A Sofía le habían dicho que la Pequeña P era medio india,
así que ella se esperaba que su prima tuviera una laaaaarga trenza morena, una
pluma de color rojo en la cabeza, y que se llamara algo así como Flecha que
baila en el viento. Pero cuando la conoció vio que era un bebé normal. Pero no
podía apartar su mirada de ella. La miraba sin moverse, con los ojos abiertos
como platos: allí estaba la pequeña P, acurrucadita junto a mamá, con los
puñitos bien cerrados, las piernitas encogidas, y con un peinado de punta la
mar de moderno. Como estaba hecha un ovillo parecía que no tenía cuello. Pero
Sofía sabía que si se quedaba hasta la hora del baño podría comprobar que a su
prima no le faltaba de nada: ni cuello, ni deditos, ni orejas. ¿Y cuándo decís
que me dejáis jugar con ella?, preguntó.