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En busca de un nuevo embarazo

jueves, 29 de mayo de 2014


No son momentos fáciles. A ver, no los comparo a enfermedades duras o a la pérdida de un ser querido, pero en estos momentos estoy hecha un lío.

Como casi todos sabéis, en junio del año pasado empezamos a buscar un nuevo embarazo, y la verdad que sin comerlo ni beberlo (vamos, sin tomárnoslo demasiado en serio) llegó en septiembre. Pero hubo mala suerte y perdimos a nuestro Garbancito. Una vez superado el tiempo prudente de espera recomendado por los médicos dejamos pasar un par de meses más porque las cosas no estaban muy claras con la salud de mi padre y no me sentía yo con ganas de mucho en esos momentos. Pero en cuanto se aclaró la situación nos abrimos de nuevo a la llegada de un nuevo enano. 

Y lo que está sucediendo es lo que no me pasó en ninguna de las dos veces anteriores: me estoy poniendo ansiosa. Y manda narices, ¿no? Porque a la vejez, viruelas. Si no me ha ocurrido las otras veces, ¿por qué en esta sí?

Pues se juntan varias cosas. Para empezar imagino que el aborto está influyendo negativamente en esta impaciencia. Digamos que ya va a hacer un año desde que empezamos esa búsqueda y no hemos tenido el resultado esperado. Sé que no es como no haberme quedado embarazada por en medio, pero la cabeza lleva su ritmo y sus percepciones son así, muy sui géneris. Ve las cosas como quiere, y por más que la intentas aleccionar de que eso no es como ella lo ve, se empeña y se empeña en sus ideas.


Por otro lado está la duda de si tu cuerpo funciona bien. Lo he hablado con varias mamis que tuvieron un aborto y muchas coinciden en haber pasado por esto. Y la teoría también me la sé: a tu cuerpo no le pasa absolutamente nada. Los abortos son cosas que suceden. De hecho mi ginecóloga, tras el aborto, me dijo: como ves no tienes problemas para quedarte embarazada, así que paciencia que llegará. ¡Y tiene toda la razón del mundo! Pero cuando una tiende a ser Mari Angustias, que es lo que soy yo, todas las razones bien cimentadas no tienen ningún peso en esta cabeza de chorlito. Y de nuevo, venga a decirle a la cabeza que no tiene razón. Pero ella, una vez más, a lo suyo.

Y por otro lado me agobia pensar que el tiempo pasa y voy cumpliendo años. Ya son 34 castañas. Ahora muchas me diréis que no es nada, y es verdad que las mujeres tienen hijos siendo bastante mayores. Pero lo que es cierto es que a cada año que pasa la fertilidad va bajando, disminuye la probabilidad de quedarte embarazada en cada ciclo y aumentan las posibilidades de sufrir abortos y alteraciones genéticas. Y eso está ahí y no deja de rondarme la cabeza. Ya sé que lo normal es que no pase nada, pero las cosas son como son y puede tocarte a ti. Y para un segundo hijo quizá no sea tarde, pero me agobia la idea de ir a por un tercero (que me encantaría) siendo quizá ya demasiado mayor.


Cada una de estas paranoias por sí sola quizá no tendría mucho peso y haciendo un esfuerzo podría controlarlas. Pero se juntan las 3 y cuando una la tienes a raya, una de las otras decide que es su momento para destacar. Y así no hay manera. De modo que me toca aplicarme a fondo para encerrarlas a las 3 en una caja de plomo y tirarlas a la Fosa de las Marianas para que no vuelvan a salir.

Voy a intentar proseguir esta búsqueda sin darle importancia. Llegará, lo sé. Y será cuando tenga que ser. Sin prisas y sin plazos.




La vuelta al mundo en 80 partos: El embarazo y el parto en Alemania

lunes, 19 de mayo de 2014

Seguimos con la vuelta al mundo dando a luz. La primera escala fue en nuestras antípodas, Nueva Zelanda. Si no la has leído y te pica la curiosidad pincha aquí.

