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Nuestra primera provocación

jueves, 25 de febrero de 2016


prueba-provocacion-leche
Las provocaciones con el alimento alérgeno son un paso inevitable en la vida de un alérgico. Hace un par de semanas le tocó a mi peque. La verdad es que estaba muy confiada cuando acudimos a la provocación con el huevo, porque teníamos sospecha de una alergia que, afortunadamente, quedó en nada. Pero allí vi a un peque con APLV no mediada como la mía que se puso malísimo vomitando sin parar a las dos horas de haber ingerido la leche. Y aquella escena minó mi moral. Fue una tontería, y lo sé. Porque lo que le suceda a una persona ¡nada tiene que ver con lo que le suceda a otra! Pero en aquel momento mi mundo happy flower quedó a un lado y empecé a ser consciente de que quizá nuestra provocación no saliera bien.

Así que al final acudí el día de la cita con bastante miedo. Para empezar fue un infierno porque la peque, que no había tomado nunca antes leche directamente, rechazó de pleno el nuevo sabor. A eso le unimos que es de mal comer. Y que la leche la toma de la teta de mamá: no quiere saber nada de biberones. De vasos sí, pero solo para el agua. Vamos, que no había manera de colársela... así que tuvimos que estar a jeringuillazo limpio. No nos quedaba otra. Ella lloraba y yo no quería mirar, porque me sentía la peor madre del mundo haciendo eso. Pero ¿qué opción tenía? Teníamos que salir de dudas de alguna manera porque esta alergia no da la cara ni en piel ni en sangre.