Redes

                                                                                                       

Pagar para que te respeten

jueves, 23 de junio de 2016

plan de parto, respeto
El Ministerio de Sanidad de España elaboró, hace ya algún tiempo, un modelo de plan de parto (que puedes descargarte aquí) para que la mujer pueda, según sus palabras:

expresar sus preferencias, necesidades, deseos y expectativas sobre el proceso del parto y el nacimiento. Disponer de esta información por escrito será de gran ayuda para el equipo profesional que atiende en el momento del parto, facilitará la comprensión del proceso y la participación activa tanto de la mujer como de su pareja o acompañante, y evitará tener que comunicar sus preferencias el día del parto, momento en el que el estado emocional y físico es más vulnerable y la mujer se halla centrada en el proceso vivencial.

A priori, cuando uno lo lee, puede pensar que qué necesidad hay de un plan de parto, si lo único que se pide es un respeto hacia la mujer y hacia el proceso del parto. Somos personas, nos relacionamos unos con otros cada día, y debiera ser siempre desde el respeto. Pero esta premisa, básica, falla. Falla en el día a día cuando intentas salir del vagón del metro y entran los de fuera avasallándote; falla cuando estás haciendo una entrevista de trabajo y al preguntar por el sueldo se ríen de ti en tu cara; falla cuando ningunean a tu acompañante por ser de un país sudaméricano. Falla... continuamente.

Pero no debería fallar, especialmente, en las situaciones habituales que se dan en un hospital o cita médica. Normalmente quien está ahí no lo hace por gusto y suele ser habitual que esté pasando un mal momento. En el caso de las embarazadas las cosas cambian un poco, porque no están enfermas, pero están sometidas a unos cambios hormonales que las hacen especialmente vulnerables. A eso hay que añadirle que están pasando por uno de los momentos más importantes de su vida en el que no rige (o no debería regir) el neocórtex, sino la parte más animal que llevamos dentro. Curiosamente, esta es otra de las contradicciones más llamativas relacionadas con los partos: el empeño en destacar, (tanto los médicos, como la sociedad, etc.) que una mujer embarazada no está enferma, incluso recriminándole seriamente que no debe quejarse (muchas veces incluso con una notable falta de respeto, nuevamente), pero súbitamente tratarla como tal al comenzar el parto, interviniendo en el mismo incluso yendo todo bien y sin complicaciones. Malditas ganas de controlar lo que no debe ser controlado. De domar lo indomable...

No es de recibo que a una mujer de parto se la menosprecie y no se dé importancia a lo que dice por el mero hecho de ser primeriza: está claro que no tiene ni idea de qué va esto. Olvidan que lo que una mujer hace es escuchar a su cuerpo, su verdadera guía. Ese del que quieren que desconfiemos, haciéndonos creer que solo un monitor es capaz de determinar cuándo estamos de parto. Al que le enchufan prostaglandinas u oxitocina sintética ya que no será capaz de dar a luz porque no sabe hacerlo o porque le pasa algo. No se le puede decir a una mujer que llega con contracciones frecuentes y fuertes que a ver si lo que va a haber pasado es que se ha imaginado que le dolían, cuando en realidad no era para tanto. Ni se le puede espetar en el expulsivo que no grite cuando ha sido ella la que ha elegido hacerlo sin epidural. O que no se puede gritar de esa manera por escandalosa... No nos permiten que el cuerpo se exprese como le salga de las entrañas para poder llevar adelante este proceso natural, tan bonito e intenso como es el parto. No dejan que la naturaleza siga su curso. Lo más alarmante es que algunas de estas perlas que recojo han sido dichas en hospitales públicos que se jactan de un parto respetado y de ser hospitales amigos de los niños. Ver para creer.

nacimiento, respetoY es que ya no solo buscamos un parto respetado desde el punto de vista de una intervención médica e instrumental limitada única y exclusivamente a los casos estrictamente necesarios. No. Para empezar queremos lo básico, que es el respeto a la persona. En el segundo embarazo tuve muy claro desde el principio que era fundamental el poder contar con personal sanitario que me respetara, a mí y a mi bebé. ¿Y qué tuve que hacer? Pagar. Pagar porque me respetaran. Porque de los hospitales públicos que tenía en mente por ser los aparentemente más respetuosos había oído historias de falta de respeto tremendas, de primera mano y de personas de confianza. Habrá personal maravilloso y no lo pongo en duda en ningún momento. Pero yo no me la quería jugar. Necesitaba que me aseguraran un entorno 100% amigable después de la experiencia del primer parto frustrado, y para ello tuve que soltar la pasta. ¿Pero qué ocurre con el que no lo puede pagar? ¿No tiene derecho a ser respetado?

