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Enfrentarse a un aborto espontáneo: consejos prácticos

lunes, 18 de noviembre de 2013

Esta entrada tiene un carácter meramente informativo, nada de morboso. La necesidad me surge porque en el momento de enfrentarme al aborto espontáneo me han ayudado las experiencias de amigas y conocidas, sobre todo del mundo 2.0, donde es más fácil llegar a más número de personas en el mismo tiempo. Antes de poder hablar con todas ellas busqué en internet acerca de los procedimientos médicos para la expulsión de todo lo que alberga el útero ya que tenía que decidir en 1h qué opción quería, y si bien del legrado pude encontrar sitios serios que me ayudaron, de las pastillas lo que encontré mayoritariamente fueron webs para la interrupción voluntaria del embarazo. Por un lado no me ofrecían ningún tipo de información certera acerca del proceso y sobre qué podía esperar de él, y para colmo me venía abajo viendo casos de mujeres que por decisión personal no querían seguir adelante con su embarazo cuando yo acababa de perder el bebé que tanto deseaba.

Muchos estaréis pensando que para resolver las dudas están los médicos, y estamos de acuerdo. Ante todo, preguntad, preguntad y por si acaso, volved a preguntar. No os quedéis con ninguna duda porque es una decisión importante la que vais a tomar. Pero puede ser que os pase como a mí: recibí respuesta a casi todas mis preguntas, menos para una que para mí era fundamental. Lo comentaré un poco más adelante. Primero quiero ir introduciendo el tema.

Voy a intentar presentar datos e información real, a parte de mi experiencia personal. Escribo esta entrada con el documento de información que me dieron en el hospital de La Paz, en Madrid, es decir, con datos médicos reales.

No voy a descubrir nada nuevo pero quiero recordar que el aborto espontáneo en el primer trimestre de gestación es una patología que afecta aproximadamente al 15% de embarazos que ya han sido diagnosticados, es decir, que hay también pérdidas antes de que la mujer sepa que está embarazada (la típica frase uy, se me ha retrasado la regla 12 días muchas veces es un embarazo que no ha cuajado), pero son eliminados naturalmente por el organismo. Por tanto estamos hablando de algo que es muy frecuente, aunque este hecho no lo haga menos doloroso. Si os pasa no os asustéis ni os torturéis pensando que algo va mal con vuestro cuerpo, porque no es así.

Quiero puntualizar que para casos más especiales, como un embarazo ectópico, los pasos a seguir y el tratamiento no tienen nada que ver con lo que yo estoy relatando aquí. Y que hay otros casos de aborto espontáneo en los que el cuerpo lleva a cabo el proceso de evacuación sin necesidad de ningún tratamiento.

Normalmente la señal de alarma la da un sangrado, que puede ser más o menos abundante. El mío, como ejemplo, fue muy muy leve, apenas un manchado. Sin embargo hay otros casos en que el aborto se diagnostica en una ecografía rutinaria de control. Y en otros muchos casos más este sangrado es una simple señal de alarma para que la mujer embarazada guarde reposo. Tras tomarse la vida de un modo más calmado y tras unos pocos meses más, la mujer tendrá entre sus brazos un precioso bebé. Así que si comenzáis a sangrar no os pongáis nerviosas, porque muy probablemente no sea más que un susto.

Ante un aborto espontáneo hay que tomar decisiones bastante rápidas, incluso teniendo que aparcar momentáneamente la parte emocional que se te viene encima para poder pensar racionalmente, porque en el hospital te van a dejar solamente un rato para decidir cómo quieres ser tratada. Está claro que hay que expulsar todo lo que está albergando el útero en ese momento, que son el embrión, sangre, y algún producto más. Para esto hay dos métodos, aunque tras hablar con varias amigas he visto que a muchas de ellas no les ofrecieron la posibilidad de elegir y directamente le impusieron uno de ellos.

