Redes

                                                                                                       

Retomando el porteo gracias a Brazos y abrazos

domingo, 3 de marzo de 2013

Cuando nació Mollete, mi prima María José, que para mí es como una hermana, me regaló un fular para llevarla. No conocía a casi nadie que practicara el porteo, de modo que cuando me preguntó si prefería fular o bandolera, no supe muy bien qué decirle. Leí algo al respecto, pero a mí lo que me ayuda realmente son las experiencias directas. Me decidí por el fular, sin saber casi nada, porque sentí que me recogía toda la espalda por igual, mientras que la bandolera no agarraba simétricamente, sino que cargaba sobre un hombro. Y como suele dolerme la espalda, pensé que sería la mejor opción para mí.

La idea de llevar a mi bebé pegadito a mí, en lugar de a lo lejos en el cuco, me parecía extraordinaria. ¡Sería como estar achuchándola todo el día! Emocionalmente me parecía muy atractiva la idea, pero además era práctica: para ir y venir haciendo mis papeleos de la baja, para ir a la compra, o para hacer cosas por casa sin tener que separarme de mi peque. Además, al principio, cuando echaba un poco de menos mi barriguita, era como tenerla de nuevo, y podía colocar las manos del mismo modo que hacía antes... y eso me hacía revivir sensaciones muy bonitas que había estado teniendo antes de nacer Mollete.



Y así estuvimos los primeros meses de Mollete. En verano lo dejamos un poco, porque pasábamos mucho calor, y cuando llegó el otoño, me pareció que Mollete pesaba demasiado como para seguir usando el fular. Y como el papá se había comprado una mochila Babybjorn porque el fular era de chicas, pensé que cuando me resultara útil portearla cogería la mochila. Y eso hemos hecho en un par de ocasiones.

A pesar de haber dejado un poco de lado el porteo, este sábado acudí a una charla-taller organizada por Madresfera e impartida por Alejandra y Eva, de Brazos y abrazos, porque creí que tenía mucho que aprender. El taller fue en La bolsa mágica, una tienda preciosísima donde hay muchas cosas para los peques, y distintas actividades, todas muy interesantes. Echadle un vistazo.

¡Qué gran acierto haberme apuntado al taller! No solo porque le puse cara a mamis blogueras y conocí gente la mar de interesante y agradable, sino también porque nos contaron la cantidad de tipos de porteos que hay : fular elástico, fular tejido, bandolera, mochila ergonómica... cada cual tiene sus ventajas. Lo primero que saqué en claro : la mochila Babybjorn no tiene nada de ergonómica. ¡La primera en la frente! Y mira que  lo estuvimos mirando con calma, para no meter la pata con la compra de la mochila. Pero nos faltó haber asistido a un taller como el de este sábado antes de lanzarnos a la aventura. Ahora te das cuenta de lo mal enfocados que están en general los cursos de preparación al parto, puericultura y maternidad. ¡Cuántas cosas inútiles nos contaron!, y la de cosas que me hubiera gustado saber de antemano. Bueno, para ser justos, alguna cosa útil sí que saqué... pero si los hubiera organizado yo, con la información que tengo hoy en día, la cosa hubiera sido muy diferente.



Me di cuenta durante la charla de lo mucho que echaba de menos portear a Mollete. Y de que quería hacerlo durante mucho tiempo más. Así que al llegar a casa hablé con Papá Mollete de todo lo aprendido en el taller. Y le pareció estupendo comprar un nuevo chisme de porteo, así que nos metimos en la web de Brazos y abrazos. Mirando mirando nos surgieron preguntas y por correo se las hicimos. Eran cerca de las 11 de la noche de un sábado, y a los 15 minutos ya teníamos respuesta de Eva. ¡Estas chicas son maravillosas! Con su experiencia nos aclararó las dudas, y ya sabemos qué queremos comprar para seguir porteando a Mollete. Por supuesto, lo haremos en su web.

Y esta mañana he recuperado mi fular, que ha llevado a Mollete perfectamente. Hay que tener al bebé a la distancia de un beso, como nos dijo ayer Alejandra. Y así hemos hecho : ¡qué paseo más bonito y más tierno! Pudiendo mirar a mi niña a los ojos, dándole besos y jugando con sus manitas. Hablando de todo lo que veíamos por la calle, y lo que es más importante, sintiéndola junto a mí, casi siendo una. El cochecito de apoyo, por si algo fallaba, ha llegado vacío a casa del Abuelo Mollete.