Hoy, por caprichos del destino, van a unir sus caminos el carnaval de
La maternidad de la A a la Z y el movimiento de #Mareafucsia, que este
viernes estará dedicado a conciliación, que es una palabra que está muy de
moda. Hace unas semanas ya escribí una entrada al respecto (¿Conciliación? Me suena la palabra... pero ahora no sé de qué...). Aquella estaba escrita desde
el cabreo más profundo que me movió ese día a desahogarme dándole a la tecla.
Hoy, sin embargo, intentaré hacer un análisis más objetivo de la situación. Y seguramente me repetiré en muchas cosas, pero creo que es necesario aprovechar que este viernes 28 de julio la Marea fucsia revolucionará la red con su particular oleaje.
Según la RAE, la conciliación es
la acción y efecto de conciliar. Esto no nos aclara mucho. Sigamos a ver qué
nos dice acerca de conciliar. Tiene varias acepciones, pero creo que la que nos
interesa en el día de hoy es la siguiente:
Conformar dos o más proposiciones
o doctrinas al parecer contrarias. Poner de acuerdo [a dos o más personas entre
sí] y hacer compatibles [cosas opuestas entre sí].
Sí, efectivamente, este es el
punto: conformar dos facetas contrarias, es decir, el trabajo y la vida
familiar. Hacerlas compatibles. Bueno, y ahora es cuando os ha entrado la risa, ¿no?
Desde luego que hay leyes, como
ya he comentado en otras entradas, que supuestamente promueven esta conciliación,
pero creo que casi todos hemos experimentado en nuestras propias carnes la
imposibilidad de una conciliación real.
Para empezar tenemos el tema de
las guarderías: las públicas no se las dan a casi nadie (por lo menos en
Madrid). A la Pequeña P no le han dado plaza, su madre cobra 750€ y su padre
está en el paro. Sí, claro; él se puede encargar de ella mientras no trabaje,
pero ¿acaso no tiene derecho a intentar buscar un empleo? Las privadas son muy
caras. El precio varía mucho dependiendo de la zona en que vivas. En la mía por 275€ al mes
encuentras aparcamientos de niños, tal cual. Si quieres un sitio decente del
que fiarte, con un proyecto pedagógico, ya tienes que desembolsar 575€. ¿Es
esto normal?
Dentro de la administración general
del estado (AGE) la cosa no cambia. Yo tengo que estar muy agradecida de que en el
ministerio en el que trabajo haya una guardería, de grandísima calidad, y a un
precio estupendísimo. Pero siempre hay peros, y en este caso es el horario. Desde la
misma AGE se promueve la conciliación, incluso con temarios en las oposiciones,
y se les llena la boca con este tema, pero luego a la hora de la verdad van y ponen un horario de guardería
más corto que el horario de trabajo de sus empleados. ¿Alguien me puede
explicar esta incongruencia?
Sigamos hablando de la AGE: su
jornada de verano. Que sí, que lo sé, que es maravillosa… bueno, pero yo soy de las que piensa que las cosas, cuando se hacen, hay que hacerlas bien: tengo que trabajar al día 6.5h pero solo me dan 7h para
hacerlas. Es decir, no tengo margen de maniobra si tengo que llevar o recoger a
mi hija de la guardería, porque tardo en llegar desde mi centro de trabajo a la
guardería (como todo hijo de vecino, supongo), y no cubro ese trayecto con esa media hora de “flexibilidad”. Y el
horario de la guarde es el que es, no se adapta a mi jornada de trabajo. ¿Por
qué no dejan más margen, como en invierno, para hacer el horario? Que cada uno
se apañe como mejor le venga para poder atender tanto a su trabajo como a su
familia, mientras se cumpla con las obligaciones laborales.
¿Y qué hay de las vacaciones de
verano y esa manía de las empresas de no dar un poco de flexibilidad? Muchos
padres se tienen que coger las vacaciones de manera separada para poder hacerse cargo de sus hijos durante todo el período estival en que no hay guarderías ni escuelas, pero si las
empresas obligan a coger las vacaciones exclusivamente en agosto no se puede lograr un solape temporal adecuado para solucionar este problema de los niños en casa. Porque no todo el mundo tiene dinero para pagar a quien dejar a cargo de los hijos, o no todo el mundo tiene abuelos, y aunque los tuviera, la solución no es pasarle la pelota a ellos.
¿Qué me contáis de la obligación a gastar una hora ¡e
incluso 2! para comer? Esto supone dilatar la jornada laboral por la tarde, de modo que cuando
llegas a casa tus hijos están ya medio acostados: la otra parte de la pareja es
la que se ha hecho cargo de todo, y tú has perdido un buen rato de estar con
tus hijos. Y bueno, si la familia es monoparental, ya apaga y vámonos, directamente...
Y seguro que hay mil ejemplos
más, pero no quiero hacer de esta una entrada infumable. Solo hacernos reflexionar
un poco, aunque creo que no somos precisamente nosotros, los padres blogueros,
los que necesitamos reflexionar sobre este asunto, porque lo vemos la mar de claro. Y los que deben pensar más acerca de este tema no quieren o no se dan por aludidos. Pero sí que estoy convencida de que está en nuestras manos hacer presión y obligar a mejorar las condiciones. Porque esto es una auténtica vergüenza.