Hoy otra buena amiga, que reside en Alemania, nos cuenta su experiencia. Empiezo a ver que por ahí fuera de nuestras fronteras dan muchas más posibilidades para el parto que no sean ponerte en la cama de estribos. Vamos a tener que ir aprendiendo, ¿no os parece?



Antes de comenzar, me gustaría agradecer la oportunidad de escribir en este blog. ¡Me siento muy honrada! 

Este post trata sobre cómo trae la cigüeña los niños al mundo en Alemania. Existen varias modalidades de "aterrizaje":

- En casa (rodeada de matronas)

- En una Geburtshaus, que es una especie de clínica llevada sólo por matronas. Puede o no haber un médico y aunque tienen algunos medios para ayudar en el parto que no están disponibles si te decides a dar a luz en casa, no tienen todo lo que se necesita en caso de que se tuerza.

- En un hospital. Si te decides por un hospital tienes dos opciones: hacerlo de forma ambulante o, digamos, clásica. De forma ambulante supone que te plantas en el hospital, el niño nace y a partir de unas 6 horas tras el parto (creo que son 6) donde comprueban que todo va bien, te dejan marcharte a tu casa. Hacerlo de forma "clásica" es simplemente ir al hospital, dar a luz allí y quedarte, si todo va bien, 3 días tras un parto vaginal (5 si es por cesárea).

Hasta que nace el niño, has ido cada cuatro semanas al ginecólogo hasta la semana 34 y después, cada dos. Tras la fecha calculada, día sí, día no, te presentas o bien en el ginecólogo, o bien en el hospital que has elegido. Una vez que estás en casa después del parto, una matrona viene a veros al niño y a ti durante un mes, hasta la primera revisión pediátrica fuera del hospital. Al principio con más frecuencia y te va ayudando y enseñando a cuidar del niño (por ejemplo, a bañarlo) y además comprueba que con él está todo bien (por ejemplo, el cordón umbilical, el peso) y contigo también (el sangrado, el útero...).

Nosotros decidimos ir a un hospital con todos los perendengues de hospital (incluyendo neonatología, prematuros, uci pediátrica, etc., que no todos los hospitales tienen). Dos de las cosas que al principio me llamaron la atención (comparado con lo que sé de España) son: que aquí no te ponen un enema si no lo pides ex profeso porque es la ilusión de tu vida o algo así (!) y no te hacen episiotomía por sistema, sólo si es necesario. En ese sentido son más respetuosos con el parto y se adaptan más a ti que en España. 


En primer lugar, tienes una entrevista en el hospital que elijas en la semana 30 donde rellenas todo el papeleo, te presentas, explicas tu historia clínica, tu embarazo si ha habido complicaciones... y lo dejas todo listo para que el día D no te tengas que preocupar de nada y estén sobre aviso si tienen que estar pendientes de algo. 

Además, dejas dicho (por escrito, en entrevista con una matrona, que lo anota todo) tu plan de parto, si es que quieres algo en especial (o no quieres). Por ejemplo, qué clase de anestesia, o ninguna anestesia, o parto en la bañera, lo que sea. Esto es, por supuesto, el plan que se sigue si las cosas van bien. Yo dije que quería que me avisaran de la proximidad del momento en el que la epidural ya no se fuera a poder poner, para juzgar yo si me encontraba bien para seguir con las contracciones "a pelo" o si abrazaba el maravilloso mundo de las drogas. Si no lo hubiera dicho, probablemente no me habrían avisado, porque a pesar de ser un hospital, son un tanto hippies (parto "natural", blabla). 

También me dieron el teléfono del ala de partos para llamar directamente si tenía alguna pregunta o para avisar de que íbamos para allá cuando llegase la hora.

Hasta aquí, es lo general. En todos los casos que conozco ha sido así, más o menos. Ahora, mi experiencia particular: 

El nene se empezó a presentar a las 3 de la mañana. Como buenos futuros papás y superemocionados, cronometrábamos la duración de las contracciones y la frecuencia. Cuando nos pareció que "ya era la hora" llamamos al teléfono que me habían dado, les contamos cómo iba y nos dijeron que fuéramos ya. 

