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Si fuera

lunes, 30 de septiembre de 2013

Siguiendo la convocatoria de la Srta. Ruthenmeyer, voy a dar a conocer un poco más de mí con este Si fuera... Ella nos daba la posibilidad de hacerlo con otras frases, pero a mí me parece interesante coger las suyas para poder compararnos. Creo que puede ser más divertido.

Pues acá va:

Si fuera una estación sería el invierno. Primero porque me gusta. Me gusta el frío, la nieve y el poder echarme encima mantas hasta límites insospechados. Pero además porque creo que para muchas cosas soy muy fría. A veces demasiado. Parezco la Reina de las Nieves... Así que, aunque el otoño me parece la estación más bonita, creo que yo tendría que ser el invierno.

Si fuera un color, siempre diría que el morado. Aunque últimamente mi alma me pide más azul, porque me ofrece mucha paz.

Si fuera una flor sería un tulipán, sin duda alguna. Me encantan en general las flores que nacen de bulbos, como los jacintos o los narcisos trompeta. Pero me quedo con el tulipán, que encierra mucha belleza en más sencillez que los otros dos.

Si fuera un mes... mmmmm. Esto es más complicado... Quizá diciembre porque hace frío y alberga las fiestas que más me gustan: las navidades. Las disfruto como una enana y sé que en cuanto Mollete crezca un poco las volveré a vivir como cuando era niña :D

Si fuera una profesión... sería algo que pudiera hacer con mis manos. De esto me he dado cuenta tarde y ahora ya estoy hecha a mi profesión, que también me gusta. Pero creo que hubiera disfrutado más trabajando con mis manos.

Si fuera un animal... pues no lo sé. Me gustan en general los animales, pero no tengo pasión por ninguno en particular. Sin duda un mamífero, porque me identifico más con ellos. Quizá una pantera negra, como Bagheera. Sí, creo que me quedaré con ella.

Si fuera una prenda sería un gorro, porque me gustan. Me siento cómoda llevándolos y a la vez me dan calor en invierno y sombra en verano. ¡Útiles y cariñosos! Y me dan mucha seguridad.

Si fuera un perfume... pues no me gustan los perfumes en general. Si tuviera que elegir, algo que fuera fresco, que no empalagara. Algo ligero que pasara desapercibido, como me gusta a mí ir por la vida.

Si fuera un cosmético... madre, tampoco uso. Quizá un lápiz de ojos, para enmarcar una mirada, que lo dice todo. Mucha gente me ha dicho que yo con los ojos digo mucho: pues lo remarcaré, que hay mucha gente por ahí que no se da aún por aludida :D

Si fuera un cuento, sería La Reina de las Nieves. Ya he explicado porqué.

Si fuera un secreto... sería poca cosa.

Si fuera una joya... no me gustan. Así que me da igual qué podría ser, solo sé que elegiría algo que me hayan regalado desde el corazón.

Si fuera una actriz... difícil. No me gusta tener mitos de este tipo. Quizá me decantaría por alguna buena actriz que haya sabido envejecer y muestre ser sabia en esta vida. Meryl Streep sería una buena elección, quizá.

Si fuera un coche sería un escarabajo verde. Divertido y diferente.

Si fuera un libro sería El Señor de los Anillos: fantasía, magia, aventura, lucha, valores y preciosas descripciones. Lo disfruto cada vez que lo leo.

Si fuera una película... difícil elección... Un buen año. Me trae recuerdos de mi madre y de tiempos felices, y nos enseña a cómo hay que tomarse la vida... cuáles son las cosas importantes.

Si fuera un dibujo sería Peter Pan, el niño que no quería crecer. Ya no me ha quedado más remedio que aceptarlo, pero... ay, ¡lo que me ha costado!

Si fuera una chuche sería algo poco dulce. ¿Existe esa chuche? Algo que supiera quizá a vainilla... ¿Ideas?

Si fuera una canción... ¡me estoy dando cuenta de que canciones, libros y demás se me dan fatal! No puedo elegir una... Es que no sé... alguna de The Beatles, que ha sido el grupo que me enganchó desde pequeña, con el que aprendí a sacar las letras de las canciones en inglés. Quizá In my life, que expresa muchos de mis pensamientos y sentimientos recurrentes.

