Envidia es lo que siento cuando
la veo correr, levantando sus pies más de lo debido, torpona, dejándolos de nuevo en el
suelo sin medir la fuerza con la que los deposita. Echa a correr por el
pasillo, la calle o el parque, y suena como si viniera toda una caballería, pero de elefantes.
No le importa a dónde va, ni cuánto tardará. Solo comienza a correr loca de velocidad, con el flequillo al viento, los brazos descontrolados o dejándolos atrás y una gran sonrisa de oreja a oreja. Se para, se pone la mano en la boca y echa una risita mientras se agacha tímidamente. Pone cara de pilla. Se gira y vuelve a levantar los pies para entregarse de nuevo a la carrera.
La envidio. Eso es libertad. La sensación de hacer las cosas por placer, sin preocuparse de nada más.
No le importa a dónde va, ni cuánto tardará. Solo comienza a correr loca de velocidad, con el flequillo al viento, los brazos descontrolados o dejándolos atrás y una gran sonrisa de oreja a oreja. Se para, se pone la mano en la boca y echa una risita mientras se agacha tímidamente. Pone cara de pilla. Se gira y vuelve a levantar los pies para entregarse de nuevo a la carrera.
La envidio. Eso es libertad. La sensación de hacer las cosas por placer, sin preocuparse de nada más.