¿Quién quiere limones?
Semana Santa : bofetada en la cara
lunes, 1 de abril de 2013
La semana Santa para mí siempre ha sido muy especial. No desde el punto de vista religioso, sino porque suponía una ruptura total a mitad de curso: 4 días en los que me olvidaba de todo y volvía con energía renovada. Y creo que, hoy en día, ya sólo ese recuerdo me ayuda a desconectar.
Pero empezaba mal la semana Santa. Después de llevar 3 días cargados de trabajo iba a tener que trabajar también durante las vacaciones: para el domingo tenía que hacer entrega de unas tareas de un curso de Python que estaba haciendo, y además tendría que hacer guardia de mi trabajo un par de noches. Eso sí, desde casa, en pantuflas y con un té, que eso siempre se agradece. Pero no... si son vacaciones, son vacaciones. Hay que reservar algo de tiempo libre para disfrutar y estar con la familia. Y no lo hice bien: empecé echando el resto, yendo de un lado para otro con el teléfono encendido pendiente del trabajo. Y si dejaba el móvil, sacaba el portátil. Rechazaba de entrada planes porque veía que no llegaba a todo. Y eso no hay cabeza sana que lo aguante.
Total, que el viernes por la tarde, ¡zas! Hasta aquí vemos llegado. De repente miré a Mollete, la veía enredar, coger cosas y jugar con su padre, y me di cuenta de que ya no era un bebé. Y no quería darme cuenta de pronto de que me había perdido cosas. Suena exagerado, y sé que por 4 días la peque no iba a cambiar sustancialmente y pasar a ser otra. Pero caí en la cuenta de que si entraba en esa espiral de obsesionarme con el trabajo, no iba a salir fácilmente. Y que lo mejor era poner tierra de por medio desde el principio.
Lo primero fue una llorera de agobio: no me iba a dar tiempo a entregar los ejercicios del domingo, y no iba a estar descansada para la siguiente guardia. Me sentía infeliz, porque ni siquiera sentía que lo que estaba haciendo en el trabajo sirviera para algo. Vamos, que era un cero a la izquierda. Lloré un rato. Y de repente me harté de estar triste. Y decidí que así no podía ser. Me lavé la cara y me fui a disfrutar de mi hija y mi marido. ¡A la mierda con todo! No iba a entregar los ejercicios y me daba igual perder el curso. Apagué el teléfono y no quise saber nada del trabajo. ¡Y, ay, qué liberación! Disfruté de ese rato como nunca en mi vida, sin hacer nada especial. Sólo estar dedicada a lo que verdaderamente merece la pena: la gente a la que quieres y que te quiere.
Y al día siguiente, el sábado, más de lo mismo: me fui al campo a disfrutar de mis dos amores, y vuelta a Madrid. La noche del sábado al domingo tuve guardia, y el domingo estuve ya todo el día vagando por el mundo en plan errante... pero con otro espíritu: ¡¡a mí ya no me va a amargar la vida nada ni nadie!!
El búho sabio tenía razón...
domingo, 31 de marzo de 2013
Era una mañana lluviosa de vacaciones. La humedad
flotaba en el aire y su olor relajaba a Sofía, que caminaba entre las encinas.
Se resguardó bajo una. En un agujero en el tronco dormitaba un búho, el animal
más sabio del mundo. Sofía no quería molestarle, pero al pisar las hojas secas,
se despertó.
-Buenas tardes, Señor Búho. Soy Sofía. Estoy aquí pasando las vacaciones.
-Buenas tardes, Señor Búho. Soy Sofía. Estoy aquí pasando las vacaciones.
-Hola Sofía. ¡Qué bien! ¿Descansando del colegio?
-Sí, Señor Búho. Es que estoy trabajando muy
duro, ¿sabe?.
-Eso está bien – respondió el búho -. Cada niño
es un genio en potencia. Todos debéis tener la
oportunidad de ir a la escuela, poder estudiar y formaros. ¡Quizá llegues a ser un genio de la
investigación y puedas ayudar a muchos niños valientes que sufren enfermedades
raras! Sois la esperanza del futuro. ¿Lo sabías?
Una sesión de fotos con Sara (I)
viernes, 29 de marzo de 2013
Si hay algo que me gusta, eso es la fotografía. No soy buena fotógrafa ni por asomo, pero me gusta intentarlo, aunque de teoría y de práctica no sé nada. Pero sí sé qué fotos me conmueven, y cuáles no. Cuáles me dicen algo, y cuáles están vacías. Por eso quería para mi boda algo diferente y no las clásicas (y típicas) fotos. Además, seamos sinceros, yo en los posados esos de familia siempre salgo fatal. Coqueta que es una, aunque no lo parezca...
Así que lo primero que decidí al empezar a planear la boda (cosa que tampoco me apetecía, todo hay que decirlo) fue elegir el día, el mismo que mis padres, en homenaje a mi madre, que había fallecido un año antes; el sitio de celebración, que también fue fácil porque el primero que vimos nos gustó tanto que decidimos no mirar más (¿queréis saber dónde? Aquí); y el fotógrafo. Esto me llevó más tiempo porque buscaba algo muy concreto. Y eso siempre es un peligro, porque cuando vas con las ideas fijas sueles llevarte un chasco. Pero esta vez no fue así: ¡¡allí estaba ella!! En aquel momento eran "ellas", pero el equipo se transformó en Sara para el día de la boda. Y eso no supuso ningún problema para mí.
