Es la primera vez que Mollete se pone mala de verdad en casi
un año. Y mala de verdad quiere decir que ha estado un día con fiebre, no os
vayáis a pensar otra cosa... si es que esta niña nos tiene muy mal
acostumbrados. Pero ¡menudo día de fiebre! Es de estas fiebres que no se bajan.
Le das el ibuprofeno y baja mucho de golpe pero dura un par de horas, y para
entonces ya está otra vez en 38,5, y de ahí para arriba... Total, que sin una
experiencia previa esta situación nos ha pillado totalmente desentrenados a su
padre y a mí. Sabíamos que iba a llegar tarde o temprano, aunque la verdad es
que está bien protegida con el pecho, por lo que se ve, pero hace poco se lo
oía comentar a algunas mamis de mi trabajo: ay, esa maldita fiebre de la
garganta, ¡nunca consigo bajarla!
Como era por la tarde no podía ir ya a mi ambulatorio, y de
entrada no quería ir a urgencias. Si hubiera continuado el problema, sin
dudarlo hubera ido, pero primero había que intentar controlar la situación.
Siempre te dicen que no hay que asustarse con la fiebre ya que es un mecanismo
de defensa del cuerpo humano, y que al fin y al cabo está bien que esté
presente y que no hay que empeñarse en bajarla... pero claro, cuando el
problema es recurrente piensas que hay que tomar cartas en el asunto.
Intentando tirar del baúl de los recuerdos de lo que mi
madre hacía cuando yo tenía fiebrón, y recogiendo experiencias de otras mamis
amigas, no nos decidíamos sobre cuál poner en práctica. Por ejemplo, sobre los
clásicos baños de agua templada y paños de agua fría se oyen también
comentarios en contra. Sin ir más lejos en un cartel que hay colgado en mi
centro de salud. Y piensas: oye, los médicos saben lo que se hacen... Pero
luego hay otros pediatras que sí te lo recomiendan.
Sobre la alternancia del ibuprofeno y el paracetamol parece
que los pediatras tampoco se ponen de acuerdo. Sin embargo son muchas las mamis
que me aconsejaron hacerlo, ya que a ellas les funcionaba la mar de bien. Para
mí esta opción era la menos atractiva, ya que a mí nunca me ha gustado tomar
medicamentos. He de reconocer que soy muy bruta en algunas ocasiones, pero
también soy una persona razonable y mi hija es lo más importante. Así que si
ese fuera el remedio a sus males lo aplicaría sin ningún problema.
Pero antes de llegar a este punto, mi gran amiga María, que
es mami de una preciosa niña que se llama Jimena, me recomendó untarla bien en
crema hidratante. Su niña estuvo con el mismo problema de fiebres muy altas que
no bajaban durante varios días y en el hospital le habían aplicado una buena
capa de crema, y no fue hasta entonces cuando le bajó la fiebre. La verdad es
que a veces no rebuscamos bien en nuestras cabezas, porque una vez que ella me
lo dijo me di cuenta de que eso mismo lo hago yo en verano antes de irme a dormir:
me doy una capita de crema que me refresca un poco, permitiéndome empezar la
noche con buen pie. ¿Por qué no iba a funcionar con la fiebre? Usamos la que le
estábamos dando en casa, Stelatopia de Mustela...
Y oye... ¡mano de santo! La fiebre le bajó lo necesario y
pudimos aguantar una hora y media más sin tener que darle ningún medicamento. A
la hora y media ya tuve que ceder y darle un poco de paracetamol, pues aún era
pronto para el ibuprofeno. Pero a partir de ahí, la fiebre desapareció de
golpe, igual que vino. Desde ese momento Mollete sigue con la garganta roja
roja, pero sin fiebre. Y a ella se la ve feliz de la vida. La pediatra, al día
siguiente, nos dijo que habíamos hecho muy bien.
Así que ya sabéis, una cosa más para los métodos caseros para
bajar esas fiebres intratables: una buena capita de crema hidratante.