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Una sesión de fotos con Sara (I)

viernes, 29 de marzo de 2013

Si hay algo que me gusta, eso es la fotografía. No soy buena fotógrafa ni por asomo, pero me gusta intentarlo, aunque de teoría y de práctica no sé nada. Pero sí sé qué fotos me conmueven, y cuáles no. Cuáles me dicen algo, y cuáles están vacías. Por eso quería para mi boda algo diferente y no las clásicas (y típicas) fotos. Además, seamos sinceros, yo en los posados esos de familia siempre salgo fatal. Coqueta que es una, aunque no lo parezca...

Así que lo primero que decidí al empezar a planear la boda (cosa que tampoco me apetecía, todo hay que decirlo) fue elegir el día, el mismo que mis padres, en homenaje a mi madre, que había fallecido un año antes; el sitio de celebración, que también fue fácil porque el primero que vimos nos gustó tanto que decidimos no mirar más (¿queréis saber dónde? Aquí); y el fotógrafo. Esto me llevó más tiempo porque buscaba algo muy concreto. Y eso siempre es un peligro, porque cuando vas con las ideas fijas sueles llevarte un chasco. Pero esta vez no fue así: ¡¡allí estaba ella!! En aquel momento eran "ellas", pero el equipo se transformó en Sara para el día de la boda. Y eso no supuso ningún problema para mí.

Como persona Sara es todo un hallazgo. ¡Quién me iba a decir a mí que casi 2 años después de la boda iba a seguir en contacto con ella! Pero es que es una persona de las buenas de verdad. Dulce, simpática, repito que buena (es que tiene un corazón que no sé cómo le entra en el pecho). Es de esas personas que transmite paz y cuando estás con ella parece que todo está en orden. En serio, es un lujazo poder haberla conocido.


Profesionalmente, a mí me parece fantástica. Sus fotos, como ya digo, me parecen diferentes, y a mí me transmiten magia, sensaciones. Mucha calidez. Y todas, absolutamente todas, me dicen algo. Al margen de eso, gracias a su simpatía, es muy agradable tenerla trabajando en tu boda. Recuerdo que la gente, al acabar, me decía: "Oye, un sitio precioso, la comida muy rica y la fotógrafa un encanto". ¿Habíais oído antes que los invitados dijeran eso? Yo no. Y desde luego eso es un lujo, porque no es agradable tener a alguien ajeno a ti, en tu boda, todo el rato por en medio, ¿no? Pues Sara es una mezcla entre que ni te enteras de que está, porque es muy discreta, pero a la vez es agradable que esté. Vamos, el binomio perfecto.

Como es así de simpática y repito, buena gente, se ofreció a hacerle unas fotos a Mollete. ¡Qué  suerte que tenemos! Así que ayer, por fin, llegó el día. Vino a casa y estuvimos juntos todos un par de horas mientras Mollete hacía monerías. Mollete no es tonta, y cala muy bien a la gente. Con deciros que a los 10 minutos ya no se quería separar de Sara, y que lloraba a moco tendido si ella salía de la habitación o nos la llevábamos a cambiar el pañal. ¡Menuda tragedia griega! Esa complicidad fue genial, porque facilitó mucho el poder hacer la sesión. Nos lo pasamos muy bien, reímos y también filosofamos y hablamos de cosas importantes. Fueron dos horas intensas. A ver si a la próxima podemos verla con su pequeño retoño. Un niño precioso de ya dos añazos.

Las fotos todavía tardarán un poco, porque Sara tiene mucho trabajo editando las fotos de sus prebodas. Seguro que son una maravilla, como siempre. Ya os enseñaré algo. Por el momento aquí os dejo un par de fotos de la tarde de ayer, y otra de nuestra boda, para que veáis las cosas preciosas que hace. Si os gusta la fotografía, os invito a pasaros por la página web de Sara Lobla. Y si no, pasaros también, que seguro que ahora os empieza a gustar.