Como persona Sara es todo un hallazgo. ¡Quién me iba a decir a mí que casi 2 años después de la boda iba a seguir en contacto con ella! Pero es que es una persona de las buenas de verdad. Dulce, simpática, repito que buena (es que tiene un corazón que no sé cómo le entra en el pecho). Es de esas personas que transmite paz y cuando estás con ella parece que todo está en orden. En serio, es un lujazo poder haberla conocido.
Profesionalmente, a mí me parece fantástica. Sus fotos, como ya digo, me parecen diferentes, y a mí me transmiten magia, sensaciones. Mucha calidez. Y todas, absolutamente todas, me dicen algo. Al margen de eso, gracias a su simpatía, es muy agradable tenerla trabajando en tu boda. Recuerdo que la gente, al acabar, me decía: "Oye, un sitio precioso, la comida muy rica y la fotógrafa un encanto". ¿Habíais oído antes que los invitados dijeran eso? Yo no. Y desde luego eso es un lujo, porque no es agradable tener a alguien ajeno a ti, en tu boda, todo el rato por en medio, ¿no? Pues Sara es una mezcla entre que ni te enteras de que está, porque es muy discreta, pero a la vez es agradable que esté. Vamos, el binomio perfecto.
Como es así de simpática y repito, buena gente, se ofreció a hacerle unas fotos a Mollete. ¡Qué suerte que tenemos! Así que ayer, por fin, llegó el día. Vino a casa y estuvimos juntos todos un par de horas mientras Mollete hacía monerías. Mollete no es tonta, y cala muy bien a la gente. Con deciros que a los 10 minutos ya no se quería separar de Sara, y que lloraba a moco tendido si ella salía de la habitación o nos la llevábamos a cambiar el pañal. ¡Menuda tragedia griega! Esa complicidad fue genial, porque facilitó mucho el poder hacer la sesión. Nos lo pasamos muy bien, reímos y también filosofamos y hablamos de cosas importantes. Fueron dos horas intensas. A ver si a la próxima podemos verla con su pequeño retoño. Un niño precioso de ya dos añazos.
Las fotos todavía tardarán un poco, porque Sara tiene mucho trabajo editando las fotos de sus prebodas. Seguro que son una maravilla, como siempre. Ya os enseñaré algo. Por el momento aquí os dejo un par de fotos de la tarde de ayer, y otra de nuestra boda, para que veáis las cosas preciosas que hace. Si os gusta la fotografía, os invito a pasaros por la página web de Sara Lobla. Y si no, pasaros también, que seguro que ahora os empieza a gustar.
¿Alimentación ecológica?
martes, 26 de marzo de 2013
Uno de los temas que más me ha ocupado la mente ha sido la de la alimentación de Mollete. La verdad es que hasta los 6 meses no fue así, porque ella tomaba lactancia exclusiva a demanda y crecía estupendamente, así que nada. Ella pedía, yo le daba, y aquí paz y después gloria.
La cosa comenzó a partir de los 6 meses, cuando introdujimos la alimentación complementaria. Lo que me hacía runrun en la cabeza no era tanto qué hacerle a mi hija (que si la receta del puré de verduras, que si la receta del puré de pescado, etc) sino qué tipo de alimentación le iba a dar. Cuando mi madre comenzó con su cáncer, buscamos cómo ayudar a su cuerpo a curarse (al margen de todos los tratamientos convencionales), ya que un cuerpo bien alimentado está en mejores condiciones de curarse (dejando al margen el estado de la mente, que creo que es también fundamental para alcanzar el éxito, pero este es otro tema). Y andando andando llegamos a la alimentación sana, variada y ecológica. Lo de variada es de cajón, ¿no? No me voy a detener en eso. Sana... ¡pues claro! Todos sabemos que es mejor tomar más pescado que hartarse a carne roja, más verduras y menos grasas animales, etc. Y ¿realmente merece la pena que sea ecológico? Yo creo que, realmente, sí. Partamos de la base de que, de entrada, es más caro, y mucha gente no puede permitírselo. Es una pena: bastaría con que en España hubiera más tirón, porque somos uno de los mayores productores de alimentos ecológicos de Europa, pero la gran mayoría de nuestros productos se van fuera, donde sí los consumen.
El debate de ecológico sí o no no solo implica que los alimentos sean mejores o peores. Es una filosofía que engloba más cosas. Es un planteamiento de la utilización óptima de los recursos naturales. Conlleva la ausencia de agentes químicos y de alimentos modificados genéticamente. La agricultura ecológica es un sistema que respeta la tierra y sus ritmos biológicos (¿recordáis lo que se estudiaba en el cole sobre el barbecho?) y la de los alimentos (rotación de cultivos) : naranjas hay en invierno, y cerezas en verano. Y punto. Además se busca que sea un sistema autosostenible y equilibrado. En definitiva, es una filosofía de vida, con la que yo, personalmente, estoy de acuerdo.