1) El legrado: es quizá el método más empleado hasta la fecha. Requiere ingreso en el hospital y el uso de anestesia (a veces general, a veces es solamente sedación). El dato importante es que, aunque es una técnica muy sencilla y breve (dura entre 30 minutos y 1 hora) y si todo va bien el alta te la pueden dar incluso el mismo día, no deja de ser una intervención quirúrgica, lo que quiere decir que implica una serie de riesgos. Entre el 6 y el 8% de legrados se complican. Que este dato tampoco asuste,  porque una complicación puede ser simplemente que queden restos y por tanto haya que repetir el legrado. Aunque puede darse alguna complicación más seria, muy ocasionalmente. Con esto no pretendo asustaros, sino que tengáis la información necesaria que me dieron a mí para poder decidir. Repito que estos datos los estoy sacando directamente  del consentimiento informado que me dieron a mí en el hospital.

Este procedimiento suele requerir la dilatación del cuello uterino en muchos casos y los productos del embarazo son retirados con material quirúrgico o bien mediante aspiración. En ocasiones, aunque no es lo habitual, se suele necesitar un segundo legrado para terminar la limpieza del útero, como ya os he comentado antes.

2) Las pastillas: es un tratamiento alternativo que busca evacuar el contenido uterino sin usar técnicas invasivas, aunque no siempre se consigue. Solo se puede usar hasta la semana 13 de gestación y en embarazos de un solo embrión.

Para saber si se está en condiciones de llevar el tratamiento se realizarán análisis de sangre. El procedimiento consiste en introducir en la vagina una dosis de prostaglandina. En mi caso se usó misoprostol. Esta sustancia provoca contracciones y dilata el cuello del útero de modo similar a como las provoca la oxitocina cuando llega la necesidad de inducir el trabajo de parto al final del embarazo, aunque según me explicó una de las médicas que me atendió, no por el mismo mecanismo, ya que el útero no es sensible a la oxitocina hasta el final del embarazo.

Tras haber colocado las pastillas en la vagina la mujer podrá irse a casa, donde se llevará a cabo todo el proceso. Si os dicen que si os encontráis bien os podéis ir a trabajar (a mí me dijeron esto) mi opinión es que no hagáis ni caso. Esto es un proceso que hay que llevar en la tranquilidad e intimidad del hogar. Es conveniente que se esté acompañado de un adulto, por la parte física y por supuesto por la parte emocional que implica este proceso. Como media se tarda unas 6h-12h en expulsar los restos tras la administración de las pastillas. No os desesperéis si ha transcurrido este tiempo y no habéis conseguido el objetivo. Yo expulsé todo en el hospital mientras esperaba a recibir la segunda dosis, 48h después, que es lo que me hicieron esperar a mí. Tened en cuenta que al fin y al cabo el cuerpo también intentará expulsarlo por su cuenta. Así que calma y no penséis que las cosas no están sucediendo cuando deberían.

A los 3 días de haberse administrado la dosis de pastillas se realiza un control para comprobar si se ha procedido a la evacuación total. Si no es así se puede poner una segunda dosis (si no se quiere recurrir al legrado). En esta ocasión se dejan 5 días para ver si el cuerpo logra limpiarse. En caso de no haber logrado la evacuación ya no se dará una tercera dosis, sino que la opción definitiva será el legrado.

Estas pastillas logran su objetivo tras la primera dosis en un 50% de los casos. Tras la segunda dosis se logra una efectividad total del 80%, es decir, que de las mujeres que requieren la segunda dosis el 60% logra el objetivo.

Lo que sentirá la mujer en este proceso será similar a lo que sentiría en una expulsión espontánea: cólicos y sangrados. Los dolores son fuertes y en mi caso me recomendaron tomar ibuprofeno y paracetamol de manera alterna, y he de decir que gracias a ellos pude soportarlo todo perfectamente. Es cierto que en el momento de las expulsión los dolores fueron mayores, pero en mi caso particular similares a esas reglas tan fuertes que a veces algunas tenemos. Y me dijeron que si por el motivo que fuera no soportaba el dolor, que acudiera al hospital que me podrían algo por vena. No van a dejar (o no deberían) que paséis dolores gratuitamente.