Nos adjudicaron una habitación (no hay sala de dilatación y sala de partos, lo haces todo en el mismo sitio) y una matrona (que era una sosaina, pero de eso no tiene nadie la culpa). En la habitación (y esto es así en los dos hospitales que visitamos antes de decidirnos, lo que me hace pensar que es así en todos los sitios) tienes a tu disposición:

- Cama (sin estribos, aunque se puede reconvertir en cama con estribos si es necesario)
- Taburete
- Taburete con agujero para dar a luz
- Cuarto de baño enorme
- Bañera (para relajarte o para dar a luz)

Y para agarrarse o estirarse durante las contracciones:

- Espaldera
- Trapo que cuelga del techo
- Cuerda que cuelga del techo


El proceso fue, bueno, pues el de un parto normal. Las contracciones eran cada vez más intensas a medida que dilataba. Para combatir el dolor había homeopatía (les encanta), velas de colores y cosas así, amén de los ya mencionados artilugios colgantes. La matrona va sugiriéndote posturas, va trayéndote analgésicos (homeopáticos o no, me trajeron incluso paracetamol) y comprueba cómo vas. En un momento y siguiendo mi plan de parto me avisó de que la epidural, o ahora o nunca (dije que "ahora", por si alguien se lo pregunta). Se hicieron un tanto los longuis (unas horitas de nada, que ya he dicho que son un poco hippies, mira, que te tenemos que hacer un análisis, mira, que hay que esperar a los resultados, blabla) pero al final me la pusieron. Venía con un dosificador, para ajustar la dosis al dolor que estaba sintiendo en cada momento. Cuando ya había dilatado lo suficiente no me dejaron apretar más el botoncito para subir la dosis (no sé muy bien por qué, supongo que porque no daba tiempo ya a que hiciera efecto) y la matrona me dijo que me tumbase de lado en la cama. Así pasé las primeras contracciones de la fase de expulsión y he de decir que se empuja fenomenal. Durante todo el tiempo la matrona estuvo dándome masajes en el periné para que no hubiera desgarro (y no lo hubo). Como el nene no terminaba de salir del todo (tenía el cordón enrollado y eso le tiraba desde dentro un poquito), la matrona llamó a la médico que me ayudó empujando la tripa por arriba durante dos contracciones. Para esto, claro, tuve que ponerme boca arriba y no me gustó nada. Mucho mejor de lado. Sin duda. En mi caso, por lo menos. Pero bueno, no había más remedio, contracción, contracción, niño fuera :D  

Otra de las cosas que me gustó (una tontería, pero bueno) fue que no había un foco de luz halógena apuntando inclemente, sino un par de lámparas encendidas en diferentes puntos de la habitación (eran las 10 de la noche, así que no entraba luz por la ventana ya). Por alguna razón me parecía más lógico y agradable estar así (no lo decidí yo lo de no dar más luz, lo decidió la matrona quien argumentó que el niño sale de un lugar oscuro y no le apetece tener un foco en la cara en el primer minuto de vida). Lo cual me parece de lo más lógico.

Durante todo el parto estás con la matrona (o con las matronas, si hay cambio de turno). En mi caso hubo que llamar al médico para "ayudarme" a empujar, pero si no hubiera sido necesario, el médico habría venido sólo al nacer el niño si hubiera hecho falta. Yo creo que conmigo sólo estuvo la ginecóloga, no hubo pediatra, que yo recuerde.



Al minuto de nacer, la matrona hizo las comprobaciones necesarias (supongo) muy rápido y, sin lavar, casi inmediatamente me pusieron el niño al pecho, piel con piel, una sensación maravillosa. Tan pequeñito, tan tierno...  Y eso que con casi 3.8 kg y 54 cm muy pequeñito no era. Igual da. Nos dejaron solos a los tres una media hora. He de decir que desde que llegamos al hospital estuve con mi marido en la habitación (excepto cuando vino la anestesista a poner la epidural). Al cabo de la media hora volvió la matrona para el alumbramiento de la placenta y cogió al nene un momentito para lavarlo un poco, pesarlo y medirlo.