Pero al margen de esto, ¿qué pasa con la calidad de los alimentos? Bueno, parece ser que hay muchos estudios al respecto, y que no se aclaran sobre si son más nutritivos los alimentos ecológicos que los que no. Parece ser que sí. Lo que está claro es que lo importante es, por ejemplo, comer verdura, aunque no sea ecológica. Pero si podemos elegir la ecológica, mejor que mejor. Quizá más que la calidad nutritiva de estos alimentos a mí me preocupa más la cantidad de pesticidas y químicos que llevan los que no lo son. Hay estudios (aquí, uno) que muestran que, sobre todo en niños, la diferencia de cantidad de pesticidas en sangre entre personas que llevan una dieta ecológica y las que no, es grande. Hombre, nos dirán siempre que estamos dentro de los límites admisibles de seguridad. Pero por un lado ¿creéis de verdad que nos dirían lo contrario, viendo cómo funciona, desgraciadamente, el mundo? Además, eso está dentro de los límites. La contaminación del aire, también. La de elementos malos dentro de los jabones, también... pero si juntamos todas esas porquerías que están dentro de los límites, resulta que nos estamos llevando para el cuerpo una cantidad de guarradas para alucinar a cuadros, en colores y en estéreo.
Así que, aunque solo sea por eso, yo he decidido darle a Mollete todo lo ecológico que pueda. Lo que siempre suelo encontrar, de manera más o menos independiente de la época del año, son patatas, puerros, zanahorias y calabacines. Y con eso soy feliz, porque me encantan, y cuando no es uno es el otro el que va a la cazuela. A veces hay manzanas, a veces hay kiwis, brócoli, coliflor, lechuga... hay variedad. Pero vamos, que si un día necesito zanahorias y no hay, las compro normales porque lo principal es una alimentación sana y variada.
Yo soy de las de hacer la comida casera, pero claro está que a veces no hay tiempo, o surgen situaciones que requieren tirar de potito. Los Hipp nos encantan. Además de ecológicos, están ricos. Vamos, que yo les echo un poco de sal y me los zampo, porque realmente me saben a lo que dicen que llevan. También tienen cereales, leche de continuación y zumos. Para mí es importante que los cereales sean ecológicos, porque es muy habitual que el maíz esté modificado genéticamente. Por ejemplo, Nestlé no garantiza la ausencia de alimentos transgénicos. No se pronuncia al respecto. Si no los usara ¿qué les costaría decir que es así? Aquí os dejo la lista que periódicamente renueva Green Peace sobre las marcas que usan o no productos modificados genéticamente.
También hemos probado los biológicos de Carrefour, que aunque están bien, me disgusta un poco más su sabor. Este supermercado tiene muchos productos ecológicos de marca propia. Supongo que es por el hecho de ser franceses, ya que en Francia el consumo de este tipo de consumo es mucho más habitual. Tienen jabones, cremas, detergentes, rollos de papel higiénico...
Y bueno, esta es mi opinión sobre este tema. ¿Conocéis alguna otra marca que merezca la pena? Y ya sé que para gustos los colores, así que sois libres de aportar cosas a favor y en contra. ¡El equilibro está en el justo medio, como decía Aristóteles!
Voy a viajar en cometa
domingo, 24 de marzo de 2013
Era una noche de verano, de esas en las que el cielo es como mirar por un colador grande de cocina: todo lleno de puntitos, muy luminosos. No hacía frío, el aire olía a estío y Sofía estaba sentada en el jardín jugando a las 3 en raya con su amigo el topo. Normalmente jugaban al veo veo, pero de noche no era fácil jugar a eso. Parecía increíble, pero el pequeño topo era un genio a las 3 en raya, y ganaba a Sofía una y otra vez. Con esto, ella había aprendido que no hay que menospreciar a nadie por su aspecto, pues el topo parecía, a priori, un rival fácil de batir. Mientras jugaban, Sofía reparó en el cometa que brillaba en el cielo. Se imaginó que montaba en él, viajando por el universo y conociendo otros planetas. ¿Habría topos extraterrestres con los que jugar al escondite?
150 palabras es una entrega dominical, creada por Marta, (DiarioDeAlgoEspecial) de una micro-historia o micro-relato, con la que podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad, y enfocada a los niños. Cada domingo, a partir de 3 palabras que iré indicando por twitter (@MartikasPrez) durante la semana, habrá que crear un cuento ¡de 150 palabras! (incluyendo las tres anteriores).
Se ha ampliado el plazo inicial de 24 horas, a 36 horas. A partir de ahora, desde la 1 de la mañana del domingo, y hasta las 11 de la mañana del lunes, se podrán enlazar los mini-cuentos. Después no hay más que añadir tu micro-relato en el enlace del post y si quieres ver los demás relatos participantes, basta con que visites los enlaces que se vayan añadiendo. También puedes dejar un comentario en cada uno de los blogs que decidas visitar.
Si no quieres enlazarlo con el programa, puedes subirlo al post como comentario.
Gracias por participar en el reto de #150palabras.
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