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La vuelta al mundo en 80 partos: El embarazo y el parto en Nueva Zelanda

lunes, 12 de mayo de 2014

Varias amigas mías se han ido a vivir fuera de España, desde a sitios más cercanos como Alemania a sitios más lejanos, como Nueva Zelanda. Y resulta que se han ido quedando embarazadas. Esto me ha permitido conocer cómo entienden el embarazo y el parto en otros países y desde luego me he llevado sorpresas muy gratas, aunque bueno, es verdad que con otras me he quedado un poco ojiplática.

Una de mis mejores amigas, que vive en Nueva Zelanda, ha accedido a compartir con todos nosotros su experiencia. Sí, Nueva Zelanda, nuestras antípodas. Las antípodas de Madrid caen muy cerca de donde ella vive (si queréis ver cuáles son vuestras antípodas consultad esta web, que está muy chula). Desde luego yo me quedo con la sensación de que allí se respetan sobre manera tanto el embarazo como el parto. Me alegro de que haya podido elegir entre tantas opciones para poder tener el parto deseado y sabiendo siempre que ahí está el médico en caso de necesidad. Os invito a leerlo, merece la pena.

Además mi amiga nos recomienda leer este enlace en el que Mayim Bialik (actriz y doctora en neurociencia) da su opinión sobre la crianza, pues cree que es un magnífico resumen de cómo lo entienden en Nueva Zelanda


Lo primero a tener en cuenta es cómo funciona el sistema sanitario en Nueva Zelanda. Básicamente, todo va a través del médico de cabecera, que te refiere a un especialista en caso necesario, aunque hacen todo lo posible por evitar referirte a un especialista, pues las listas de espera son bien largas. Posiblemente no por la gran cantidad de población (4 millones en todo el país) sino más bien por la baja cantidad de médicos para atender a cada paciente.


En cualquier caso, mi experiencia es que los médicos aquí dejan mucho que desear. Parecen sólo atender bien las cosas básicas. Para lo complicado, o se dan por vencidos muy pronto, diciendo al paciente que no saben lo que tienen y allí te quedas (cosa que le ha sucedido a más de un conocido mío, una de ellas tardó meses en descubrir, por su cuenta, que era celiaca, ¡y da miedo pensar que tras tantas pruebas no supieron identificar el problema!) o se obsesionan con las enfermedades más raras de la historia. Al padre de una amiga, con problemas de corazón, no le han identificado la causa ¡y le han dicho que simplemente es viejo!, ¡ahí queda eso! No parece haber término medio. Lo curioso es que un médico de fuera lo tiene muy difícil para ejercer aquí, pues el examen que deben pasar es, al parecer, tremendamente difícil, y más de un médico de fuera ha tenido que volverse a su país tras fracasar en pasar dicho examen.

Así que dada la situación, uno podría pensar que con las embarazadas es más o menos lo mismo. Nada más allá de la realidad. Yo me he sorprendido muy gratamente en este sentido. Es un país muy amigo de los niños, y de alguna forma esto se nota en la forma en que tratan a las embarazadas y a los bebés.

Cuando te quedas embarazada, tienes básicamente dos opciones de seguimiento:
  • Seguimiento de un médico obstetra durante todo el embarazo, que te ve una vez al mes, prescribe todas las pruebas y es el que te atenderá en el parto. Esto cuesta unos 2000€ al cambio por todo el seguimiento, incluido el parto.
  • Seguimiento de una matrona durante todo el embarazo, que te ve una vez al mes, prescribe todas las pruebas y es la que te atenderá en el parto. Esta opción es gratuita.
En ambos casos, cualquier cosa relacionada con el embarazo (análisis de sangre, visitas al médico de cabecera, visitas a la matrona, y la mayoría de las ecografías, además de la estancia en el hospital, de máximo 3 días en un parto sin cesárea y hasta 5 en una cesárea) es totalmente gratis. Y en ambos casos dejas de ver al médico de cabecera durante el embarazo, salvo que lo necesites por algo que no pueda resolver el obstetra o la matrona.

Decidí coger la segunda opción, tratando de informarme de una buena matrona. Tuve la suerte de dar con una mujer asombrosa, con la que me he entendido de maravilla y que se ha convertido en casi una amiga. Es maravilloso pensar que durante todo tu embarazo ves a este persona, que te acaba conociendo, sabiendo cuáles son tus preferencias y que actuará de tu abogado-defensor durante el parto, pues sabe bien lo que quieres y lo que no.

Y es que las cosas en Nueva Zelanda son muy abiertas: hace unos años crearon este sistema de matronas y decidieron dar el poder de decisión a la madre y a la matrona. Y menuda maravilla es eso! Básicamente, puedes elegirlo todo: qué tests de embarazo hacerte, cómo quieres que sea el parto, los tests que hacerle al bebé cuando nazca…

Me sorprendió especialmente la libertad de elegir lo que quieres en el parto: puedes elegir dar a luz en casa o en el hospital. Si eliges el hospital, si todo va bien estarás en la sala de parto sólo con tu matrona y con quien quieres que esté contigo (familiares, amigos, etc.) pero sin ver a un médico. Si algo va mal, o necesitas epidural, o cesárea, etc., entonces te atenderá en médico obstetra que esté en el hospital en ese momento. Vamos, que los médicos están a mano, pero sólo si la matrona o las circunstancias lo requieren. Si no, la matrona es más que suficiente. Lo que hace tonto el pagar por que te atienda un médico. Sí, te ve una vez al mes durante el embarazo y luego aparece cuando esté el niño coronando, pero mientras tanto estás con las matronas del hospital, a las que no conoces (vamos, como en España). Si pides ir con matrona, la ventaja es que te atiende alguien a quien conoces y que vendrá el médico si hace falta. Si no, no aparecen. Otra cosa preciosa es que las matronas van escribiendo un librito con todo de lo que habláis en vuestras visitas, y otro sobre el parto., lo que va pasando a cada hora, etc. Al terminar de verte (a las 4-6 semanas de nacer el bebé) te dan una copia de ese librito, ¡que es un recuerdo precioso para toda la vida!


