Sofía es así: un
terremoto que sigue adelante pase lo que le pase. Ayer se dio un buen
golpe. No sabemos cómo, pero oímos un quejidito. Al ir a ver qué
ocurría allí estaba ella, con una sonrisa de oreja a oreja aunque
un hilillo de sangre salía de su nariz. Le daba igual, podía con
todo. A mamá le vinieron a la mente recuerdos de cuanto era pequeña:
a ella sí le impresionaba la sangre, y era normal que se partiera el
labio haciendo el bruto al jugar. Pero Sofía es de otra pasta: cae,
se levanta y sigue. Si se da un golpe en la cabeza, se rasca con la
mano y a otra cosa mariposa. Me gusta ver que lucha por conseguir lo
que quiere, que nada se interpone en su camino. Espero que mantenga
siempre esta actitud ante la vida y le ayude a ser feliz.