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Reto fotográfico de 30 días. Día 10: recuerdos de la infancia.

miércoles, 10 de julio de 2013

¡Uy, pues son muchos! Y casi todos buenos, que eso es lo mejor que puede haber.

Hay recuerdos de momentos familiares, amigos, vacaciones, risas, juegos... pero me quedo con mi oso Alfonso y mi oveja Lucera. Han sido mis más preciados peluches desde que tengo uso de razón. Aún los conservo y hace un par de años, antes de casarme, confesaré que dormí con ellos alguna noche en que necesitaba un poco de consuelo.

La suerte les ha acompañado, porque estaban destinados a ser mis compañeros de viaje. Recuerdo unas vacaciones de Semana Santa en las que nos fuimos a comprar vituallas nada más llegar al apartamento y a la vuelta nos habían desvalijado. Solo se llevaron las 4 cosas que teníamos para pasar la semana, pero a mí me hicieron mucho daño porque yo era una niña de unos 7 años a la que le había robado todos los muñecos que había llevado consigo. Lo raro es que en ese viaje Alfonso y Lucera se quedaron en Madrid, ¡y menos mal! Porque hubiera sido muy duro para mí perderlos. Con deciros que en esos momentos en los que los niños se obsesionan con la muerte (o por lo menos yo lo pasé) mi única fijación era que me enterraran con ellos, y se lo repetí a mi madre varias veces para que quedara bien claro... Cosas de niños.





Miércoles mudo: recuerdos

Recuerdos

Momentos divertidos y tiernos de la teta

martes, 9 de julio de 2013

¡Lo que da de sí el dar el pecho a los peques! Claro, es tanto rato el que pasamos juntos dedicándonos a esos menesteres, que tienen que surgir anécdotas a la fuerza. Seguro que muchas de vosotras tendréis cosas que contar, bien le deis pecho a vuestro bebé o bien le deis biberón.

Mollete tiene ahora casi 17 meses y últimamente le ha entrado una manía que es cuanto menos curiosa. Yo no se lo había oído contar a ninguna madre, pero en este mundo casi todo está ya inventado y lo mismo alguna de vosotras me dice ahora: ah, claro. Mi niño lo hace mucho. El caso es que no puede estar tomando el pecho si no es con algo en las manos. A veces es una sola cosa: el móvil de mamá, un libro de cuentos pequeño, una muñeca, un tubo de crema... a veces no basta con tener una mano ocupada y es necesario tener las dos en harina para empezar a comer. Hombre, parece una manía inocente y me hacía gracia hasta que un día se presentó ¡con un piano de juguete! Sí, sí, un pianito. Y oye, que si no es con el piano no come. A veces no me importa, pero a menudo tengo necesidad por que la niña coma si no quiero sufrir una explosión en toda mi cara. Ya me entendéis.

Bueno, podría ser peor, estaréis pensando. Seguid leyendo, seguid... ¿Qué me decís del día en que se presentó con el portarrollos del baño? Y me refiero a la barra larga en la que caben almacenados unos 4 rollos. Sí, habéis leído bien... total, que allí estábamos en el sofá Mollete, el portarrollos con 2 rollos y yo. Aquello estaba superpoblado. Por lo menos parece que cuando lleva ya un ratillo comiendo le da más igual el tener algo en la mano, momento en que aprovecho para levantarle lo que tenga agarrado. 


Reto fotográfico de 30 días. Día 8: rutina.

lunes, 8 de julio de 2013

Pues rutina... lo que cada día hago. Como ya he comentado en alguna otra entrada, soy sismóloga y trabajo con volcanes. Y esto es a lo que me enfrento día a día: terremotos, sismogramas, localizaciones... en realidad lo disfuto mucho, aunque hay momentos en que nos desborda el trabajo, sobre todo cuando El Hierro decide que de nuevo es momento de dar unos cuantos meneítos. 