Si fuera un sentimiento, amor, puro y duro. Para repartir y para sufrir. Sufro mucho por amor, y no hablo solo de amor de pareja. Sufro porque quiero a mi hija también, y porque quiero a mi padre. Sufrí horrores porque quería a mi madre. Y así se escribe la historia de mi vida...

Imagen tomada de Design and harmony.

150 palabras: el estanque de frutas (armario, pez, pepino)

domingo, 29 de septiembre de 2013


Después de ordenar su armario, Sofía solía ir al estanque. Le gustaba chuparse los dedos después de meter la mano en el líquido porque era zumo de frutas: naranja y fresa. Pasaba muchas horas observando a los peces ya que eran todos muy curiosos. Había uno que se llamaba Pez Pepino, porque era largo y verde y tenía el morro más gordo que el resto del cuerpo. El Pez Escarola tenía el pelo rizado revoltoso y pasaba mucho rato en la peluquería del muelle intentando ponerse presentable. Pero nunca conseguía novia. El Pez Limón siempre estaba solo porque tenía un humor muy ácido que no gustaba al resto de los peces. El Pez Fresa era bipolar: a ratos dulce y amable, pero otras veces se comportaba igual que el Pez Limón. Y el pobre Pez Ciruela siempre andaba con retortijones. ¡Menudos personajes! Pero siempre se aprendían cosas nuevas de observarles.

La maternidad de la A a la Z: V de visto bueno.

jueves, 26 de septiembre de 2013


Y aquí está la lista de las cosas buenas que he ido recopilando desde que supe que estaba embarazada, para contrarrestar la lista de las cruces. Si no sabes de qué estoy hablando, lee esto antes de seguir.

Dar una V es dar un ¡hurra!, un ¡me encanta! y a la vez un gracias.

- V a mi chico, porque aunque ya sabía que sería buen padre me ha sorprendido con recursos que a mí no se me han ocurrido y que no pensaba que podrían ocurrírsele a él. Y por cuidarme tan bien como lo hizo durante todo el embarazo y por cómo sigue haciéndolo a día de hoy (¡espero que le dure! Qué cara que tengo...)

- Otra V para mi padre. Con él me pasa lo mismo que con Papá Mollete: sabía la ilusión que le hacía tener esta nieta, pero jamás imaginé el brillo que le aparece en los ojos cuando habla de ella y lo feliz que se pone cuando están juntos.

- Mi ginecólogo se merece otra V. Fue muy buen médico y buena persona. Supo no darle más importancia de la necesaria a mi polihidramnios (exceso de líquido amniótico que puede deberse a algún problema fetal, pero no necesariamente. En la mayoría de los casos no se encuentra explicación. Quizá algún día le dedique una entrada para que más mamás sepan de qué va, porque yo no encontré demasiadas referencias). Siempre tiendo a buscarle 5 pies al gato, a sacar lo malo de cada situación y no voy a negar que hubo días en que estaba convencida de que mi bebé venía con algún problema, pero su calma ante la situación me transmitió la suficiente confianza como para entender que lo lógico es que no fuera así.

- Quiero darle otra V a todos mis amigos, que no han desaparecido en el embarazo y maternidad (todos conocemos varios casos en que los supuestos amigos desaparecen cuando te conviertes en padre). Sobre todo a los de grupos en los que Mollete ha sido el primer bebé y en los que, de algún modo, desentonábamos. Han disfrutado con la situación y aunque el tipo de planes ha cambiado (por ahora), sabemos sacar el modo de seguir pasando ratos juntos y disfrutarlos. Supongo que también he tenido suerte de algún modo y la gente que no hubiera sabido sobrellevar esta novedad se cayó de mi equipaje unos años antes. ¡Y cómo me alegro de ello! Porque me sirve además para empezar a desligarme de un pasado que no termina de gustarme y que muchas veces me gustaría borrar. No os imaginéis cosas tremendas, pero es una época en la que no fui como yo soy de verdad y de la que de algún modo me arrepiento. Me gusta sacar lo bueno y quizá sin ese pasado no sería como soy hoy, y oye, en realidad ¡me gusta la Mamá Mollete que conozco! Pero por otro lado hubiera preferido que no fuera así... y tengo que reconocer que me está costando dejar de darle importancia y sacarlo también de mi maleta.

