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Maternidad de la A a la Z: O de ornamentar

jueves, 20 de febrero de 2014

A la sociedad le gusta, de manera general, decorar. Le gustar ORNAMENTAR a los niños y sobre todo a los bebés. Los adornamos cual árboles de navidad. Seguro que todos hemos visto niños que hemos pensado: ¡pero pobre criatura! ¿A dónde la llevarán así? Y yo soy la primera pasada de rosca, no adornando a los niños, que no me va mucho, pero quizá poniéndole ropa muchas veces que por no pecar de cursi y recargada peca de todo lo contrario y la pobre parece de las fuerzas armadas...

Lo que me parece más light es el tema de los pendientes. En parte quizá porque es algo completamente incorporado a nuestra cultura y estamos acostumbrados a ellos. Y por otro lado también porque es algo pequeño y discreto que pasa más desapercibido.

Cuando nació Mollete yo quería hacerle agujeros, en parte porque pensaba en mi caso: si mis padres no me los hubieran hecho, yo de mayor no me habría agujereado las orejas porque soy una cagada de la vida. Sí, lo reconozco: una CAGADA. Soporto vacunas, inyecciones y vías sin problemas. Pero no que me agujereen de manera gratuita. Así que yo estaba empeñada en hacerle los agujeros por si resultaba que Mollete salían tan cagona como la madre (os puedo adelantar que por ahora no tiene pinta). Papá Mollete, por su parte, no quería hacerle agujeros, exponiendo que fuera ella quien lo decidiera. A mí no me convencía mucho este alegato y decidí que ya que ahora recomiendan esperar 3 meses antes de hacerlos (dicen que si no puede no quedar centrado el agujero), dejaría pasar ese tiempo sin discutir a ver si para entonces se le había pasado la cabezonada y le poníamos los pendientes a Mollete.

Imagen tomada de bebes2.com

Y pasó todo lo contrario: ahora que veo esos preciosos lóbulos intactos soy yo la que no quiere tocárselos, hasta llegar al punto de que me parece una salvajada. Y pensaréis: ¡menuda exagerada extremista! Pues mira, sí, eso es lo que me parece. Me parece bien que la gente se los haga si les apetece, pero no que se los hagan por defecto a los niños. Quiero educarla en el respeto a los demás dando ejemplo de que le respeté a ella. Por supuesto respeto a los padres que deciden hacerlo. En definitiva, mi hija, por el momento, se va a quedar con las orejas libres de decoración. Pero como os comentaba, los pendientes una vez puestos no me parece que queden feos, ni exagerados, ni fuera de lugar (salvo si son los del oso de Tous, ¡no puedo con él! Es que parece que tiene amigdalitis o que se ha puesto silicona en los pechos, no me digáis...). De hecho, como madrina le he regalado unos pendientes a mi ahijada...

Ahora, hay otras cosas que de verdad me parecen crímenes ornamentales. Por ejemplo, esos pobres bebés a los que visten como bebés antiguos, con unos trajes que podrán ser monísimos (a mí la mayoría tampoco me lo parecen, aunque reconozco el gran trabajo que suelen llevar detrás) pero que a incomodidad no les gana ningún otro. Los bebés me dan mucha grima porque parecen muñecos de porcelana o las Mariquita Pérez de nuestras madres. Lo que me parece ya el súmmum es cuando les cascan la capota, sea invierno o verano, vayan a una boda o de paseo al parque… El bebé, indefenso, no puede escaparse ¡¡¡Y ZAS!!!, capota al canto. A mí, con esto, ya me da el yuyu definitivo…


Imagen tomada de inmamariquita.galeon.com

Pero para mí, lo peor de lo peor, son las cintas esas para la cabeza que se han puesto tan de moda. Suelen ser anchas, entiendo que para que se agarren mejor, y a menudo llevan un lazo o una flor a modo de repollo. No se sabe si el bebé lleva un huerto en la cocorota o si le han abierto la cabeza en un accidente… Y hombre, algún bebé precioso se salva… Pero señores, aunque seamos amantísimos padres, orgullosos de sus bebés, lo cierto es que no todos los bebés son bonitos. No solo no todos no son guapos, sino que hay muchos feos (y eso que desde que soy madre tiendo a ver bonitos bebés que en condiciones normales vacía de hormonas me parecerían feos de verdad). Si encima a estos pobres bebés les plantas semejante adorno en la testa, el susto que se llevas uno es grande…

Incluso esta niña tan bonita no puede evitar el efecto repollo.
Imagen tomada de www.etsy.com

Y lo que sí que no me gusta nada, pero nada nada nada, son esas sesiones de fotos que se han puesto de moda en las que se adorna a los niños como si fueran mayores, o con elementos nada acordes a su edad. No dudo en absoluto de la calidad de las fotografías, porque seguramente los que las han hecho sean unos grandísimos profesionales, pero la estética no me gusta nada de nada. Yo soy más de captar al bebé tal y como es. No hay nada más grandioso que la belleza de los niños por el mero hecho de ser eso, niños. Os recuerdo la sesión de fotos que me hizo mi amiga Sara Lobla. Son este tipo de fotos las que a mí me parece que encierran más belleza y más verdad. Aprovecho y le agradezco una vez más su dedicación aquella tarde, ¡y todo por amor al arte!
Imagen tomada de articulo.mercadolibre.com.ar

Como ejemplo, este tipo de imágenes son las que a mí me gustan para captar quién es mi hija y tener un bonito recuerdo que no solo me parezca bello, sino que me remueva todo mi interior y rememore esos momentos fantásticos que compartimos juntas...


Así que desde aquí lanzo un grito de auxilio, una petición de ayuda, en nombre de todos esos bebés indefensos que no tienen la culpa de lo desequilibrados que estamos sus padres (¡yo la primera, ojo!)