Después de llevar trabajando aquí 3 años, vimos recompensada nuestra paciencia con una crisis volcánica, que podría haber tardado mucho más en producirse. Y la disfrutamos mucho. Y aprendimos aún más. ¡Y todo lo que todavía nos queda por aprender! Con esto vamos a estar ocupados todavía unos cuantos años. ¡Que no falte el trabajo! (mientras no le pase nada a nadie, claro está).


Reto fotográfico de 30 días. Día 6: una obsesión.

sábado, 6 de julio de 2013

Aunque creo que ya he comentado varias veces que este año, con Mollete por casa sigo algo menos el fútbol, me gusta desde pequeña. En casa siempre hemos sido una familia particular, porque a mi madre le encantaba el fútbol y era mi padre el que iba a recogerla a la salida del Bernabéu. A él no le gusta, aunque sí sigue los partidos por la radio si es el Real Madrid o la selección española los que juegan. Y a mí me pasa igual que a mi madre: soy yo la que va al estadio y a mi chico el fútbol no le gusta. Y si tiene que ir con alguien, encima va con el Atlético.

Recuerdo desde pequeña estar en casa nerviosa esperando a que mi abuelo, que vivía con nosotros, volviera del fútbol y me contara cómo había quedado el partido aquella tarde. Me traía además un cuadernito con las plantillas de los dos equipos, las estadísticas y esas cosas. Yo los coleccionaba y aún los guardo en casa de mi padre.

Son muchísimos los recuerdos que el fútbol me trae de mi abuelo, y en los últimos años de mi madre. También de mi tío y mis primos, que son actualmente mis compañeros habituales. Disfruto con los partidos y ojalá pueda compartir la afición en un futuro con mi hija y los que vengan detrás.


Reto fotográfico de 30 días. Día 5: después del anochecer.

viernes, 5 de julio de 2013

Esta imagen data de abril de 2010, cuando estuve de campaña de campo en la caldera de Tenerife. El Parque Nacional de El Teide es un lujo que tenemos en nuestro país y que no puede dejar de visitarse. Quien no haya estado nunca en una zona volcánica no puede dejar de ir, porque impresiona. A mí me emocionó mucho; es un terreno muy diferente a lo que estamos habituados los de la península (o los godos, como los canarios nos llaman). Es verdad que tuve la oportunidad de vivirlo desde un punto de vista profesional, acompañada por geólogos que nos explicaron muchas cosas interesantes a los físicos, que somos más de modelos numéricos, y eso enriquece mucho y hace que disfrutes cada paso que das por la isla. Pude subir al cono y alucinar al tocar el suelo caliente y ver pasar los gases que salen de él. Sentir cómo el oxígeno va faltando a 3718 m, pero a la vez sentir la libertad y la mayor comunión que existe con la naturaleza.

Pasamos 10 días viviendo en una casita en la caldera. La caldera de Las Cañadas son los restos de un edificio volcánico enorme, mayor que el Teide, que ocupó el centro de la isla. Visto desde una foto aérea parece un cráter gigante, dentro del cual se aloja actualmente El Teide. Pero este no es el único volcán de Tenerife. Hay cientos. Cada cual con un nombre más bonito y curioso: Pico Viejo, Montaña Blanca, Montaña Rajada, Montaña Mostaza, Chinyero...

Podría estar horas y horas hablando de esto, porque me apasiona desde que era niña, y he tenido la suerte de poder trabajar con los volcanes y vivir de ellos. Es un sueño hecho realidad.

Aunque el momento más emocionante de todo vulcanólogo es vivir una erupción, y yo tuve que vivir desde la distancia la erupción submarina de El Hierro mientras todos mis compañeros iban al campo. Pero estaba embarazada de Mollete y las prioridades estaban claras.

Yo confío en nuestras Islas Canarias y en que me regalen en un futuro otra erupción, que sea tranquila, bonita, que podamos disfrutar todos.

Supongo que ya habréis reconocido por la silueta al protagonista de la imagen: El Teide, el pico más alto de nuestro país.