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En busca de un nuevo embarazo

jueves, 29 de mayo de 2014


No son momentos fáciles. A ver, no los comparo a enfermedades duras o a la pérdida de un ser querido, pero en estos momentos estoy hecha un lío.

Como casi todos sabéis, en junio del año pasado empezamos a buscar un nuevo embarazo, y la verdad que sin comerlo ni beberlo (vamos, sin tomárnoslo demasiado en serio) llegó en septiembre. Pero hubo mala suerte y perdimos a nuestro Garbancito. Una vez superado el tiempo prudente de espera recomendado por los médicos dejamos pasar un par de meses más porque las cosas no estaban muy claras con la salud de mi padre y no me sentía yo con ganas de mucho en esos momentos. Pero en cuanto se aclaró la situación nos abrimos de nuevo a la llegada de un nuevo enano. 

Y lo que está sucediendo es lo que no me pasó en ninguna de las dos veces anteriores: me estoy poniendo ansiosa. Y manda narices, ¿no? Porque a la vejez, viruelas. Si no me ha ocurrido las otras veces, ¿por qué en esta sí?

Pues se juntan varias cosas. Para empezar imagino que el aborto está influyendo negativamente en esta impaciencia. Digamos que ya va a hacer un año desde que empezamos esa búsqueda y no hemos tenido el resultado esperado. Sé que no es como no haberme quedado embarazada por en medio, pero la cabeza lleva su ritmo y sus percepciones son así, muy sui géneris. Ve las cosas como quiere, y por más que la intentas aleccionar de que eso no es como ella lo ve, se empeña y se empeña en sus ideas.


Por otro lado está la duda de si tu cuerpo funciona bien. Lo he hablado con varias mamis que tuvieron un aborto y muchas coinciden en haber pasado por esto. Y la teoría también me la sé: a tu cuerpo no le pasa absolutamente nada. Los abortos son cosas que suceden. De hecho mi ginecóloga, tras el aborto, me dijo: como ves no tienes problemas para quedarte embarazada, así que paciencia que llegará. ¡Y tiene toda la razón del mundo! Pero cuando una tiende a ser Mari Angustias, que es lo que soy yo, todas las razones bien cimentadas no tienen ningún peso en esta cabeza de chorlito. Y de nuevo, venga a decirle a la cabeza que no tiene razón. Pero ella, una vez más, a lo suyo.

Y por otro lado me agobia pensar que el tiempo pasa y voy cumpliendo años. Ya son 34 castañas. Ahora muchas me diréis que no es nada, y es verdad que las mujeres tienen hijos siendo bastante mayores. Pero lo que es cierto es que a cada año que pasa la fertilidad va bajando, disminuye la probabilidad de quedarte embarazada en cada ciclo y aumentan las posibilidades de sufrir abortos y alteraciones genéticas. Y eso está ahí y no deja de rondarme la cabeza. Ya sé que lo normal es que no pase nada, pero las cosas son como son y puede tocarte a ti. Y para un segundo hijo quizá no sea tarde, pero me agobia la idea de ir a por un tercero (que me encantaría) siendo quizá ya demasiado mayor.


Cada una de estas paranoias por sí sola quizá no tendría mucho peso y haciendo un esfuerzo podría controlarlas. Pero se juntan las 3 y cuando una la tienes a raya, una de las otras decide que es su momento para destacar. Y así no hay manera. De modo que me toca aplicarme a fondo para encerrarlas a las 3 en una caja de plomo y tirarlas a la Fosa de las Marianas para que no vuelvan a salir.

Voy a intentar proseguir esta búsqueda sin darle importancia. Llegará, lo sé. Y será cuando tenga que ser. Sin prisas y sin plazos.