En España creo que hacen muchas más comprobaciones en el momento del nacimiento, ¿puede ser?

Cuando ya estaba lista para volver a la habitación nos dieron la buena noticia de que mi marido se podía quedar a dormir. Habíamos pedido una habitación familiar para estar solos los tres. Es básicamente una habitación normal, pero en la segunda cama en vez de haber otra mamá, dormía él. Esto no lo cubre la seguridad social, claro, lo pagas aparte (le daban de comer también, pensión completa). Estuvo dos días, al tercero tuvo que marcharse porque necesitaban la cama para otra mamá. El niño estaba siempre conmigo, en una cunita de madera monísima que tenía una parte que se podía bajar para pegarla bien a la cama. 

¿Diferencias con España en la estancia hospitalaria post-parto? En general los hospitales son un poco distintos (los alemanes reciben pocas visitas y nunca ningún acompañante se queda a dormir en un sillón). El médico venía por las mañanas, las enfermeras y matronas pasaban a cada rato (o cuando llamabas) para ver qué tal ibas, para ayudarte con el pecho todo el tiempo que hiciera falta, por ejemplo. Y visitas de una "especialista en lactancia" también tuvimos. Por la noche las enfermeras venían y se llevaban un momentito al niño para lavarlo, pesarlo, medirle la temperatura, etc. Podías ir con ellas si estabas despierta. 

Ah, una gran diferencia: la comida, jeje. En un principio te alegras mucho porque puedes elegir entre varios menús y siempre hay algo que te gusta. Pero en el fondo era un horror, no por la comida en sí, que estaba buena, sino porque el desayuno (fantástico) era a las 7, la comida (razonablemente buena) a las 11:30 y la cena (consistente en dos rebanadas de pan y un par de lonchas de queso) la traían a las 5:30 y luego muérete de hambre hasta el día siguiente (o ataca la remesa de jamón ibérico que te han traído de España y que, después de 9 meses sin probarlo, te sabe a gloria bendita).

Los niños molestan: vecinos que destrozan un parque infantil.

martes, 13 de mayo de 2014


Pues hoy me levantaba feliz. Era de esos días en que todo va bien en tu vida, pinta bien la jornada, queda solo un día solo para coger un día de fiesta... y llegas al trabajo y te calientan.

Os voy a explicar: uno de mis compañeros de trabajo es papá de una niña de 2 años, nació solo unos días antes de Mollete. Va a una escuela infantil pública de su barrio, Moratalaz, en Madrid. Esta escuela tiene un espacio que no tenían habilitado para nada en particular y que no está vallado para separarlo de la vía pública. Los padres y la escuela pensaron que sería buena idea habilitarlo con mobiliario infantil de recreo para que los niños pudieran disfrutar de ello durante todo el día.


La idea fue acogida con entusiasmo por todos salvo por algunos vecinos de la zona, alegando que si se hacía esto, esta área sería usada para botellón. Que digo yo: ¿de verdad creen que la gente que va a hacer botellón busca exclusivamente un parque de niños? ¿De verdad creen que no les vale cualquier sitio para plantarse a beber? Es lo que tiene el botellón: es barato y lo puedes hacer en cualquier lado. Da igual si está habilitado para niños o no: si quieren hacer allí un botellón, lo harán igual. Así que ayer por la mañana hubo descusión con los vecinos respecto a esto. No sé cuáles serán las motivaciones reales de estas personas, pero desde luego esos argumentos que daban caían por su propio peso. ¿No será que no quieren escuchar durante todo el día las risas y juegos de los niños? ¿Tal vez les moleste, no vaya a ser que pongan una pizca de alegría en sus amargadas existencias?


