Pues el verano pasó y a mí me costó horrores volver al mundo. Se me juntaron unos temas personales, que no estoy en mi mejor momento, junto a problemas de salud familiares, y con una necesidad de mi mente de desconexión de las redes sociales. Todo eso, unido a estos calores que hemos tenido en septiembre, fundieron las pocas ganas que tenía de volver a escribir en el blog. Y es que, la verdad, ¡qué a gusto que se vive sin las redes sociales! He echado de menos a mucha gente, la verdad, y a otra mucha no, ¡sorpresa!, lo que me ha servido para colocar a muchas personas en el lugar que les corresponde en mi vida. Pero toda esa gente buena y maja es el motivo por el que voy a volver de manera paulatina, porque me he dado cuenta de nuevo de que son personas importantes para mí, no una mera comparsa social. Pero esta vez voy a llevar un control, porque no quiero que de nuevo me engulla y me afecte. A ver si lo logro.
Pero lo cierto es que me da mucha pereza, me cuesta arrancar de nuevo en el facebook. Así que para romper el hielo he decidido volver a escribir aquí, que creo que me va a facilitar la tarea de retomar el contacto con todas esas personas a las que he echado de menos y que, ¡vaya alegría!, me han escrito para ver qué tal estaba. Quiero agradeceros cada uno de vuestros gestos, chicas (sabéis quiénes sois), vuestros whatsapps, porque me han hecho valorar aún más si cabe la gente maravillosa que he encontrado en este camino y que al final está en mi día a día, y que, aunque yo quiera huir, está al pie del cañón, dándome fuerza para tirar para adelante, para echar la lagrimita cuando hace falta, y para soltarnos unas risas terapéuticas, que son la mejor medicina del mundo. Así que gracias, porque vengo con el corazón bien gordo de cariño. ¡Espero saber corresponderos!