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Las manos de los bebés

martes, 19 de marzo de 2013

Tengo que reconocer que las manos de los bebés me vuelven loca. Bueno, los pies también: estaría todo el día comiéndoselos a mi niña, y eso que ya empiezan a ser unos pinreles considerables y olorosos.   :)  Pero me centraré en las manos, por la importancia comunicativa que tienen. Esas manos que cuando nacen hacen movimientos sutiles, para luego transformarse en movimientos toscos cuando empiezan a controlar sus intenciones. Las manos de Mollete me volvían loca, no solo porque fueran las de mi hija, sino porque eran rollizas por todas partes: el antebrazo carnoso se juntaba a la mano regordeta, y como decían mis primos, parecía que llevara pulseras. Estaría todo el día dándoles besitos, mordisquitos y jugueteando con ellas... ¡Pierdo la razón con esas manitas!

Las manos son importantísimas en las personas. No solo sirven para coger objetos o señalar, sino para expresar otras muchas cosas: saludamos (hola, adiós), mostramos aprecio (con un par de palmaditas en la espalda, por ejemplo), mostramos comprensión y empatía (apoyando la mano en el hombro de nuestro interlocutor), amor (una caricia), insultamos (esas peinetas que algunos manejan con soltura), agredimos aunque no sea lo ideal (tortas, puñetazos), sanamos (¿quién no se lleva la mano automáticamente allí donde se acaba de dar un golpe?)... Las manos tienen un lenguaje propio, y para eso es necesario aprender.



Los bebés no saben de ninguna de estas cosas cuando nacen, pero van aprendiéndolo poco a poco. Es increíble cómo, incluso desde sus primeros días de vida, algunos no dejan de mover las manos, los deditos suben y bajan... y nos hacen mucha gracia porque ponen gestos que para nosotros significan mucho pero que para ellos están vacíos de contenido. A veces se frotan las manos, como avariciosos señores Scrooge. Otras parece que le están quitando importancia a lo que dices, moviendo la palma de arriba a abajo con un sutil movimiento de muñeca. Y cuando empiezan a agarrar cosas es también divertido, porque no calculan las distancias y parece que van algo bebidos


Sin duda alguna los momentos que más disfruto son cuando le estoy dando el pecho a Mollete. Incluso cuando está muerta de sueño y en un tris de caer dormida no deja tranquilas las manos. Muchas veces me hace caricias en las caderas o me da pequeños pellizquitos, como ahora mismo. Otra veces me pone la mano en la boca y yo me lío a darle besos. Es uno de los momentos que más me gustan. En otras ocasiones me agarra la nariz, como si me fuera a escapar, o de los labios. Da igual lo que ella haga: disfruto al máximo esos momentos de cercanía.