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Mobbing maternal o acoso a la mujer embarazada.

martes, 19 de abril de 2016

Todos tenemos un conocimiento de fondo, pero parece que no siempre tenemos presentes esas cosas que sabemos que suceden. Sabemos que en el mundo pasan muchas cosas, algunas de ellas muy injustas. Pero parece que no te enteras de verdad hasta que no le sucede a alguien cercano. En los últimos meses estoy pudiendo apreciar de cerca el acoso y derribo que sufren mujeres embarazadas y madres. Y ha sido sin salir de mi círculo más cercano. Imagino que en cuanto das dos pasos más, salen casos de debajo de las pierdas.

La primera historia es de una chica, llamémosla Alicia, que ronda los 30 y que se queda embarazada mientras trabaja en una pyme nacional. Imagino que lo primero que pasa por su cuerpo tras ver las dos rayitas del test es mucha felicidad, ¡como nos ha pasado a todos! Inmediatamente entra en su nube de embarazada, de mundo feliz, sobre todo porque por algunas cuestiones sabía que podría haber tardado más en lograrlo, así que es muy buena noticia y hau qye estar muy contentos.

Acoso embarazoReconozco que en mi primer embarazo no pensé sobre cuándo sería más conveniente dar la noticia en el trabajo. Lo cierto es que lo anuncié pronto, quizá porque sabía que era un entorno amigable para con las embarazadas, y salió de manera natural un día en una conversación. Pero visto lo que he visto ahora, desde luego empiezo a pensar que quizá la mejor opción sea callarse y dejar pasar un tiempo.



Resulta que en el trabajo de Alicia se entreran de que está embarazada. ¿Y cuál es la reacción inmediata de la empresa? Sacar una oferta de empleo con el puesto de Alicia. Así, tal cual. ¿Cómo os quedáis? Lo más triste es que me vais a decir que no os sorprende en absoluto, ¿verdad? Todos sabemos que está prohibido por ley despedir a una embarazada por el hecho de estarlo. Y aclaro que en el caso de Alicia no hay ningún motivo más, pues ella venía cumpliendo en su puesto de trabajo perfectamente y nunca jamás había recibido un apercibimiento sobre el desempeño de sus funciones. La sorpresa de Alicia es mayúscula. No entiende nada. La empresa además ha actuado a escondidas, porque de esto ella se entera de casualidad. Decide que no le afecte demasiado, pero claro, esta no es una situación ni mucho menos agradable y la cabeza lo sabe, así que por mucho que intenta no darle importancia, es imposible. Y Alicia no puede evitar encontrarse mal en el trabajo, ir a disgusto, no sentirse querida en él y además, sabe que se está actuando contra ella injustamente. Oficialmente ella no desconoce esta oferta, así que, a pesar de todo, sigue yendo a trabajar con normalidad.

Quiere la casualidad que Alicia, además, coge un fuerte gripazo. Su médico le recomienda quedarse en casa un par de días para recuperarse tratando de no abusar de medicamentos ya que es la primera etapa del embarazo y prefiere hacerlo así. Al no ir a trabajar ella cobra menos, tal y como viene estipulado en sus condiciones, pero lo cierto es que sigue trabajando desde casa, a pesar de todo. Esto debería interpretarse como un compromiso de Alicia con su empresa, ¿verdad? ¿No os da esa sensación? Ya que teniendo esa baja podría haberse quedado en casa descansando y recuperándose y nadie podría haberle recriminado nada. Pero en la empresa da igual que ella haya seguido trabajando desde casa: no les gustan un pelo estos días de baja.

Acoso mujer embarazada
La situación se complica un poco más cuando, en una ecografía de las primeras semanas, se ve un hematoma y el médico le recomienda a Alicia que guarde reposo para ver si, de ese modo, se consigue que el hematoma sea reabsorbido. Por supuesto le hacen pruebas e informes que muestran claramente que se encuentra en esta delicada situación, para poder llevarlos al trabajo y justificar su baja. Allí, ante tales informes, no le ponen pegas -porque no pueden, claro- y Alicia se queda en casa los 15 días que le ha recomendado el médico, a sabiendas de que en la empresa esa baja temporal les ha sentado francamente mal después de haber faltado dos días con anterioridad por la gripe. La situación laboral es, inevitablemente, cada vez más incómoda. Y lo cierto es que se le revuelven las carnes cuando piensa en que va a tener que volver al trabajo en cuanto el hematoma desaparezca, y que no va a ser recibida del modo más agradable del mundo. Esta situación le causas estrés y malestar general. Desde luego no es deseable para nadie, pero mucho menos para una embarazada. Afortunadamente, tras el reposo, el hematoma desaparece. Y la buena noticia queda empañada con el mal cuerpo de tener que volver al trabajo.