Yo reconocí perfectamente que se acercaba el momento definitiva, pues aunque en mi embarazo anterior no dí a luz, sino que tuvo que ser cesárea, recordaba las palabras de muchas mujeres que sí habían pasado por un parto y hablaban de las contracciones que empiezan desde los riñones. Cuando empecé a notar sobrecarga y algo de dolor en esa zona entendí que el momento de la evacuación estaba próximo. No os asustéis, solamente aseguraos de estar acompañadas en un aseo de un sitio tranquilo donde podáis llevar el proceso de la manera que sea más fácil para vosotras, donde podáis llorar o gritar o comportaros como os salga en ese momento, que son unos instantes duros sobre todo emocionalmente, no os voy a engañar. Quiero repetir que los dolores fueron totalmente tolerables porque estaba tomando los analgésicos, así que no os angustiéis tampoco en este aspecto, aunque está claro que cada uno tiene un umbral del dolor diferente.

Es necesario vigilar el sangrado que acompaña la expulsión. En mi caso no fue nada exagerado ni preocupante, quizá porque llevaba dos días sangrando previamente, pero hay que vigilar que no sea excesivo, en cuyo caso habría que acudir inmediatamente al hospital. Es habitual que tras la expulsión el sangrado dure unos 9 días más. En ocasiones puede aparecer algo de fiebre o diarreas. Para esto último se precisa mucha hidratación; no os olvidéis de beber agua abundantemente en estos casos. La fiebre será controlada por la analgesia que estamos recibiendo.

Para mí hay un factor muy importante del que no se habla en los papeles y es el factor psicológico. Yo me planteé si sería capaz de aguantar psicológicamente en casa esos días de expulsión y si vería algo que pudiera traumatizarme. Y así retomo la pregunta que en mi caso se quedó sin respuesta. La chica que me atendía en ese momento me dijo que no podía decirme ya que ella no había pasado por esto. No me pareció una respuesta adecuada pues creo que como médico sí debe saber qué se espera ver. Imaginaos si cada médico que es capaz de describir los efectos secundarios de la quimioterapia fuera porque previamente ha pasado una sesión de quimio... Quiero hablar de esto porque para mí era el punto que me haría decidirme por un tratamiento u otro. Al final yo sí miré porque quería estar segura de que el proceso estaba acabando, y os puedo decir que no se ve nada que se pueda asemejar a un bebé ni nada que pueda traumatizaros. Solamente un coágulo grande y cae tan rápido que no da tiempo a fijarse en nada. Si a mí me hubieran dicho esto desde el principio no hubiera dudado en tomar las pastillas, pero me atemorizaba mucho el no soportarlo psicológicamente. Y no fue hasta cuando conocí las experiencias de otras personas cuando supe que podría sobrellevarlo. Por eso lo he querido compartir aquí. Diré que sé de gente que directamente optó por el legrado porque eran conscientes de que no podría enfrentarse a este proceso de expulsión. Pero he de reconocer que finalmente para mí el hacerlo así fue una ayuda en el plano psicológico: creí que pasar por el proceso natural del cuerpo (aunque forzado por las pastillas) me ayudaría a entenderlo y aceptarlo porque estaría siguiendo los pasos que la madre naturaleza nos había proporcionado para superar estos casos. Y así fue. Pero cada uno es un mundo, y creo que para tomar una decisión que se adecue a vosotras debéis plantearos dos cosas importantes:

- los pros y contras físicos de una intervención como un legrado, frente a un tratamiento no invasivo.
- la resistencia anímica que tenéis (nadie se conoce mejor que vosotras) para sobrellevar la expulsión por el propio cuerpo.

Y una cosa muy importante: a mí me dijeron en el hospital que tras las pastillas al día siguiente podía ir a trabajar porque era como una regla. Partiendo de que no es así dada la carga emocional que supone la interrupción involuntaria del embarazo, y desde un caso ligth como el mío, que no me causó dolores grandes ni un trauma extra y en el que el sangrado fue menor que en una regla, puedo decir que son necesarios unos días de recuperación. Al día siguiente fui a trabajar, porque así me lo dijeron, y a media mañana mis compañeros me tuvieron que llevar a casa porque me dio una flojera muscular considerable, fruto del cansancio y de la tensión de los días vividos. Y en el ambulatorio fueron dos médicos diferentes los que me dijeron que necesitaba unos días de descanso. Así que si optáis por las pastillas, que no os hagan el lío, que no hay necesidad de hacerse las fuertes. Que bastante gordo es por lo que estamos pasando.