Además es un espacio de la escuela del que ellos dispondrán como crean más conveniente y santas pascuas. No hay más que hablar. No van a hacer nada perjudicial para la zona, que no estamos hablando de un vertedero de basura, por favor.

El caso es que ayer por la tarde varios padres empezaron a trabajar para habilitar la zona. Mi compañero hizo un carro en el que los peques pudieran subirse. Otros padres hacían otras cosas. Después de una tarde invertida de la mejor manera posible (¿qué hay mejor que colaborar con que un niño sea feliz?) se fueron a casa a descansar. No sé si esta mañana la habrán empezado tan contentos como yo; lo que sí sé es que al llegar a la escuela el panorama que han visto no les ha gustado nada: los vecinos habían destruido por la noche lo que ellos, con tanta ilusión, había levantado por la tarde.

¿Qué clase de individuos son estos? ¿No se respeta ni siquiera a los niños? ¿No quieren que nadie les pertuber su paz, pero ellos juegan con las ilusiones de los demás?


Espero de verdad que la voluntad de estos padres no decaiga y que consigan habilitar ese parque. No se puede permitir que este tipo de gentuza se salga con la suya.

Cuidemos a los niños. Hagamos que sean felices para formar adultos alegres y comprometidos con la vida y las personas, porque eso es lo que hará que este mundo vaya algo mejor.


La vuelta al mundo en 80 partos: El embarazo y el parto en Nueva Zelanda

lunes, 12 de mayo de 2014

Varias amigas mías se han ido a vivir fuera de España, desde a sitios más cercanos como Alemania a sitios más lejanos, como Nueva Zelanda. Y resulta que se han ido quedando embarazadas. Esto me ha permitido conocer cómo entienden el embarazo y el parto en otros países y desde luego me he llevado sorpresas muy gratas, aunque bueno, es verdad que con otras me he quedado un poco ojiplática.

Una de mis mejores amigas, que vive en Nueva Zelanda, ha accedido a compartir con todos nosotros su experiencia. Sí, Nueva Zelanda, nuestras antípodas. Las antípodas de Madrid caen muy cerca de donde ella vive (si queréis ver cuáles son vuestras antípodas consultad esta web, que está muy chula). Desde luego yo me quedo con la sensación de que allí se respetan sobre manera tanto el embarazo como el parto. Me alegro de que haya podido elegir entre tantas opciones para poder tener el parto deseado y sabiendo siempre que ahí está el médico en caso de necesidad. Os invito a leerlo, merece la pena.

Además mi amiga nos recomienda leer este enlace en el que Mayim Bialik (actriz y doctora en neurociencia) da su opinión sobre la crianza, pues cree que es un magnífico resumen de cómo lo entienden en Nueva Zelanda


Lo primero a tener en cuenta es cómo funciona el sistema sanitario en Nueva Zelanda. Básicamente, todo va a través del médico de cabecera, que te refiere a un especialista en caso necesario, aunque hacen todo lo posible por evitar referirte a un especialista, pues las listas de espera son bien largas. Posiblemente no por la gran cantidad de población (4 millones en todo el país) sino más bien por la baja cantidad de médicos para atender a cada paciente.


En cualquier caso, mi experiencia es que los médicos aquí dejan mucho que desear. Parecen sólo atender bien las cosas básicas. Para lo complicado, o se dan por vencidos muy pronto, diciendo al paciente que no saben lo que tienen y allí te quedas (cosa que le ha sucedido a más de un conocido mío, una de ellas tardó meses en descubrir, por su cuenta, que era celiaca, ¡y da miedo pensar que tras tantas pruebas no supieron identificar el problema!) o se obsesionan con las enfermedades más raras de la historia. Al padre de una amiga, con problemas de corazón, no le han identificado la causa ¡y le han dicho que simplemente es viejo!, ¡ahí queda eso! No parece haber término medio. Lo curioso es que un médico de fuera lo tiene muy difícil para ejercer aquí, pues el examen que deben pasar es, al parecer, tremendamente difícil, y más de un médico de fuera ha tenido que volverse a su país tras fracasar en pasar dicho examen.