- Laura, mi fisioterapeuta en el período de la recuperación post-parto, se ganó otra V. Aunque como no tuve parto vaginal me evité varios de los problemas que podrían haber surgido de haberlo tenido, fue muy positivo conocer que existen fisioterapeutas de suelo pélvico que te ayudan a solucionarlos. Porque ojalá en el futuro pueda tener un parto vaginal y todo lo que aprendí con ella me será de gran ayuda, seguro. Vi que todo se puede tratar y solucionar, cuando muchas mujeres se resignan creyendo que son daños colaterales e inevitables del parto. ¡Nada de eso! ¡Más fisioterapia de suelo pélvico y menos Tena Lady, chicas! :D

- Otra V para los padrinos de la peque, porque la quieren con locura y se desviven por ella. Y sé que si algo nos pasa a Papá Mollete y a mí, la enana estará con las personas que mejor la van a cuidar.

- Una V enorme, ¡tan enorme tan enorme que podría ser una W!, para la niña de mis ojos. Por enseñarme una nueva dimensión del amor. Por su confianza en mí, porque se calma cuando está conmigo, porque se siente protegida cuando la abrazo. Porque me da un amor incondicional, porque me mira con ternura. Por sus miradas cómplices y su risa de alegría. Por sus caricias, sus besos y sus abrazos. Por enseñarme cosas nuevas cada día y ayudarme a ser mejor persona. Por haber aparecido en mi vida y hacerme sentir que ahora ya lo tengo todo y que solo por esto merece la pena vivir. Por permitirme quererla y hacer que mi corazón lata con más fuerza cuando pienso en ella o estamos juntas.

- Y qué leches, ¡me voy a dar una V también a mí! Porque todo el mundo dice que la peque es un encanto de niña, así que, por la parte que me toca, supongo que eso significa que no lo estoy haciendo tan mal para ser novata. 

La maternidad de la A a la Z: X de cruz.


Esta entrada de hoy va emparejada inevitablemente a la otra perteneciente a este diccionario y que también se publica hoy: la V, de visto bueno.

Tanto la V como a la X se refieren a los símbolos que solemos poner al lado de los elementos de una lista: una V para aquello que nos parece bien y una X para lo que no nos gusta y no queremos. Recomiendo empezar por lo malo, la X, para quedarnos con el buen sabor de boca que siempre aportan las cosas positivas.

Ahí va mi lista de cosas negativas que me han pasado durante mi embarazo y maternidad, o de las que me he dado cuenta en estos períodos:

- X a mi encabezonamiento en no leer nada de nada durante el embarazo. Sigo pensando que el embarazo y la maternidad son cosas naturales que al final nos salen de dentro y para las que todos estamos capacitados. Por eso no quería leer nada al respecto: estaba convencida de que sería capaz de hacerlo por mí misma y si no, llegado el caso, pediría ayuda y consejo a la persona que considerara más adecuada para ese problema particular. Y aunque estoy contenta con esta decisión en cuanto a la parte de maternidad y crianza se refiere, en las que he sido capaz de coger el rumbo que la naturaleza y el instinto me han ido mostrando (aunque ahora sí que lea para completar el conocimiento, pero una vez que mi instinto ha elegido el camino que quería llevar), no lo estoy tanto en cuanto al momento del parto se refiere. Mollete no quería nacer y a la semana 41 y 3 días me intentaron provocar el parto. Parece que no dilataba bien y el asunto acabó en cesárea. Quizá si me hubiera informado más hubiera sabido que el hecho de poner la epidural puede frenar el progreso del parto. Y quizá me hubiera percatado de que en el hospital tampoco me estaban dando suficiente tiempo para dilatar a raíz de las experiencias vividas por otras amigas (y estoy hablando de ausencia de sufrimiento fetal). Quizá sin esos dos factores mi parto hubiera progresado y Mollete hubiera venido al mundo por parto vaginal. No tengo pesar de que haya sido cesárea. Claro que hubiera preferido parto vaginal, por muchos motivos, pero es como se desarrolló todo y así lo acepto. Quién sabe, quizá sin la cesárea ni mi hija ni yo estaríamos ahora en este mundo porque aunque yo crea que el parto con más tiempo y sin la epidural tan pronto hubiera progresado, quizá no hubiera sido así.

