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Maternidad de la A a la Z: I de incógnita

miércoles, 5 de marzo de 2014


Pues la incógnita que tengo es saber cómo será mi hija, no solo de mayor, sino en los próximos años que vienen. Todo el mundo me dice que se parece mucho a mí, y si bien el que se parezca físicamente no quiere decir que se vaya a parecer en la personalidad, tengo ese comecome de curiosidad y cotilleo por ver si le irán surgiendo los mismos problemas que me surgieron a mí. Desde luego considero que esos problemas, dudas, incomprensiones que fui teniendo son normales en un niño y supongo que por eso temo espero que le surjan a ella. Cuando en realidad son cosas que me pasaron a mí por mis circunstancias y por las vivencias y experiencias que tuve, de modo que no son necesariamente reproducibles.

Por ejemplo, yo he tenido lo que yo llamo dislexia de objetos. Servidora no distinguía de pequeña una rosa de un clavel. Me costó saber cuál era cuál. Ni un tornillo de un clavo. Ni aceite de vinagre. Ni un cocodrilo de un tiburón. Ni un tigre de un león. Que sí, que será fácil, pero oye, yo me hacía un lío de aúpa.

Luego tuve otra de ese tipo pero a la hora de teclear en el ordenador, así que me surgió ya en la veintena. ¡La de veces que confundí A con 4! Y todavía me pasa, no se vayan ustedes a creer. Espero que ningún psicólogo lea esto, porque seguro que saca alguna conclusión que miedo me daría oírla.

Otra cosa que me pasaba, me pasa aún y me pasará, es esa manía de mirar dentro antes de subirme al ascensor ¡por si me encuentro un muerto! Yo no sé si eso vendrá de mi padre, que me confesó, porque yo no lo sabía, que él hace lo mismo. Sí, lo sé. Somos una familia de desequilibrados. Pero oye, estamos muy felices. El caso, que viendo que esto pasa de padres a hijos, tengo la duda de si Mollete me vendrá con la misma historia. Por supuesto no le diré nunca que lo hago, por no influirla y ¡¡porque va a pensar que estoy loca!!, jajaja.


Cuando tenía unos 7 años ya había calado en mí ese mensaje de que los viernes por la tarde son días de fiesta, especiales. Y así quería sentirlo yo, de modo que ¿a qué me dedicaba? Pues a hacerme los peinados más extraños posibles, haciendo mil coletas y trenzas, montadas unas en otras. Como veis, me gustaba vivir al límite.  ;)  Al ir a acostarme me dolían las raíces del pelo un montón, ¿no habéis sentido nunca ese dolor? Pues ese era mi concepto de viernes loco cuando tenía 7 años.

Por otro lado, nunca fui marisabidilla, pero me comentan que a veces soltaba frases demoledoras siendo ya una mico. Cuando empecé a ir al colegio alguien me preguntó que qué estudiaba yo en el cole, a lo que respondí muy seria: Yo no estudio, aprendo.

Otra grande fue el día en que me enteré de que mi abuelo paterno era del Barça. Para mí eso fue tremendo porque él era de Madrid y siempre había creído que había que animar al equipo de tu ciudad y porque, para más inri, el Barcelona es el eterno rival del Real Madrid. Bien, pues cuando me enteré, me acerqué a él y le dije:

- ¿Abuelo, tú de qué equipo eres? 
- Del Barcelona, hija.

A lo que yo respondí:

-Venga, abuelo. Te lo estoy preguntando en serio.


Y por último, otra cosa que me tiene intrigada es la clasificación que hará de los colores, números, letras, etc. Alguna vez lo he hablado con amigos y al final todos tenemos algún esquema mental de ese tipo. Por ejemplo, a mí no me gustan nada los números pares, me estresan. Pero los impares me dan una calma muy gratificante. Con las vocales encuentro similitud y las vocales a, e y o irían situadas en el mismo lado de los número pares, mientras que la i y la u serían benditas vocales tranquilizadoras. Y, por supuesto, esto está ligado con los colores. Los colores cálidos también me disgustan, de modo que para mí los número pares, la a, la e y la o tienen colores naranjas, rojos y amarillo. Bueno, el amarillo claro es una excepción, porque me recuerda a la luz del Sol, que la adoro y me recarga las pilas y el corazón cuando lo necesito. En cambio los número impares, la i y la u tienen colores fríos, como el verde, y sobre todo azul y morado. Y por supuesto los días de la semana también entran en este empaquetamiento tan especial: lunes, miércoles y viernes son colores cálidos. Bueno, el viernes al final del día empieza a tornarse azul, para qué negarlo. Y el martes y el jueves están situados en el paquete de los números impares. El sábado y el domingo son una excepción sin clasificar, como le pasaba al color amarillo claro, pero el domingo por la tarde empieza a ponerse rojo-anaranjado, el jodío. Seguro que vosotros también tenéis alguna clasificación de este tipo. Que no os avergüence, sacadlo fuera. ¡Hagamos una asociación de Tarados Anónimos! :D

Supongo que todos tenemos anécdotas como estas de cuando éramos pequeñajos. Y nos morimos de ganas de ver por dónde saldrán nuestros enanos, porque seguro que no harán lo que esperamos que hagan y no dejarán nunca de sorprendernos.