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La maternidad de la A a la Z: R de relatividad.

jueves, 11 de julio de 2013

Hoy saco la física que llevo dentro y que a veces se pelea con la mamá que soy. A diario la mamá gana por goleada a la física, pero esta tiene ganas de noquear a la mami y hacerse con el poder en algún momento. Por ahora han llegado a un entendimiento y han decidido cohabitar en mi cabeza durante el día de hoy.

Y eso tiene consecuencias, porque estoy sentada tratando de redactar la próxima entrada del diccionario de la maternidad de Trimadre a los 30, y claro, menudas ideas extrañas que se me ocurren. Pero como hoy he sacado a pasear mi lado más Curie, voy a tener que darle un poco de cancha. Lamento los daños colaterales que esto pueda ocasionar.

¿Conocéis la teoría de la relatividad? Vamos, que si os suena. No pretendo yo que ahora me la expongáis aquí claramente. Yo tampoco sería capaz. Pero seguro que a todos os suena esa fórmula que dice:


y que los más avispados enuncian como: la energía ni se crea ni se destruye, solamente se transforma. Aunque esto se sabe desde mucho antes de que Albert Einstein enunciara su famosa teoría. En esta fórmula se pone de manifiesto que la propia masa puede transformarse en energía. Bueno, esta simple ecuación tiene mucha mucha chicha, pero no es lo que hoy nos ocupa.

¿Y a parte de la fórmula, sabéis alguna de las consecuencias de esta teoría? Pues citaré dos: la dilatación del tiempo y la contracción de la longitud. Aquí entra la otra frase famosa asociada a la teoría de Einstein: todo es relativo. Y esto, como la ecuación, tiene muuuucha muuuucha chicha. Einstein explicaba que el tiempo es relativo de la siguiente manera: sean dos gemelos. Uno viaja por el espacio a velocidades próximas a la de la luz (este es uno de los requisitos para que se apliquen las teorías de Einstein), y cuando regresa a la Tierra ve que el gemelo que se quedó ha envejecido mucho más, porque el tiempo ha pasado más despacio para el que viajaba en la nave a la velocidad de la luz. Esto es lo que quiere decir dilatación del tiempo. De manera similar entenderemos que las longitudes se acortan para el que viaja a altas velocidades.


Bueno, y después de este tostón os estaréis preguntado que qué tiene que ver esto con la maternidad. Pues es que he descubierto que, aunque yo no me mueva a velocidades cercanas a la de la luz (en principio), lo cierto es que el tiempo se dilata y las longitudes se contraen.

Vosotros también lo tenéis que haber notado. Sé que alguien lo ha comentado ya en alguna ocasión, pero lo voy a repetir: el tiempo se dilata. Si a mí, antes de nacer Mollete, me dicen que en 2 horas voy a ser capaz de poner una lavadora, tender otra, limpiar los cacharros, hacer la comida y planchar una buena pila de camisas, no me lo hubiera creído. Y ahí está. Cada minuto que pasa me cunde como 10, y no es que haga las cosas mal, qué va: que quedan decentes y todo. ¿Y cómo es esto posible? ¿Es porque hago las cosas tan tan rápido (casi a la velocidad de la luz) que el tiempo me dura más?

Lo de las distancias también es cierto. Si no recordad esos momentos en los que la peque, que estaba sentada plácidamente leyendo un libro, decide ponerse en pie y como ya la conoces, le ves las intenciones de coger el teléfono y llamar a tu tía un sábado a las 7 de la mañana. Para evitar semejante momento embarazoso cruzas de una zancada el espacio que te separa del teléfono, algo que en condiciones normales te hubiera llevado 3, esquivar una mesa y giro de cadera. Inexplicablemente tu misión concluye satisfactoriamente antes de provocar un problema familiar.

O cuando de pronto le da por hacer el burro y ves que comienza a trepar por el sillón y sabes que se va a ir de cabeza en cualquier momento. Con una estirada al más puro estilo Iker Casillas, tu brazo se alarga cual gadgetobrazo para cogerla por el tobillo quedándose colgada a dos centímetros del suelo como Tom Cruise en Misión Imposible… Y aunque no te hayas estirado tanto en tu vida, ni para coger patatas de la mesa en la final del Mundial, llegas; vaya que si llegas.

Así que después de 5 años de estudios en la facultad me congratula poder experimentar en mis propias carnes una de las teorías físicas más famosas de todos los tiempos, y no tener que recurrir a experimentos costosos y raros.