Esta segunda lactancia comenzó sobre ruedas, nada que ver con la primera. Aquella comenzó con problemas porque la niña no se enganchaba bien, y las enfermeras me decían que era porque tenía el pezón plano. Me dijeron que usara pezoneras y yo, que era una ignorante por aquellas fechas, eso hice. No me auguraban más de 3 meses de lactancia. Ni ellas ni una ginecóloga que me trató en urgencias un día por la subida de la leche, que me parecía que estaba siendo muy fuerte. A pesar de ello me encabezoné y saqué adelante la lactancia. Hacia el mes y medio probé sin pezonera y Mollete se enganchó perfectamente, y así hemos seguido, sin problemas, sin dolores, sin mastitis, hasta completar los 33 meses de lactancia.
A pesar de que todo fue bien yo seguí leyendo e informándome sobre la lactancia y los problemas que podían surgir porque era consciente de que, de haber seguido las instrucciones que me dio el personal sanitario con el que me topé, mi lactancia habría sido un fracaso completo ¡sin ninguna necesidad! Empecé a conocer asesoras de lactancia con las que aprendí muchas cosas, de las que realmente me he dado cuenta ahora que ha nacido Lazy Daisy.
Su lactancia empezó de manera muy diferente. Bien es cierto que solo hacía unos 3 meses que Mollete había dejado el pecho, y de alguna manera el cuerpo seguía con ese chip de producción de leche. Salía mucha mucha leche desde el principio según me decían las matronas de planta, aunque las de neonatos se empeñaban en que no y le dieron un par de biberones piratas en contra de lo que yo tenía indicado (sí, tengo que reclamar, pero ese es otro tema). No querían darse cuenta, por más de que yo se lo indicara, de que el problema no era mi leche, sino que no me dejaban darle el pecho en cualquier momento, sino solo cada 3h, perjudicando al bebé y a mi producción de leche (aunque entre medias yo me ponía el sacaleches). Me sorprendió mucho la diferencia de formación de las matronas de planta y de neonatos, la verdad. Espíritus y maneras de entender la lactancia muy diferentes.
El caso es que salvo los días en neonatos la lactancia iba muy bien, fue muy fácil. La niña se enganchaba estupendamente y engordaba y crecía a un ritmo de vértido: ¡¡300g a la semana!! Esto claramente pasaba porque yo no tenía leche, claro...
Por aquel entonces fui a un curso de posparto que impartía una asesora de Multilacta, Vanesa, que al ver a la peque me dijo que tenía frenillo. Que la hiciera seguro privado por si tenía que ir a ver al Dr. Briz, aunque si el frenillo no interfería en la lactancia seguramente no habría que hacer nada. Y así lo hice, porque además, al llegar a casa, miré a Mollete y ¡¡oh, sorpresa!! Tenía frenillo. Y le pedí a mi marido que abriera la boca y ¡¡oh, sorpresa de nuevo!! También tenía frenillo (a día de hoy ya he identificada la fuente última: mi suegra tiene un frenillo enorme. La pobre ni lo sabía y se quedó alucinada cuando se lo dije) Como hay sonidos que Mollete aún no pronunciaba bien decidimos llevarlas a las dos a ver al Dr. Briz, sobre todo por si el frenillo de Elena tenía consecuencias en el futuro. Nos dijo que a Lazy Daisy la vigilaríamos, pero que tener frenillo no es sinónimo de tener problemas y que por tanto por el momento no había que hacer nada. Y que a Mollete no le pasaba nada raro, pero que estuviéramos atentos.
Pero un par de días después de la segunda visita de control con el Dr. Briz, un par de semanas antes de los 3 meses, Lazy Daisy empezó a rechazar el pecho, no se enganchaba, pataleaba, se enfadaba... aquí empezó a aflorar lo que había ido aprendiendo sobre lactancia: esto tenía pinta de la crisis de los 3 meses, que en nuestro caso duró bastante. La niña no cogió peso durante un par de semanas, pero claro ¡cómo iba a cogerlo si casi no comía! Yo estaba segura de que era eso, pero aún así la llevé al pediatra no fuera a pasarme de lista y a ver si a la niña le pasaba algo. Le hicieron análisis de orina y heces y no salió nada. No le dio más importancia porque además en las dos semanas siguientes la niña engordó de nuevo. Pero luego volvió a no cogerlo. Y aquí ya el biberón pirata empezó a martillearme la cabeza... muchas alergias a la proteína de la leche de vaca (APLV) comienzan con una no ganancia adecuada de peso entorno a esta edad, así que decidí llevarla al alergólogo. Pero las pruebas descartaron alergia a la proteína de leche mediada por IgE. Esta historia sobre la APLV no queda aquí, pero ya lo retomaré en otra entrada.
Durante este tiempo charlé mucho con mi amiga Pilar, asesora también de Multilacta, enfermera (podéis visitar su web, es muy interesante) y estuvimos repasando los síntomas que tenía Laizy Daisy y me dijo que podía ser el frenillo, que pidiera un adelanto de la siguiente revisión del Dr. Briz y que mientras tanto comprimiera mi pecho para darle de comer a la enana. Y efectivamente, esa semana cogión entorno a los 150g. Así que parecía bastante evidente que se trataba de un problema de succión. Lamentablemente no me daba cita hasta un mes después pero no podía estar un mes más así con la niña. Le escribí al Dr. Briz y me vio la semana siguiente, cuando me confirmó que el frenillo parecía ahora moderado, como si hubiera crecido. Es decir, no crecido acorde a la lengua, sino con un ritmo mayor que la lengua. Así que decidimos intervenirla a la semana siguiente, es decir, el día 1 de julio. El hombre estaba un poco pesaroso porque me reconoció que era un poco a bocajarro, pero si lo más indicado era operar, pues mejor cuanto antes. La intervención fueron 10 minutillos de nada. Empiezan por los más pequeños, que aguantan peor el ayuno. Al salir parecía un cacho carne porque aunque estaba despierta salía llorando y sin poder sujetar la cabecita del gas que les ponían. Nos dijeron que el llorar era bueno porque así tardaba menos en eliminar todo el gas. Nos dio unas instrucciones de cómo ponerla a mamar pasado un ratillo y nos fuimos a esperar a que acabara de intervenir a todos los niños. Cuando todos estuvieron listos nos dio unas instrucciones de rehabilitación porque en muchos sitios no las dan y el frenillo termina volviendo. Os contaré más detalladamente sobre qué es el frenillo, la interveción y la rehabilitación en otra entrada. El caso es que 3h después estábamos camino de casa.
Esa tarde Lazy Daisy la pasó protestona y llorona, pero yo creo que más por toda la situación que otra cosa. El Dr. Briz que no les duele y dolor no era porque mamaba bien, sin quejarse. Tras un poco de paciencia cayó rendida de sueño.
A este guepardo parece que también le cuesta sacar la lengua...
Esa tarde Lazy Daisy la pasó protestona y llorona, pero yo creo que más por toda la situación que otra cosa. El Dr. Briz que no les duele y dolor no era porque mamaba bien, sin quejarse. Tras un poco de paciencia cayó rendida de sueño.
La mejora se nota en el paciente a lo largo de todo un mes, no se deben esperar resultados instantáneos, pero sí que es cierto que yo noto una gran mejora. La niña está más rato al pecho y lo coge con más frecuencia, como si le costara menos y por tanto ella estuviera más cómoda. Esto no ha resuelto del todo nuestros problemas con la ganancia de peso, pero es que nuestra historia con la APLV no acaba aquí... pero eso merece ser contando en otra entrada.