Así que dada la situación, uno podría pensar que con las embarazadas es más o menos lo mismo. Nada más allá de la realidad. Yo me he sorprendido muy gratamente en este sentido. Es un país muy amigo de los niños, y de alguna forma esto se nota en la forma en que tratan a las embarazadas y a los bebés.

Cuando te quedas embarazada, tienes básicamente dos opciones de seguimiento:
  • Seguimiento de un médico obstetra durante todo el embarazo, que te ve una vez al mes, prescribe todas las pruebas y es el que te atenderá en el parto. Esto cuesta unos 2000€ al cambio por todo el seguimiento, incluido el parto.
  • Seguimiento de una matrona durante todo el embarazo, que te ve una vez al mes, prescribe todas las pruebas y es la que te atenderá en el parto. Esta opción es gratuita.
En ambos casos, cualquier cosa relacionada con el embarazo (análisis de sangre, visitas al médico de cabecera, visitas a la matrona, y la mayoría de las ecografías, además de la estancia en el hospital, de máximo 3 días en un parto sin cesárea y hasta 5 en una cesárea) es totalmente gratis. Y en ambos casos dejas de ver al médico de cabecera durante el embarazo, salvo que lo necesites por algo que no pueda resolver el obstetra o la matrona.

Decidí coger la segunda opción, tratando de informarme de una buena matrona. Tuve la suerte de dar con una mujer asombrosa, con la que me he entendido de maravilla y que se ha convertido en casi una amiga. Es maravilloso pensar que durante todo tu embarazo ves a este persona, que te acaba conociendo, sabiendo cuáles son tus preferencias y que actuará de tu abogado-defensor durante el parto, pues sabe bien lo que quieres y lo que no.

Y es que las cosas en Nueva Zelanda son muy abiertas: hace unos años crearon este sistema de matronas y decidieron dar el poder de decisión a la madre y a la matrona. Y menuda maravilla es eso! Básicamente, puedes elegirlo todo: qué tests de embarazo hacerte, cómo quieres que sea el parto, los tests que hacerle al bebé cuando nazca…

Me sorprendió especialmente la libertad de elegir lo que quieres en el parto: puedes elegir dar a luz en casa o en el hospital. Si eliges el hospital, si todo va bien estarás en la sala de parto sólo con tu matrona y con quien quieres que esté contigo (familiares, amigos, etc.) pero sin ver a un médico. Si algo va mal, o necesitas epidural, o cesárea, etc., entonces te atenderá en médico obstetra que esté en el hospital en ese momento. Vamos, que los médicos están a mano, pero sólo si la matrona o las circunstancias lo requieren. Si no, la matrona es más que suficiente. Lo que hace tonto el pagar por que te atienda un médico. Sí, te ve una vez al mes durante el embarazo y luego aparece cuando esté el niño coronando, pero mientras tanto estás con las matronas del hospital, a las que no conoces (vamos, como en España). Si pides ir con matrona, la ventaja es que te atiende alguien a quien conoces y que vendrá el médico si hace falta. Si no, no aparecen. Otra cosa preciosa es que las matronas van escribiendo un librito con todo de lo que habláis en vuestras visitas, y otro sobre el parto., lo que va pasando a cada hora, etc. Al terminar de verte (a las 4-6 semanas de nacer el bebé) te dan una copia de ese librito, ¡que es un recuerdo precioso para toda la vida!


En cuanto a cómo dar a luz, puedes elegir también si quieres que sea tumbada en la cama, en la postura que te dé la gana, en el agua, etc. suelen tener bolas suizas en el hospital también, si las quieres. Si eliges que sea en el agua, puedes usar la bañera que las salas de parto tienen (tipo jacuzzi en general) o las matronas suelen tener piscinas hinchables que traen consigo. Para dar a luz en casa, también puedes alquilar una piscina, o que la matrona traiga la suya.