- X al personal sanitario que me atendió tras el nacimiento de la pequeña. A mi ginecólogo, el que me llevó el embarazo, le pondré una V en la otra lista, pero no puedo hacerlo con las enfermeras y auxiliares que me atendieron en el hospital porque, aunque fueron siempre amables y de trato educado, me desanimaron con la lactancia. De entrada ya me dijeron que por tener el pezón plano no podría dar el pecho a mi hija más de 2 meses, si llegaba... No me desanimé, porque sobre ese tema sí había leído (lo que me reafirma en ponerme una X en no haber leído más sobre el parto), y salí dispuesta a ignorarlas. Pero el día que fui a urgencias por la subida de la leche (pequé de novata y aunque sabía que el pecho podía endurecerse me dio la sensación de que se ponía demasiado demasiado duro) la ginecóloga que me vio y la enfermera que estaba con ella volvieron, amablemente y de modo educado, a la carga con ese tema. A veces me dan ganas de pasarme por allí y decirles que con 19 meses mi hija y yo seguimos felices con nuestra lactancia y sin necesidad de usar las pezoneras que nos acompañaron en el primer mes y medio. No por venganza ni nada de ese estilo, no vayáis a malinterpretarme, sino para pedir que en lugar de minar la moral de las madres ofrezcan la ayuda necesaria para superar los problemas asociados a la lactancia, porque se puede lograr. Yes, we can! - que decía el "salvador" del planeta.

- Otra X para las personas que critican a las madres que dan el pecho cuando consideran que sus hijos son demasiado mayores.  No tienen ni idea de qué va el tema.

- Y otra X a las que critican a las mujeres que dan biberón a sus hijos, así porque sí, gratuitamente.

- X también para los que te miran mal y les molesta que no sigas sus consejos, que amablemente has escuchado, pero con los que no comulgas o no crees que sean los adecuados para tu manera de criar y educar a tus hijos. Los consejos no son obligaciones, son simplemente un parecer. Y se agradecen las buenas intenciones que tiene la persona que te los da, claro.

No me gusta remover mierda, que se dice. Supongo que siempre prefiero quedarme con lo bueno y por eso quizá ahora no sea capaz de añadir más cosas negativas a esta lista. Me voy a la lista de lo bueno para equilibrar la balanza.

Bugaboo cameleon: mi opinión.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Son 18 meses los que tiene ya Mollete y creo que tengo bastante experiencia tanto como con el Bugaboo Cameleon como con la silla de paseo, que es MacLaren. Dos productos con mucho nombre, de los que he obtenido una satisfacción totalmente diferente y opuesta.

En esta entrada trataré de plasmar mi opinión sobre el Bugaboo Cameleon. Y es sólo eso, una opinión de una persona que tiene sus propios gustos y manías; no es nada profesional ni técnica. Pero es fruto de la experiencia vivida.

¿Por qué nos decidimos por este modelo? Muchos amigos lo tenían y es cierto que se ve mucho por la calle. Lo suyo sería pensar que lo que abunda es porque es bueno, pero todos sabemos que a veces las modas nos dejan tontos y no pensamos. Por eso y porque éramos novatos y teníamos esa ilusión que te capacita para hacer una tesis doctoral en carros de bebé y lo que haga falta, miramos otros antes de decidirnos por este, que al final resultó un regalo.

Entre sus pros veo la manejabilidad: con una sola mano voy y vengo que da gusto. El cochecito gira sin apenas esfuerzo y puedo reconducirlo fácilmente por la senda correcta. Muchos pensarán que este dato es absurdo porque los carros se llevan con las dos manos, pero ¡ay, las situaciones que pueden darse en la vida! Yo he vuelto cargadísima de la compra, con un montón de bolsas pesadas, de modo que no me quedaban muchas fuerzas para ir manejando el carro. Recuerdo otra vez que llevé a la peque a la guarde y llevaba una mochila, dos bolsas cargadas en una mano y en la otra un cesto con un tronco de Brasil de mi altura. Aunque no os lo creáis es cierto. Y dentro de lo aparatoso de la situación pude llegar al coche bastante fácilmente, sin pegarme con el carro.

Otro pro es que es bastante ligero, o por lo menos a mí me lo parece. Fundamental a la hora de empujar y de cargarlo y descargarlo en el coche, que en mi caso eran varias veces al día. Son 9.6 kg, muy a la par que el Avio de Inglesina (9.5 kg) que tienen unos amigos y que nos ha sorprendido muy gratamente, algo más ligero que el Trío de Chicco y lejos de los 13 kg de algunos modelos de Bébécar, por poner algunos ejemplos. 