La respuesta a la pregunta de si lo podría sobrellevar psicológicamente junto a la que me dieron cuando pregunté que qué proceso iba a tener más recuperación (no me apetecía nada estar demasiado tiempo de recuperación, y a esto  me respondieron que si lo que quería era cogerme la baja), me hizo pensar que aunque entiendo que los médicos tienen que separarse un poco del problema para no volverse locos, hay ciertas frases que tienen que evitar. ¿No sería necesario algún curso para ayudarles? Me da también que deben de estar algo presionados desde arriba para no conceder bajas y demás... porque todo el rato no hacían más que decirme que al día siguiente podía seguir con mi vida normal... Así que aprovecho, como mi amiga Anya de Perdida en Sebastopol y que estos días ha tenido que pasar por algo similar pero más duro aún, para pedir que se cuide la sanidad pública, que es un pilar fundamental de nuestra sociedad. Que se destinen recursos tanto económicos para mantenerla como de medios para formar al personal. Que es un beneficio para todos. No seamos tontos.

Y que mucho ánimo si estás leyendo esto porque estás en esta situación. Oirás que la gente te dice que mejor así, que si ha pasado es porque habría algún problema cromosómico, que no influye en un futuro embarazo... y seguramente todas estas palabras tan ciertas no sirvan para nada y no te quiten la tristeza. Pero es que es normal sentirse triste. Hay que pasar por el duelo. Llora. Desahógate. Date tiempo, que todo se cura. No se trata de olvidar, porque yo no voy a olvidar nunca a mi Garbancito, pero aprenderás a aceptarlo y seguirás viviendo con un montón de alegrías que llegarán en el futuro.


Fue el tiempo que pasaste con tu rosa el que la hizo tan importante.
(El Principito, Antoine de Saint-Exupéry)
Imagen tomada de majmajest.com


Aprovecho para agradecer a todo el mundo el apoyo que me ha dado estos días, unas personas contando su experiencia y ayudándome a enfrentarme a esto de la manera más práctica posible, otras con palabras de buena voluntad y llenas de cariño que han ayudado a curar el alma. Amigas "en directo", amigas virtuales, mamás tuiteras, mamás blogueras... No os nombro a todas porque es alucinante la cantidad de gente que se ha preocupado por mí estos días. Todas habéis sido fundamentales para ayudarme a superar esto y esta entrada no es más que el reflejo de todo lo que me habéis dado.

¡Gracias!

150 palabras: las hadas viajeras (globo, espuma, agua)

¿Sabíais que las hadas viajan en pompas de jabón? Por eso, cuando Sofía se baña en vez de ducharse (no lo hace a menudo porque hay que ahorrar agua), echa en la bañera muchíiiiiiismo gel, para que salga mucha espuma y las hadas vayan a bañarse con ella. Cuando viene alguna a verla, Sofía sopla sobre el pequeño globo de jabón. Así las pompas hacen divertidas piruetas, subiendo y bajando. A ella le divierte mucho, ¡pero a las hadas mucho más aún!

Sofía se parte de risa cuando las pompas se rompen y las hadas caen a la bañera. Pero como son mágicas ¡salen ya secas del agua! Entonces Sofía hace más pompas y ¡vuelta a empezar! Viajan por todo el cuarto de baño hasta que mamá dice que ya es la hora de ir a cenar. Las hadas se despiden y le agradecen a Sofía ese rato tan divertido.

Viernes dando la nota: Dear darlin'

viernes, 15 de noviembre de 2013

Casi todos los viernes veo a un montón de compañeras y amigas que participan en el Viernes dando la nota de Mamirami. La verdad es que, aunque me pican las ganas, nunca me animo ya que me resulta difícil explicar qué sentimientos me provocan o qué me evocan las canciones que me gustan. 

Pero este viernes ha sido diferente y ha salido de una manera natural. Lo malo es que me he enterado que ya no se hace como originariamente, ¿no? (corregidme, que me falta información). Pero de alguna manera quiero participar, aunque sea de una manera independiente, porque como digo hoy me ha salido de una manera espontánea.

