Ya estaba aquí la primavera y se podía respirar en el
ambiente. La luz del sol era diferente, con otros matices distintos a los que
nos suele mostrar durante el invierno. El campo ondulaba juguetón bajo el suave
viento en un vivo color verde, y emitía pequeños destellos de color naranja,
chispeantes, casi como bengalas. Desde lejos parecía una gran alfombra mullida,
invadida de canicas naranjas que se hubieran caído de un gran frasco de
cristal.
Sofía y Elena se estaban acercando al campo cuando por la ventanilla les llegó un fugaz olor familiar, dulce y suave: azahar. Rápidamente se bajaron del coche y empezaron a correr bajo los árboles. Entre carcajadas y la brisa del aire recogían naranjas para hacer una rica mermelada. Estaba siendo una mañana especialmente feliz, disfrutando de las cosas sencillas de la vida. Esas que te hacen sentir que estar vivo es algo muy especial.
Sofía y Elena se estaban acercando al campo cuando por la ventanilla les llegó un fugaz olor familiar, dulce y suave: azahar. Rápidamente se bajaron del coche y empezaron a correr bajo los árboles. Entre carcajadas y la brisa del aire recogían naranjas para hacer una rica mermelada. Estaba siendo una mañana especialmente feliz, disfrutando de las cosas sencillas de la vida. Esas que te hacen sentir que estar vivo es algo muy especial.