Era su libro favorito. A Sofía le encantaba leer y
trasladarse a mundos que no podía visitar de otra manera, ¡y sin pagar por el
billete! Cualquier libro le valía, pero aquel… aquel era especial. Era el primero
que mamá le había leído. Habían hecho juntas el maravilloso viaje: árboles con
hojas plateadas, magia, valientes guerreras y el triunfo final. Por eso quería
guardarlo de un amanera especial.
Al principio pensó en meterlo en un saco. Pero aquel no era un lugar decente para él. Luego creyó conveniente envolverlo en un precioso trapo color calabaza, pero aunque la tela era muy bonita no era una buena solución, porque parecía que no quería leerlo nunca más y le relegaba a la jubilación.
Así que al final decidió que, precisamente porque era su libro favorito, debería dejarlo en la estantería para que la gente, y ella misma, pudiera leerlo siempre que quisiera.
Al principio pensó en meterlo en un saco. Pero aquel no era un lugar decente para él. Luego creyó conveniente envolverlo en un precioso trapo color calabaza, pero aunque la tela era muy bonita no era una buena solución, porque parecía que no quería leerlo nunca más y le relegaba a la jubilación.
Así que al final decidió que, precisamente porque era su libro favorito, debería dejarlo en la estantería para que la gente, y ella misma, pudiera leerlo siempre que quisiera.