La semana pasada escuché muchas veces a lo largo de mi viaje de ida y vuelta al trabajo una canción: Dear darlin' de Olly Murs. La verdad es que no conocía de nada al chico pero la canción me removió bastante desde el principio. Luego supe que esa semana había perdido a mi bebé y ahora pienso que lo mismo era de alguna manera una intuición...

Y no ha sido hasta ayer cuando me di cuenta de que, en el fondo, la historia que cuenta no deja de ser de algún modo  la historia de amor que he vivido yo con mi Garbancito.



I miss you and nothing hurts like no you. 
And no one understands what we went through. 
It was short. It was sweet. We tried. 

Te echo de menos y nada duele tanto como que no estés.
Y nadie entiende lo que tuvimos.
Fue corto, dulce. Lo intentamos.

Bueno, nuestra historia de amor se diferencia en algo de la de la canción: la nuestra, aunque sin abrazos y en la distancia, continuará para siempre.

Viernes dando la nota es un carnaval de blogs en el que todos los blogs participantes dejamos una canción y entre todos hacemos del viernes un día lleno de música.
Si quieres participar, sólo tienes que subir a tu blog una entrada con una canción que te guste, que signifique algo especial para ti, que no puedas quitarte de la cabeza... y enlazarlo al Viernes dando la nota.
Recuerda viejas canciones, rememora momentos, conoce nuevos artistas... y sobre todo ¡ Baila, canta y diviértete !
Si quieres saber más, las reglas y participar puedes verlo todo aquí.

150 palabras: Adiós, mi amor (lluvia, bolsa, hogar)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Muchos ya sabéis que no estoy pasando un buen momento con la despedida de Garbancito. Otros pensaréis que qué hago preocupada por el blog, y no es eso. El viernes en urgencias empecé a escribir para evacuar tensiones y angustias, y una vez más el destino quiso que las palabras de las 150 palabras cuadraran con mi vida, como ya ocurrió con el accidente de tren. Así que lo he usado como terapia y como homenaje, porque para mí Garbancito es una parte muy importante de mi vida y le quiero. 

Que me perdone todo aquel que no lo vea adecuado, pero yo necesitaba empezar a sanar mi dolor, y esto me ayuda mucho.

Aprovecho para agradecer todo el apoyo tanto "en directo" como virtual, porque cada palabra y cada experiencia me están ayudando a pasar esto, que aún no ha terminado, de una manera más llevadera. Sois estupendos, todos vosotros. ¡Gracias de todo corazón!

El día está gris; amenaza lluvia constantemente. Sin tiempo para coger la bolsa de juguetes de Sofía, salimos de nuestro hogar camino del hospital porque hay un ligero manchado. Asombrosamente estoy calmada, pero algo triste. No sé qué pasará, pero yo ya le he cogido cariño a Garbancito. En el fondo creo que no pasará nada grave, pero también es cierto que desde el principio del embarazo tengo una sensación extraña. Me encuentro incómoda porque siento que hay algo raro.

Finalmente Garbancito se ha ido. Estoy rota de dolor.  Ya era mi hijo. Ya le echo de menos. Sé que lo voy a querer siempre, que nunca le olvidaré y que tendrá un hueco en nuestras vidas. Compartimos poco tiempo, pero suficiente para dejarnos esta huella tan grande.

Eras uno más de la familia desde que supimos que venías en camino. Te vamos a querer siempre, trocito de mi corazón.

La maternidad de la A a la Z: M de miedo.

jueves, 7 de noviembre de 2013


El miedo aparece de pronto un día en tu vida. Cuando eres pequeña y joven, todo es tan fácil... te sale cualquier cosa que intentes, no hay problemas, la vida es bella... vives sin preocuparte, no hay grandes dificultades en tu día a día y de pronto una mañana te llega el guantazo que te despierta de ese sueño en el que estabas viviendo (Segismundo, ven a mí).

