Las puestas de sol son de esos momentos mágicos que a todos nos gusta vivir y fotografiar. Fijaos bien en este sol porque está al revés de como solemos verlo. Las imágenes las tomé durante mi viaje de novios (ains, qué poco me gusta esa expresión. Mucho menos luna de miel, así que... jajaja). Algunos ya sabéis que me fui a Nueva Zelanda. Era un destino que teníamos pendiente los dos, así que ahorramos, nos liamos la manta a la cabeza, y para allá que nos fuimos.
Esta zona me gustó especialmente. Se llama Punakaiki y está al oeste en la mitad superior de la Isla Sur. Es un sitio precioso, mágico, donde se pueden ver las Pancake Rocks, que se llaman así porque parece que están hechas de muchas tortita amontonadas. Además nosotros nos alojamos en un sitio que era muy especial, llamado The Rocks, y que lo llevaba un matrimonio joven de valientes que lo había dejado todo para instalarse en Nueva Zelanda (aquí me entró mucha envidia). Vaya, acabo de entrar a su web y han seguido su camino nómada y han cambiado de residencia (me invade una cierta nostalgia...), ¡pero la casa sigue lista para quien se anime a visitarla!
La puesta de sol fue preciosa. Y si alguien está pensando que además fue romántica, que se olvide. Papá Mollete se tiró una hora metido debajo de su sudadera porque los mosquitos le acribillaban... Pero a pesar de eso, guardo unos recuerdos inmejorables de aquellos días.