Cosas curiosas y bien distintas a Europa:
  • Aquí son muy propensos a recomendarte dar a luz ayudándote de la gravedad. Me han explicado en varias ocasiones cómo dar a luz tumbada es la peor postura tanto para la madre como para el bebé, que tiene que hacer el doble de esfuerzo para pasar la pelvis y doblar delante de la rabadilla, y cómo ésta se puede mover y dejar espacio para el bebé si estás de pie o agachada o en cualquier postura salvo tumbada. Saber esto me puso de muy mal humor, sabiendo cómo en Europa (estoy familiarizada con los sistemas en España, Suiza, Italia y Alemania) básicamente te tumban en la cama y a empujar, poniéndote en la peor postura y sufriendo, y claro, luego te ofrecen la epidural para que no grites! ¿Por qué no ofrecen más opciones, me pregunto? Así que aquí recomiendan sobre todo estar agachada (en cuclillas), que es la postura que adoptaban las mujeres del antiguo Egipto. Tanta tecnología y hemos olvidado los conocimientos del pasado! De esta forma das mucho más espacio al bebé para salir. Y estar andando para ayudar con la gravedad se recomienda mucho también. La postura a cuatro patas también es poco dolorosa para la madre, y se recomienda también.

  • Son bastante reacios a utilizar cesárea, salvo en casos necesarios, hecho con el que estoy totalmente de acuerdo. Cuántas clínicas privadas españolas abusan de cesárea, dándote incluso cita para dar a luz meses antes de salir de cuentas!

  • También son bastante contrarios a utilizar paliativos para el dolor. Bueno, eso no está tan bien, pues es una decisión de la madre. Por supuesto, siempre lo puedes pedir tú, pero lo que no me gusta es que la matrona o el médico no te van a decir: “Si quieres epidural, ahora es el momento”. En general no lo dicen, y lo debes decidir tú, y puede que para cuando lo pidas ya se haya pasado el momento por ser demasiado tarde. Si estás segura de que quieres epidural, tienes que dejárselo muy claro a tu médico o matrona. Por supuesto, si al final te tienen que inducir el parto, es otro tema. Ahí ponen menos pegas a que pidas la epidural. No estoy segura de la razón. Creo que en parte es porque evitan cualquier tipo de intervención, primero por motivos económicos, pues el país no es muy rico, pero segundo por cómo son los neozelandeses: en un país tan lejos de todo acostumbrados a valerse por sí mismos, esta gente es muy sana y no abusan de medicamentos ni van mucho al médico. Hacen muchas cosas “a pelo”, que a un europeo puede no gustarle nada. Pero también puede abrirnos los ojos a otras formas de ver el embarazo y el parto, sin tanta intervención, inyección, cesáreas ni historias. Si coges a una buena matrona, ésta puede ayudarte a que tengas un buen parto sin necesidad de médicos, paliativos para el dolor, inducción, etc. Hacerlo lo más natural posible y tratar de ayudar a que no sea muy doloroso. Y además, la filosofía aquí es que, una vez tienen una intervención médica durante el parto, van todas seguidas: inducción indicaría necesidad de epidural, no puedes dar a luz en el agua…

  • Tests durante el embarazo: todo es absolutamente voluntario: todas las ecografías, pruebas, análisis de sangre, etc. Te dan la información para que tú tomes la decisión de si quieres hacerlo o no. Afirman que las ecografías son invasivas, y que la mujer tiene derecho a no querer hacerlas, por ejemplo, y ésa es una idea nueva en Europa. Esto tiene grandes desventajas también, pues a menudo no sabes bien cuán importante puede ser una prueba, ¡y te toca informarte por otro lado, preguntando en Europa, básicamente!

En resumen, mi experiencia durante el embarazo y el parto en Nueva Zelanda ha sido muy positiva y enriquecedora, y me ha hecho ver otras formas de ver las cosas, y, sobre todo, el descubrir que, al fin y al cabo, es un derecho de la mujer el decidir cómo desea tener un hijo, y nadie más debería intervenir en esa decisión.

Wellington, mayo 2014