Tu madre enferma y te vuelves loca. ¡Esto no puede estar pasando! ¿Por qué nos ha tenido que tocar a nosotros? La vida es un asco y no merece la pena... te enfadas con el mundo, te vuelves llorona, hipocondríaca y miedosa... en todo ves una potencial amenaza y cada cosa negativa que te imaginas va y se cumple. Parece que no levantas cabeza. Al final tu madre fallece, y después del berrinche, tristeza, rabia, enfado monumental, entras es un período de catarsis, con muchas etapas, todas ellas necesarias. Subes, y caes. Te levantas de nuevo y vuelve el bajón. Es una montaña rusa de emociones y pensamientos. Sigues queriendo acabar con el mundo y tratas de buscar la demostración directa de que tu madre sigue viva en algún sitio. Pero no, nuestras cabezas son limitadas y eso se nos escapa completamente. Te frustra y te vuelves a enfadar...

Terminado el proceso de depuración y reequilibrado vuelves a parecer una persona cabal, aunque has perdido la inocencia. Quizá la palabra no sea inocencia, sino que te has dado cuenta de qué va la vida, de que esto es un juego y hay casillas buenas y casillas malas que pueden tocar y que hay que saber aceptar como buen jugador, aunque pelees con uñas y dientes por no caer en ellas. De oca en oca... Parece que a partir de ahora vas a saber enfrentarte a la vida.

Pero el miedo y la desconfianza se han quedado conmigo, y aunque los tengo más domados, de vez en cuando el miedo encuentra un espacio para lucirse un rato. Y siendo madre, con mucho más motivo. Muchas veces lo aplaco rápido, de golpe: Almu, venga. No seas tonta. Eso no va a pasar. Y ahí se termina el asunto. Pero otras muchas viene para quedarse conmigo.

En mi embarazo sufrí polihydramnios, que es una acumulación de líquido amniótico mayor de lo normal. Puede estar relacionado con problemas fetales aunque en la mayoría de los casos no es así. ¿Pero creeis que esto me tranquilizó? Pues no, porque el pensar que a mi bebé podía pasarle algo me traía por la calle de la amargura. La verdad es que una vez que Mollete vino al mundo me he comportado cabalmente y no me he asustado por nada de lo que le ha pasado. De hecho a veces pienso que vaya mala madre soy (por eso me uní al club de las #malasmadres) porque actúo de la manera totalmente opuesta.

Incluso con enfermedades de mi padre (y graves, las cosas como son) he sido capaz de mantener mi mente a raya, y hay que ver lo bien que me ha ido. Desde luego sé darme cuenta de la gran diferencia que hay entre comportarse de una manera miedica o de una manera racional, de la calidad de vida que ganas. Por eso sigo sin entender qué diantres le pasa a mi cabeza para dejar colarse al miedo de nuevo en mi vida.


Y es lo que me ha pasado estas semanas pasadas: una ecografía transvaginal temprana (fruto de una revisión ginecológica anual) anunciaba que o bien estaba embarazada de menos de lo que pensaba o bien el saco estaba vacío y el embrión no se estaba desarrollando. Este es el ambiente ideal en el que mi miedo se hace fuerte y ve el caldo de cultivo perfecto para crecer e invadirme. Por supuesto que mi cabeza veía muy lógico que el saco estuviera vacío porque tenía muy claras las fechas y no creo que los espermatozoides, por muy machotes que sean, puedan vivir tanto tiempo por mi cuerpo a la espera de cazar un óvulo desprevenido. Habrá casos, pero está claro que no es el mío. ¿Por qué? Pues porque no me da la gana de que sea así. Mi mente está dispuesta a que todo salga de la peor manera posible.

Veo que los miedos me invaden más cuando el tema concierne a mi hija o mis futuros hijos. Supongo que esto lo da el gen de madre, ese que te aparece cuando nace tu primer retoño y que se queda contigo ya de por vida. Aunque sé que el ser madre no es una excusa para volverte una tarada mental y paranoica...

