Llegó
el día. Muchos ya conocéis mis desventuras con los viajes a El Hierro; mi
relación de amor-odio con esta afortunada
isla. Cuando comenzó el proceso volcánico, allá por julio de 2011 –unos 3 meses
antes de la erupción de octubre-, yo ya estaba embarazada, con lo que no pude
viajar a El Hierro: había mucho trabajo de campo y mucho estrés y mi jefa
consideró que era más prudente que me quedara en Madrid para no llevarnos
ningún susto. Y a pesar de la ilusión que me hacía vivir el proceso en primera
persona desde la isla, agradecí este gesto, que en el fondo consideré también
como lo más adecuado.
Estoy de vuelta
martes, 21 de enero de 2014
Pues aquí estoy, sentada en el ordenador con la cabeza totalmente vacía... como con la primera entrada. No, peor. Porque ahora sé que en otra vida fui capaz de escribir cosas. Quizá no buenas. Quizá no interesantes. Pero catárticas para mí. Una cura, señores. A veces me salía hasta solo... pero hoy estoy intentado retomar mi vida bloguera y no sale nada...
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