En cuanto a cómo dar a luz, puedes elegir también si quieres que sea tumbada en la cama, en la postura que te dé la gana, en el agua, etc. suelen tener bolas suizas en el hospital también, si las quieres. Si eliges que sea en el agua, puedes usar la bañera que las salas de parto tienen (tipo jacuzzi en general) o las matronas suelen tener piscinas hinchables que traen consigo. Para dar a luz en casa, también puedes alquilar una piscina, o que la matrona traiga la suya.

Cosas curiosas y bien distintas a Europa:
  • Aquí son muy propensos a recomendarte dar a luz ayudándote de la gravedad. Me han explicado en varias ocasiones cómo dar a luz tumbada es la peor postura tanto para la madre como para el bebé, que tiene que hacer el doble de esfuerzo para pasar la pelvis y doblar delante de la rabadilla, y cómo ésta se puede mover y dejar espacio para el bebé si estás de pie o agachada o en cualquier postura salvo tumbada. Saber esto me puso de muy mal humor, sabiendo cómo en Europa (estoy familiarizada con los sistemas en España, Suiza, Italia y Alemania) básicamente te tumban en la cama y a empujar, poniéndote en la peor postura y sufriendo, y claro, luego te ofrecen la epidural para que no grites! ¿Por qué no ofrecen más opciones, me pregunto? Así que aquí recomiendan sobre todo estar agachada (en cuclillas), que es la postura que adoptaban las mujeres del antiguo Egipto. Tanta tecnología y hemos olvidado los conocimientos del pasado! De esta forma das mucho más espacio al bebé para salir. Y estar andando para ayudar con la gravedad se recomienda mucho también. La postura a cuatro patas también es poco dolorosa para la madre, y se recomienda también.

  • Son bastante reacios a utilizar cesárea, salvo en casos necesarios, hecho con el que estoy totalmente de acuerdo. Cuántas clínicas privadas españolas abusan de cesárea, dándote incluso cita para dar a luz meses antes de salir de cuentas!

  • También son bastante contrarios a utilizar paliativos para el dolor. Bueno, eso no está tan bien, pues es una decisión de la madre. Por supuesto, siempre lo puedes pedir tú, pero lo que no me gusta es que la matrona o el médico no te van a decir: “Si quieres epidural, ahora es el momento”. En general no lo dicen, y lo debes decidir tú, y puede que para cuando lo pidas ya se haya pasado el momento por ser demasiado tarde. Si estás segura de que quieres epidural, tienes que dejárselo muy claro a tu médico o matrona. Por supuesto, si al final te tienen que inducir el parto, es otro tema. Ahí ponen menos pegas a que pidas la epidural. No estoy segura de la razón. Creo que en parte es porque evitan cualquier tipo de intervención, primero por motivos económicos, pues el país no es muy rico, pero segundo por cómo son los neozelandeses: en un país tan lejos de todo acostumbrados a valerse por sí mismos, esta gente es muy sana y no abusan de medicamentos ni van mucho al médico. Hacen muchas cosas “a pelo”, que a un europeo puede no gustarle nada. Pero también puede abrirnos los ojos a otras formas de ver el embarazo y el parto, sin tanta intervención, inyección, cesáreas ni historias. Si coges a una buena matrona, ésta puede ayudarte a que tengas un buen parto sin necesidad de médicos, paliativos para el dolor, inducción, etc. Hacerlo lo más natural posible y tratar de ayudar a que no sea muy doloroso. Y además, la filosofía aquí es que, una vez tienen una intervención médica durante el parto, van todas seguidas: inducción indicaría necesidad de epidural, no puedes dar a luz en el agua…

  • Tests durante el embarazo: todo es absolutamente voluntario: todas las ecografías, pruebas, análisis de sangre, etc. Te dan la información para que tú tomes la decisión de si quieres hacerlo o no. Afirman que las ecografías son invasivas, y que la mujer tiene derecho a no querer hacerlas, por ejemplo, y ésa es una idea nueva en Europa. Esto tiene grandes desventajas también, pues a menudo no sabes bien cuán importante puede ser una prueba, ¡y te toca informarte por otro lado, preguntando en Europa, básicamente!

En resumen, mi experiencia durante el embarazo y el parto en Nueva Zelanda ha sido muy positiva y enriquecedora, y me ha hecho ver otras formas de ver las cosas, y, sobre todo, el descubrir que, al fin y al cabo, es un derecho de la mujer el decidir cómo desea tener un hijo, y nadie más debería intervenir en esa decisión.

Wellington, mayo 2014