Ya ha llegado el fin de curso. Madre mía cómo pasa el tiempo: el primer día Mollete tenía 6 meses, y casi ni sabía girarse estando tumbada. Y hoy corre por los pasillos como loca, después de provocarte para que la persigas, mientras se ríe con esa cara de pilla que pone...
10 meses llenos de cambios, de aprendizaje y de socialización. 10 meses tremendamente ricos que han sido posibles porque ha tenido una maestra de las que enamoran. Conchi es dulce, simpática, divertida pero sabe llevarlos por el camino que hay que ir: aprenden rutinas y cómo se deben hacer las cosas.
Los niños la adoran. Por lo menos Mollete cuando llega y la ve, a mí ya no me hace caso. Sabe perfectamente que Conchi es la que parte el bacalao en la guarde. Y me parece fantástico que distinga los roles, porque al fin y al cabo la jefa en la guarde es ella, y yo no me voy a meter en su faceta. Obviamente, si hubiera algo que no me gustara, hablaría con ella, pero Mollete debe saber que allí la jefa de la manada es la profe y yo voy a respetar esto al 100%.
Andaba pensando yo en regalarle algo a Conchi, en agradecimiento. Sé que es su trabajo, pero también sé que todos los días ha tenido una sonrisa para mi hija, y la ha tratado estupendamente, a pesar de que algún día fuera difícil y duro para ella. Los profes también son humanos y tienen días mejores y días peores, pero mi hija eso no lo ha notado. Eso para mí no tiene precio, y quiero agradecérselo, a pesar de que sea el medio con el que se gana la vida. Aunque creo que para ser maestro tiene que gustarte de verdad lo que haces, y por eso lo hace así de bien.
El caso es que ya otra mami pensó también lo mismo y nos puso en contacto a todos los padres de la clase, que no siempre coincidimos en la hora de recogida. Le hemos regalado una de esas cajas con experiencias, una con muchas cosas de relax para que pueda relajarse y olvidarse unos días de nuestros enanos, esos a los que ha cuidado y enseñado tan bien.
Yo me ofrecí a hacer una tarjeta, porque me gustan mucho las manualidades. Al principio quería liarme a hacer cosas con cartulinas y fieltros, pero luego pensé en poner fotos de nuestros niños. Y se me encendió la luz, y algo de lo que aprendí en el 8J vino a mi mente: la charla de
La niña sin nombre. Fue la que más disfruté, sin duda alguna, pero es que además aprendí y descubrí cosas útiles.
Aquí os dejo el enlace a su charla, porque si no la conocéis quizá os aporte algo.
La NSN me descubrió
Picmonkey, que es un editor de imágenes en red. Y allá que me fui con las fotos de mis muchachos, y un fondo que saqué de
Super Scrap, que tiene cosas bien chulas. El resultado fue este:
Por otro lado cogí papeles con motivos que me compro en Tiger por dos duros.
Señor, ¡esa tienda es un vicio para todas estas pequeñas bobadas! Y ahora parece ser que IKEA ha sacado también sección de papelería para envolver regalos... entre todos me van a arruinar. Volviendo al hilo, con los papeles de motivos del Tiger hice un sobre que se adaptara al tamaño de la tarjeta, y creo que al final quedó la mar de decente, ¿no?
Me alegro de haber podido colaborar directamente en el regalo para la maestra de mi hija, porque ha sido una persona muy importante para nosotros, y esperamos de todo corazón que lo siga siendo el curso que viene.