Pero la historia no acaba aquí. ¡Qué va! En la empresa demuestran, una vez más, no ser demasiado listos (o tal vez sí lo sean... depende de cómo de malos queramos ser en la interpretación), y en la mesa de su jefe Alicia puede ver una carpeta de una agencia de detectives privados con su nombre. Da igual que ella hubiera llevado informes médicos sobre su situación. A ellos no les ha valido y han contratado un investigador privado para que siga sus pasos en esos días de baja. De vuelta a casa pregunta al portero, que le dice que efectivamente ha habido un coche varias mañanas que ha llegado y no se ha movido hasta pasado un tiempo. Alicia y su entorno no salen de su asombro. Se informa en magistratura, pero allí le dicen que esto está a la orden del día, no es ilegal contratar detectives privados.

Y efectivamente la empresa no ha hecho nada ilegal, hasta donde mis escasos conocimientos de leyes alcanzan, pero desde luego me parece acoso a una mujer embarazada, en toda regla. Muchas empresas, en estos casos, hacen lo que se llama mobbing maternal, que no sé si el nombre es muy acertado, la verdad. Pero bueno, es el nombre que se le ha dado. Crean una situación desagradable, intimidando a su empleada para ver si logran que sea ella la que abandone su puesto de trabajo y no tengan que cargar con su parto y su baja de maternidad, porque despedirla en ese estado es ilegal. En este caso están acosando a una mujer embarazada a través de tretas legales. Pero entiendo que en el momento en que se convierte en acoso da igual lo legal que seas, estás cometiendo un delito. O así por lo menos está recogido en la propuesta de la reforma del código penal.

¿Y ella qué puede hacer? ¿Cómo demuestra esto? Es muy muy difícil conseguir las pruebas que incriminen a la empresa. Realmente, no tiene nada que hacer nada más que aguantar, por mucho que se haya reformado el código penal... esto es violencia de género en toda regla, y las penas por ello pueden ser muy altas. Pero prácticamente no hay manera de demostrarlo...

Y aunque Alicia sea fuerte y aguante (aún le queda más de medio embarazo), tras la baja de maternidad tendrá que volver a una empresa que la ha menospreciado y humillado. Que estará deseando darle la patada en el culo en cuanto pueda. ¿A quién le apetece reincorporarse a su puesto de trabajo en esta situación? Porque para entonces bastante duro se le hará por el simple hecho de tener que separarse de un bebé de escasos 4 meses, como para añadirle semejante situación en su puesto de trabajo.

Acoso mujer embarazada y madreA Irene le fue algo mejor en su embarazo, aunque también tuvo que soportar alguna mala cara y comentarios dañinos. Pero lo pero vino un año después de nacer su hija, cuando pidió una excedencia por cuidado de menores ya que su marido, que en España no tenía trabajo, consiguió uno por dos años en el extranjero. Dado que este puesto era mejor que el que Irene tenía, decidieron ir todos juntos durante esos dos años para intentar mejorar su situación laboral. A la vuelta de esta pequeña aventura, Irene pidió reincorporarse a la empresa, que por ley la tenía que readmitir aunque fuera en otro puesto diferente. Y es aquí donde recibe unas desagradables palabras de su jefa (sí, para más inri es mujer y madre) que le dice que piense lo que su acción está provocando, que le está haciendo daño a la empresa. Irene vuelve a casa con la cabeza baja y medio convencida de que ciertamente el que ella se reincorpore repercute negativamente en la empresa. Afortunadamente, Irene tiene ya mucha guerra a sus espaldas y logra apartar ese pensamiento y darse cuenta de que la ley le ampara, que no ha hecho nada más que acogerse a un derecho que tiene. Por supuesto a la empresa no le queda más remedio que darle un puesto, que obviamente es una jornada menor con la consiguiente reducción de sueldo (la mitad del que tenía antes, para más señas), a ver si con un poco de suerte Irene se cansa de las condiciones y se marcha de la empresa. Afortunadamente ella consigue manejar la situación y relativizarlo todo. Pero de nuevo tenemos a una mujer que sufre consecuencias laborales por el hecho de ser mujer y madre.

Y los días pasan, y estas situaciones siguen siendo el pan nuestro de cada día en nuestro país. La Fundación Madrina publicó en 2013 un informe en el que quedaba reflejado que la maternidad se ha convertido en un factor de exclusión laboral y social para la mujer. El 59% de los casos se sitúan en la Comunidad de Madrid, el 18% en Cataluña, el 9% en Andalucía y el 5% restante en el resto de España. Un dato que me ha llamado la atención es que el 77% de las mujeres que sufren acoso maternal proceden de Pymes y solo un 9% de grandes empresas, que claramente pueden hacerse cargo con más facilidad de los costes que la maternidad conlleva entre sus empleada. Como os podéis imaginar, muy pocos de los casos son denunciados. Entre los efectos del mobbing cabe destacar una reducción de sueldo, cambio de funciones, despido y el abandono voluntario del puesto de trabajo.

Esta es la sociedad en la que vivimos. Y en nuestra mano está cambiarla.