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Mollete viaja en metro

viernes, 1 de marzo de 2013

Ir en metro es un placer, que no suele suceder.
Con mi mami viajaré porque me gusta ir en tren.
Vamos de paseo, chu chu chu,
en un vagón nuevo, chu chu chu.
Vamos a la guarde, chu chu chu,
y no llego tarde, chu chu chu.

Pues recordando a Miliki comenzamos esta entrada sobre nuestro último viaje en metro. Antes de todo diré que, con la excusa de ponerle a Mollete canciones infantiles, compramos el otro día el disco de Miliki «A mis niños de 30». ¡Maaaadreeeee, cómo lo estoy disfrutando! Quizá he pecado de abuelismo, es decir, que he caído en aquello que todos juramos que no diríamos de «pues eso es mi época era mejor», pero es que las canciones de ahora no me gustan. Hay que reconocer que los niños se vuelven locos con Cantajuego y que no está mal, ¡pero Miliki es mucho mejor! Otro día podemos hablar de qué música le ponéis a vuestros peques.


Volviendo al tema (no sé cómo lo hago, pero siempre empiezo desviándome), hoy hemos ido a la guarde en metro. Ya es su tercer viaje en metro. Nos abrigamos bien, a sabiendas de que el metro es luego un cocedero y que casi hay que ir desnudo. Pero es que estos días hace un frío especialmente intenso en la calle...

Y nada, allá que vamos. A Mollete le encanta. Va con sus dos preciosos ojos súper abiertos, empapándose de todo, señalando acá y allá, diciendo hola a la gente... como la mayoría van todavía dormidos ni se enteran, pero ella insiste en saludar a todo el mundo porque es muy educada. Los que van despiertos no necesitan que Mollete salude para dedicarnos una sonrisa,y eso tan de mañana y en una ciudad como Madrid, donde casi todos van deprisa y a lo suyo, es un regalo maravilloso, que por supuesto hay que devolver.


En las 3 veces que hemos ido a la guarde en metro no me he cruzado con ni un niño porteado. Cierto que es muy normal que las guarderías estén cerca de casa o del trabajo de uno de los padres, de modo que no se hace necesario coger el transporte público. Hoy me he cruzado con una sillita de paseo. Pero nada más. No es habitual llevar a los peques a la guarde en metro. Y sin embargo cómo lo disfrutan.
Si son un poco mayores y tan impresionables como yo cuando era pequeña, les gustará pasar por la estación fantasma, la de Chamberí, entre Iglesia y Bilbao. Cuando de peque mi padre me llevaba al Museo del ferrocarril en Delicias, pasábamos por allí, y viajaba todo el primer tramo de trayecto sentada del revés para que no se me pasara la estación fantasma. Claro que entonces impresionaba mucho más, porque estaba abandonada de verdad e incluso había gente durmiendo allí. Ahora está reformada y hasta puede ser visitada, pero eso de que haya una estación por la que el metro pasa pero no para seguro que les llama la atención.

¡Así que os animo a que de vez en cuando les llevéis a alguna parte en metro! De verdad que les encanta. Miran por la ventanilla y alucinan viendo pasar la estación y con que luego se ponga todo negro... Además hasta los 3 años es gratis, así que un motivo más para aprovechar ahora.