Para quien le guste el tema de la personalización, es muy personalizable, tiene muchos colorines y accesorios. A mi modo de ver esto no es importante, pero cada uno es un mundo. Y las opciones ahí están, para el que las quiera.


Otro factor que me impulsó a comprarlo es que una amiga me dejaba para el coche un Maxi Cosi que tenía adaptadores para el Cameleon. Un punto más a su favor.

El precio echa mucho para atrás. Sí no me equivoco, en España lo vende tan sólo un distribuidor, lo que le permite poner los precios que se le antojen, a mi modo de ver desorbitados. Pero cuando nosotros lo adquirimos lo vendían en una web holandesa, Baby trader, y con los gastos de envío incluidos nos ahorramos unos 300€. Esta página ya no lo trabaja y en el resto de productos no hay tanta diferencia de precio.

Un contra claro es que plegado ocupa mucho y se come el maletero. No me llamáis exagerada, que igual que os digo que sí que cabe en un Clio os digo que echa a perder el maletero de un Altea XL. Hombre, le puedes quitar las ruedas y la cosa mejora bastante, pero esto no es que sea una solución cómoda. Hay otros modelos que se pliegan más, dentro de que no puedes pretender que un capazo de pronto se minimice y parezca que no lo llevas en el maletero...

Hay gente que se queja de la mala calidad. Nosotros sólo hemos tenido problemas con la barra en la que se cuelgan los juguetes: se rompió el broche de uno de los lados, pero el servicio técnico funcionó muy bien. La única pega fue la tienda a la que pedimos que llevaran el recambio para recogerlo, que cambió de ubicación durante el proceso y no se molestó en avisar de este dato ni en avisarnos cuando llegó la barra. Tampoco cogían el teléfono. Fue muy molesto, la verdad, aunque finalmente conseguimos la barra. Pero Bugaboo funcionó muy bien. Por lo que vimos más adelante el tema de la barra debía de ser un problema de fabricación porque al cabo de los meses nos avisaron de que podíamos solicitar gratuitamente una barra nueva. Cosa que aprovechamos, faltaría más.

Como conclusión diré que de haber tenido que comprarlo a precios españoles supongo que no lo habríamos hecho a no ser que nos sobrara el dinero (y habría que verlo, porque a mí eso de pagar más porque sí... como que no me va), porque creo que en el mercado hay otras marcas muy competentes, con importes más bajos y con la silla del grupo 0 del coche incluida. Pero desde luego yo estoy muy contenta con el resultado.


Correr en libertad

martes, 24 de septiembre de 2013

Envidia es lo que siento cuando la veo correr, levantando sus pies más de lo debido, torpona, dejándolos de nuevo en el suelo sin medir la fuerza con la que los deposita. Echa a correr por el pasillo, la calle o el parque, y suena como si viniera toda una caballería, pero de elefantes.

No le importa a dónde va, ni cuánto tardará. Solo comienza a correr loca de velocidad, con el flequillo al viento, los brazos descontrolados o dejándolos atrás y una gran sonrisa de oreja a oreja. Se para, se pone la mano en la boca y echa una risita mientras se agacha tímidamente. Pone cara de pilla. Se gira y vuelve a levantar los pies para entregarse de nuevo a la carrera.

La envidio. Eso es libertad. La sensación de hacer las cosas por placer, sin preocuparse de nada más.



150 palabras: El bergantín justiciero (cordel, rumbo y brújula)

domingo, 22 de septiembre de 2013


¡Adelante, mis piratas justicieros! -gritaba con total convencimiento la Capitana Sofía, sosteniendo la brújula de latón que colgaba del cordel.

Un papagayo descarado canturreaba canciones piratas, martilleando la cabeza de todo el que iba a bordo. Con el rubio pelo al viento, la Capitana dirigía el bergantín a golpe de timón. Lo sujetaba con fuerza mientras inspiraba el húmedo aire que acto seguido empapaba sus pulmones. Disfrutaba con cada bocanada y saboreaba el olor mezcla de agua y de sal.

¡Rumbo a la Aurora Boreal! – indicaba a su tripulación. Es allí donde descansa el Caballero Don Lorenzo.

Os preguntaréis porqué Sofía quería llegar hasta allí. Pues bien: en los aposentos boreales se peina el Sol cada noche y sus rizos dorados y juguetones son recogidos por pizpiretas luciérnagas que los guardan en pequeñas cajitas de cristal con el fin de repartir su calor entre los corazones más tristes y fríos.