Pero estás aquí a lo tuyo, flagelándote y creándote tus horrorosos problemas, hinflándolos como un balón de playa, cuando viene un compañero tuyo y te dice que a su mujer de 36 años le quitan el tiroides dentro de un par de semanas por un tumor. Y te acuerdas de tu cuñado, que en diciembre pasado, con 31 años, le diagnosticaron un linfoma no Hodgkin. Esos son problemas. Y me darían mucho mucho miedo si me tocaran a mí. Lo sé. Pero lo mío no es para tanto. Si el bebé no ha crecido es una pena, pero lo volveremos a intentar, y ya llegará. Esta tarde tengo una nueva eco, y no sé qué es lo que dirá. Pero creo que después de esto he vuelto a dominar mi miedo y lo he puesto en su sitio: a cada cosa hay que darle la importancia que se merece. Y no preocuparse de las cosas, sino ocuparse. ¡Ay, si esta actitud la hubiera tomado hace un par de semanas! Y si este desahogo lo hubiera escrito antes...

Editado: garbancito está aquí, ha decidido venir y esperemos que sea para quedarse. Vamos a cuidarlo mucho para que así sea   :)

Y una petición: no lo comentéis en Facebook, por favor. Por el momento se podrá enterar el que se pase por el blog. El resto... aaaaaah   ;)

Opinión sobre sillas de paseo en general y sobre MacLaren Quest en particular.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Hace ya tiempo que escribí mi opinión sobre el Bugaboo Cameleon y dije que me gustaría también compartir mi opinión sobre la MacLaren Quest. Quizá no solo sea una reflexión acerca de este modelo en particular sino sobre el uso de las sillas de paseo en general.

Igual que en otros temas de niños investigué más, he de reconocer que en el tema de la silla de paseo me dejé un poco llevar. Yo creo que me dio mucha pereza: la ilusión de los padres primerizos por todos los trastos que huelan a bebé ya había desaparecido a esas alturas de la vida, con Mollete con casi 1 año. Ya solo quería disfrutar de mi hija.

Creo que lo primero que debemos plantearnos es si realmente necesitamos una silla de paseo, si de verdad la vamos a utilizar. La respuesta a esta pregunta no es algo absoluto, claro está. Cada uno tiene unas circunstancias que le marcan el camino.

Lo cierto es que yo disfruto con el porteo. Incluso ahora, que pesa 13 kg, no tengo ningún problema en cargar con ella, y es que para trayectos relativamente cortos me resulta mucho más fácil que andar con la silla para arriba y para abajo. Y a Mollete también le gusta, que es lo importante. También es verdad que comenzó a andar con 1 año y se manejó muy bien desde el principio, por lo que yo aprovechaba a ponerla de pie en cuanto podía, cosa que no habría hecho si fuera con la silla ya que tendería a tenerla sentada por comodidad.

No obstante, decidimos comprar una silla de paseo y adquirimos la MacLaren Quest siguiendo el mismo esquema lógico que cuando compramos el Bugaboo: varios amigos cabales nos hablaban de que era muy cómoda, y como es cierto que con el Cameleon habían acertado, yo no pensé mucho más allá (seguramente por pereza, como os digo). Pero esta vez no fue tan acierto.

Lo primero fue darme cuenta, una vez adquirida, de que para qué quería yo otra silla si el Cameleon es sillita también. Bueno, sí. Sé porqué: como ya os comenté en la opinión del Cameleon, no es que este se caracterice precisamente por ocupar poco espacio cuando está plegado, y yo ya estaba hasta las narices de malgastar mi espacioso maletero con el esqueleto mastodóntico del Cameleon. Y pensé que cualquier sillita se plegaría más que eso. Y bueno, eso es cierto: plegada ocupa menos espacio.


Lo cierto es que no hemos usado demasiado la silla. Como os he dicho siempre que puedo porteo. Sí que es verdad que la he usado cuando he tenido que hacer varios recados por un centro comercial, en plan: compro un pimiento aquí, en la mercería un carrete de hilo, y miro esa zapatería porque tengo la suela del zapato destrozada. Si en esos casos dejo suelta a la niña por el centro comercial, se pira fijo a hacer algo más interesante que soportar los recados. Y además puedo ir colgando las bolsas en los mangos de la silla (porque en la red de debajo no cabe nada...)

Para la compra en grandes superficies preferimos llevarla en su mochila o sentada en el carro, porque sería absurdo ir con la silla de paseo además de con el carro: ni que aquello fueran las 24h de Le Mans.

