La realidad era que Elena por fin había nacido. Después de
unos meses en que todo parecía un juego, Sofía ya no era la reina de la casa y
las sombras de la indiferencia se cernían sobre su persona. Estaba convencida de
que mamá ya no la abrazaría como antes y que quizá dejaría de jugar con ella
porque la hermanita necesitaba mucha atención y cuidados. Pero lo cierto es que
pronto pudo comprobar que a la salida de la guarde mamá la recibía con una
sonrisa si cabe más grande que antaño. Y por las mañanas la despertaba con las
caricias más dulces que nunca pudo imaginar. Bueno, quizá al final no había
sido tan malo el tener una hermana, porque la gente no había dejado de pensar
en ella y a cambio tenía una nueva persona al lado a la que demostrarle todo el
amor que llevaba dentro.
Imagen de Kakisky