¡Lo que da de sí el dar el pecho a los peques! Claro, es tanto rato el que pasamos juntos dedicándonos a esos menesteres, que tienen que surgir anécdotas a la fuerza. Seguro que muchas de vosotras tendréis cosas que contar, bien le deis pecho a vuestro bebé o bien le deis biberón.
Mollete tiene ahora casi 17 meses y últimamente le ha entrado una manía que es cuanto menos curiosa. Yo no se lo había oído contar a ninguna madre, pero en este mundo casi todo está ya inventado y lo mismo alguna de vosotras me dice ahora: ah, claro. Mi niño lo hace mucho. El caso es que no puede estar tomando el pecho si no es con algo en las manos. A veces es una sola cosa: el móvil de mamá, un libro de cuentos pequeño, una muñeca, un tubo de crema... a veces no basta con tener una mano ocupada y es necesario tener las dos en harina para empezar a comer. Hombre, parece una manía inocente y me hacía gracia hasta que un día se presentó ¡con un piano de juguete! Sí, sí, un pianito. Y oye, que si no es con el piano no come. A veces no me importa, pero a menudo tengo necesidad por que la niña coma si no quiero sufrir una explosión en toda mi cara. Ya me entendéis.
Bueno, podría ser peor, estaréis pensando. Seguid leyendo, seguid... ¿Qué me decís del día en que se presentó con el portarrollos del baño? Y me refiero a la barra larga en la que caben almacenados unos 4 rollos. Sí, habéis leído bien... total, que allí estábamos en el sofá Mollete, el portarrollos con 2 rollos y yo. Aquello estaba superpoblado. Por lo menos parece que cuando lleva ya un ratillo comiendo le da más igual el tener algo en la mano, momento en que aprovecho para levantarle lo que tenga agarrado.
Bueno, podría ser peor, estaréis pensando. Seguid leyendo, seguid... ¿Qué me decís del día en que se presentó con el portarrollos del baño? Y me refiero a la barra larga en la que caben almacenados unos 4 rollos. Sí, habéis leído bien... total, que allí estábamos en el sofá Mollete, el portarrollos con 2 rollos y yo. Aquello estaba superpoblado. Por lo menos parece que cuando lleva ya un ratillo comiendo le da más igual el tener algo en la mano, momento en que aprovecho para levantarle lo que tenga agarrado.
Otro momento grande de la peque es cuando le llamo para la teta y coge un chupete (que no suele usar, pero debe ir relacionado con el tema anterior de llevar algo para tomar el pecho) y se lo pone. La siento en mi regazo, se coloca y se dispone a engancharse. De pronto nota que algo falla... y oye, que tarda un rato en darse cuenta de que no puede catar alimento si no se saca el chupete de la boca. Se queda un poco flipada de que el asunto no funcione... pero luego le da igual: se lo quita, lo agarra con la mano y a comer se ha dicho.
También hay momentos tiernos en que mientras comen te acarician el brazo, o te ponen la mano en la boca para que les des besitos. En esos momentos ¡¡me la comería sin dejar migaja!! Son tan dulces... que el corazón se me rompe en cachitos al explotar de todo el amor que lleva dentro. Otras veces dejan de comer, te miran, y te dicen un par de cosas (vete tú a saber qué) con una sonrisa en la cara, y cuando consideran que ya has tenido tu ración de dulzura del día, vuelven a lo suyo sin pestañear.
En ocasiones no son caricias lo que reparten, sino pellizquitos por todas partes: por los michelines (¿es una indirecta, hija mía?), en el pecho, en el cuello...
Uno de estos momentos completamente surrealistas lo viví yendo a comer con una amiga. Fuimos a comer a un Le Pain Quotidien situado en un centro comercial de las afueras de Madrid. Estábamos sentadas al fondo del local y de pronto vimos entrar a Miguel Sebastián, exministro de industria con Rodríguez Zapatero, que se sentó en la mesa de al lado, en la que había hueco para 5 personas más. Nos llamó la atención y seguimos a lo nuestro. Luego llegó María Antonia Trujillo, exministra de Vivienda en el mismo gobierno. Nos resultó curioso y bromeamos con que se iba a juntar ahí todo el exgobierno de la nación. Y aparecieron a continuación Elena Salgado (que llegó a ser Vicepresidenta del Gobierno), otro exministro que no recuerdo, y por último el expresidente del gobierno. Lo primero divertido fue que la genial J, hija de mi amiga, y que por aquel entonces tenía un año y medio, les miró y sin que nadie le dijera nada comenzó a hacer el símbolo de "están locos": el típico de ponerse el dedo en la sien y girar la mano como un destornillador... Ahí nos entró la risa floja, porque una peque inocente que no sabía nada de actualidad definió perfectamente a aquellas personas. A continuación me puse a darle el pecho a Mollete, porque yo no podía ya más y necesitaba que me echara un cable, y al poco de empezar a succionar giró la cabeza porque algo había llamado poderosamente su atención. ¿Y qué pasó? Pues que me puse en modo aspersor, a echar leche a propulsión como loca, en todas direcciones. Con un dedo decidí tapar el pezón para evitar el riego, mientras trataba de convencer a Mollete de que siguiera comiendo. Y al lado, la mitad del consejo de ministros, jajaja. Yo creo que lo recuerdo peor de lo que fue, pero en serio que me sentí como si me sacara la teta en mitad del Congreso de los Diputados. Pero me lo tomé con salero, nos entró la risa a las dos, y seguimos tan felices con nuestra comida.
Actualización de última hora: la nueva moda es despedirse. Es decir, comemos un poco, nos despedimos y cambiamos de amiga. Comemos otro poco, nos despedimos y volvemos a cambiar... y así unas cuantas veces... jajajaja.