Es cierto que es indispensable tener una silla de paseo porque a veces se va a hacer cargo de la niña alguien que no tiene porqué querer portear o que no está en condiciones de hacerlo. Así que, ya que se va a quedar alguien con ella, qué menos que ponerle facilidades.

Otro punto en contra de las sillas de paseo es que son un completo incordio en la guardería: no sé en las vuestras pero en la nuestra está limitado el aparcamiento de carritos. A veces no entiendo cómo hay tantos porque la mayoría llega en coche (debido a dónde está situada la escuela), pero lo cierto es que ahí están los indispensables, y sé de buena fe que hay guardes en las que no caben los carros de todos los padres.

Digamos que estos son los pros y los contras que yo veo a las sillas de paseo en general. Tratando este modelo en particular podemos hablar de varios puntos que a mí me han llamado la atención.

Supongo que en general las sillas de paseo giran menos que los cochecitos (o así lo he podido constatar con varios modelos tanto de sillas como de carritos). La pregunta es por qué. Cuál es el pensamiento lógico de los diseñadores de sillas que les ha llevado a decidir que no hace falta que una sillita gire tanto como un cochecito. Esta gira bastante mal en comparación con el Cameleon. De aquello de manejarla con una mano, como el Cameleon, olvídate. Es cierto que no gira mucho peor que otras sillas de paseo. Digamos que es un problema general.

Para muchos será una bobada, pero como ya he comentado, la capacidad de almacenamiento de la red es una miseria, y oye, eso es lo que a mí me hacía más apaño.

Las agarraderas serán de mucho diseño y lo que quieras, pero es precisamente ese diseño el que considero bastante deficiente: tanto relieve hace que del uso se vayan rompiendo a cachitos. Lo cual es además de antiestético bastante incómodo (creo que en el modelo nuevo lo han cambiado, no obstante).

Lo que sí me gusta de este modelo es que tiene varias posiciones para estar tumbado, dependiendo del grado de empanamiento de la criatura, lo cual sí que creo que es práctico. Y el método para inclinarlo es con un mecanismo y no con una cinta como en muchas otras sillas. A mí esas cinchas no me dan ninguna confianza, pero esto es una opinión personal, y si cualquiera de vosotros me dicen que son una maravilla porque las habéis usado, os creeré.

Pero a pesar de estas ventajas yo creo que es una silla que no merece tanto la pena. Es más cara que las demás, aunque quizá no se dispare tanto el precio como lo hace el Cameleon en relación a otros cochecitos. Pero aunque sea a otro nivel, sigue suponiendo mayor inversión de dinero. Y para mí no lo vale. Por lo menos para el uso que le doy. No digo que hubiera comprado cualquier silla con la excusa de que la uso poco, pero creo que hay otras muchas marcas que me habrían hecho perfectamente la función de recoge niños cuando están muy cansados. Hoy por hoy sigo prefiriendo animarles a andar y continuar con el porteo. Que de verdad que la niña no me está saliendo una caprichosa con eso de estar todo el día en brazos. Desterremos mitos absurdos.

¿Cuál es vuestra experiencia con las sillas de paseo? Seguro que son diferentes, ¡¡y de todo se aprende!!

150palabras: mi libro favorito (saco, calabaza, libro)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Era su libro favorito. A Sofía le encantaba leer y trasladarse a mundos que no podía visitar de otra manera, ¡y sin pagar por el billete! Cualquier libro le valía, pero aquel… aquel era especial. Era el primero que mamá le había leído. Habían hecho juntas el maravilloso viaje: árboles con hojas plateadas, magia, valientes guerreras y el triunfo final. Por eso quería guardarlo de un amanera especial.

Al principio pensó en meterlo en un saco. Pero aquel no era un lugar decente para él. Luego creyó conveniente envolverlo en un precioso trapo color calabaza, pero aunque la tela era muy bonita no era una buena solución, porque parecía que no quería leerlo nunca más y le relegaba a la jubilación.

Así que al final decidió que, precisamente porque era su libro favorito, debería dejarlo en la estantería para que la gente, y ella misma, pudiera leerlo siempre que quisiera.