. Lo disfruto cada vez que lo leo.

Si fuera una película... difícil elección... Un buen año. Me trae recuerdos de mi madre y de tiempos felices, y nos enseña a cómo hay que tomarse la vida... cuáles son las cosas importantes.

Si fuera un dibujo sería Peter Pan, el niño que no quería crecer. Ya no me ha quedado más remedio que aceptarlo, pero... ay, ¡lo que me ha costado!

Si fuera una chuche sería algo poco dulce. ¿Existe esa chuche? Algo que supiera quizá a vainilla... ¿Ideas?

Si fuera una canción... ¡me estoy dando cuenta de que canciones, libros y demás se me dan fatal! No puedo elegir una... Es que no sé... alguna de The Beatles, que ha sido el grupo que me enganchó desde pequeña, con el que aprendí a sacar las letras de las canciones en inglés. Quizá In my life, que expresa muchos de mis pensamientos y sentimientos recurrentes.

Si fuera un sentimiento, amor, puro y duro. Para repartir y para sufrir. Sufro mucho por amor, y no hablo solo de amor de pareja. Sufro porque quiero a mi hija también, y porque quiero a mi padre. Sufrí horrores porque quería a mi madre. Y así se escribe la historia de mi vida...

Imagen tomada de Design and harmony.

150 palabras: el estanque de frutas (armario, pez, pepino)

domingo, 29 de septiembre de 2013


Después de ordenar su armario, Sofía solía ir al estanque. Le gustaba chuparse los dedos después de meter la mano en el líquido porque era zumo de frutas: naranja y fresa. Pasaba muchas horas observando a los peces ya que eran todos muy curiosos. Había uno que se llamaba Pez Pepino, porque era largo y verde y tenía el morro más gordo que el resto del cuerpo. El Pez Escarola tenía el pelo rizado revoltoso y pasaba mucho rato en la peluquería del muelle intentando ponerse presentable. Pero nunca conseguía novia. El Pez Limón siempre estaba solo porque tenía un humor muy ácido que no gustaba al resto de los peces. El Pez Fresa era bipolar: a ratos dulce y amable, pero otras veces se comportaba igual que el Pez Limón. Y el pobre Pez Ciruela siempre andaba con retortijones. ¡Menudos personajes! Pero siempre se aprendían cosas nuevas de observarles.

La maternidad de la A a la Z: V de visto bueno.

jueves, 26 de septiembre de 2013


Y aquí está la lista de las cosas buenas que he ido recopilando desde que supe que estaba embarazada, para contrarrestar la lista de las cruces. Si no sabes de qué estoy hablando, lee esto antes de seguir.

Dar una V es dar un ¡hurra!, un ¡me encanta! y a la vez un gracias.

- V a mi chico, porque aunque ya sabía que sería buen padre me ha sorprendido con recursos que a mí no se me han ocurrido y que no pensaba que podrían ocurrírsele a él. Y por cuidarme tan bien como lo hizo durante todo el embarazo y por cómo sigue haciéndolo a día de hoy (¡espero que le dure! Qué cara que tengo...)

- Otra V para mi padre. Con él me pasa lo mismo que con Papá Mollete: sabía la ilusión que le hacía tener esta nieta, pero jamás imaginé el brillo que le aparece en los ojos cuando habla de ella y lo feliz que se pone cuando están juntos.

- Mi ginecólogo se merece otra V. Fue muy buen médico y buena persona. Supo no darle más importancia de la necesaria a mi polihidramnios (exceso de líquido amniótico que puede deberse a algún problema fetal, pero no necesariamente. En la mayoría de los casos no se encuentra explicación. Quizá algún día le dedique una entrada para que más mamás sepan de qué va, porque yo no encontré demasiadas referencias). Siempre tiendo a buscarle 5 pies al gato, a sacar lo malo de cada situación y no voy a negar que hubo días en que estaba convencida de que mi bebé venía con algún problema, pero su calma ante la situación me transmitió la suficiente confianza como para entender que lo lógico es que no fuera así.

- Quiero darle otra V a todos mis amigos, que no han desaparecido en el embarazo y maternidad (todos conocemos varios casos en que los supuestos amigos desaparecen cuando te conviertes en padre). Sobre todo a los de grupos en los que Mollete ha sido el primer bebé y en los que, de algún modo, desentonábamos. Han disfrutado con la situación y aunque el tipo de planes ha cambiado (por ahora), sabemos sacar el modo de seguir pasando ratos juntos y disfrutarlos. Supongo que también he tenido suerte de algún modo y la gente que no hubiera sabido sobrellevar esta novedad se cayó de mi equipaje unos años antes. ¡Y cómo me alegro de ello! Porque me sirve además para empezar a desligarme de un pasado que no termina de gustarme y que muchas veces me gustaría borrar. No os imaginéis cosas tremendas, pero es una época en la que no fui como yo soy de verdad y de la que de algún modo me arrepiento. Me gusta sacar lo bueno y quizá sin ese pasado no sería como soy hoy, y oye, en realidad ¡me gusta la Mamá Mollete que conozco! Pero por otro lado hubiera preferido que no fuera así... y tengo que reconocer que me está costando dejar de darle importancia y sacarlo también de mi maleta.

- Laura, mi fisioterapeuta en el período de la recuperación post-parto, se ganó otra V. Aunque como no tuve parto vaginal me evité varios de los problemas que podrían haber surgido de haberlo tenido, fue muy positivo conocer que existen fisioterapeutas de suelo pélvico que te ayudan a solucionarlos. Porque ojalá en el futuro pueda tener un parto vaginal y todo lo que aprendí con ella me será de gran ayuda, seguro. Vi que todo se puede tratar y solucionar, cuando muchas mujeres se resignan creyendo que son daños colaterales e inevitables del parto. ¡Nada de eso! ¡Más fisioterapia de suelo pélvico y menos Tena Lady, chicas! :D

- Otra V para los padrinos de la peque, porque la quieren con locura y se desviven por ella. Y sé que si algo nos pasa a Papá Mollete y a mí, la enana estará con las personas que mejor la van a cuidar.

- Una V enorme, ¡tan enorme tan enorme que podría ser una W!, para la niña de mis ojos. Por enseñarme una nueva dimensión del amor. Por su confianza en mí, porque se calma cuando está conmigo, porque se siente protegida cuando la abrazo. Porque me da un amor incondicional, porque me mira con ternura. Por sus miradas cómplices y su risa de alegría. Por sus caricias, sus besos y sus abrazos. Por enseñarme cosas nuevas cada día y ayudarme a ser mejor persona. Por haber aparecido en mi vida y hacerme sentir que ahora ya lo tengo todo y que solo por esto merece la pena vivir. Por permitirme quererla y hacer que mi corazón lata con más fuerza cuando pienso en ella o estamos juntas.

- Y qué leches, ¡me voy a dar una V también a mí! Porque todo el mundo dice que la peque es un encanto de niña, así que, por la parte que me toca, supongo que eso significa que no lo estoy haciendo tan mal para ser novata.