Este plan de parto que se promueve desde el Ministerio de Sanidad no es, sin embargo, bien recibido en todos los hospitales. No es raro que miren raro a la mujer que lo entrega y que lo dejen en una esquina  porque, te dicen, aquí las cosas son como yo digo:

- ¿Por qué me está haciendo de nuevo un tacto si solo han pasado dos horas?
- Tengo que saber cómo vas. Es lo que hay.

Aclaro que respecto a los tactos vaginales la OMS recomienda que sean, como muy seguidos, cada 4 horas. Con ellos aumenta el riesgo de infección y se saca a la mujer de su parto. No es raro que en medio de un proceso de parto y tras un tacto u otro tipo de intervención médica (una simple visita del ginecólogo con 5 residentes, rompiendo la intimidad de la madre y del proceso culmen de su vida sexual), se paren las contracciones. Y es lógico porque ante una situación de este tipo se genera adrenalina, que es la antagonista de la oxitocina. Resultado: el parto se para. Además estos tactos por supuesto no tendrían porqué doler. He sufrido varios: diferentes personas, diferentes, manos, y unos han dolido muchísimo pero otros ni los he sentido. Y no iba ligado al tamaño de las manos ni a mi dilatación. Hay que querer hacerlo bien, con respeto, poner sutileza en lo que se está haciendo. Muchos se olvidan de que están invadiendo una zona muy íntima de la mujer y lo hacen sin siquiera avisar y sin importar el daño: es lo que hay. Aguanta y no te muevas. Pero los profesionales que llevan años en esto son perfectamente capaces de distinguir cómo va el parto sin necesidad de meter los dedos, porque ya de por sí es una medida subjetiva y con bastante error. Y es que si a una mujer o a una mamífera la dejas parir sola, le dará igual si está de 2 cm o de 5 cm, que aún así sabe lo que está pasando. Reconoce cuándo tiene ganas de pujar y entiende que el nacimiento está cerca. Malditas sean esas ganas de tenerlo todo controlado y ser ellos los que decidan qué es lo que tiene que pasar y cuándo, en vez de dejar a la mujer bailar sus contracciones y sentir su poderoso cuerpo. Y para más inri, desde la falta de respeto y menosprecio. ¿Cuándo os daréis cuenta del poder que tiene una mujer pariendo en salud? Ella sabe lo que hay que hacer.

respeto, nacimientoNo quiero que esto parezca un ataque a los profesionales médicos, porque no es eso, sino una llamada para que las cosas terminen de cambiar, ya que son muchos los sanitarios que luchan por ello día a día y tratan a las mujeres que van a dar a luz desde el profundo respeto. Por este motivo quiero hablar con mucho cariño de la Dra. Suárez, que me llevó el segundo embarazo, y de su equipo de matronas, que me trataron con cariño, respeto, paciencia. Respetando mi intimidad y de mi familia, mis ritmos, mis deseos. No me hicieron sentir culpable por cantar y gritar, ni de no querer más intervención que la precisa. Porque soy la primera que entiende que muchas veces la intervención médica es necesaria, y sin ella es posible que mi Punkita no hubiera nacido. Pero hasta ese momento me trataron maravillosamente bien (luego también, por supuesto), respetando mis deseos. Por eso también tuve la certeza, llegado el momento, de que cuando decidieron intervenir era porque no quedaba más remedio. Porque ese respeto que te ofrecen también te proporciona confianza en el personal sanitario.

Me entristece ver que incluso hay gente que afirma, totalmente convencida, que si el parto va bien te respetan en cualquier sitio, porque a ellos les ha pasado así en sus 3 partos. No entiendo esas generalizaciones tan gratuitas... Siento discrepar (¡ojalá no tuviera que hacerlo!), y no hay más que mirar la cantidad de experiencias que existen relatando todo lo contrario. Que hay que plantarse y ponerse firmes, me dicen. Claro, claro... por un lado, en muchas ocasiones ni así te hacen caso. Y por otro lado, ¿de verdad creen que ese es el momento para que la mujer se ponga firme? Muchas parejas que saben lo que la mujer que está dando a luz desea son los que luchan contra estas cosas, pero aún así, también pueden estar nerviosos. Cada cual lleva estas situaciones como sabe o puede, y no se debe exigir que todo el mundo reaccione del mismo modo. Por tanto, ¿no sería más sencillo que se respetara desde el principio todo el proceso, sin necesidad de tener que sacar la vena macarra?

Que no, que no... que falta mucho respeto y la solución no es comprarlo: es un derecho de todas las personas. Tendría que venir de serie, y más en hospitales públicos que presumen de respeto, como el Gregorio Marañón o el Puerta de Hierro en Madrid. Pero aunque las cosas estén cambiando, falta camino por andar. Aunque no dudo de que lo conseguiremos y cada mujer podrá parir como quiera: la quiera libre, libre. La que quiera muy controlada, sea. Pero siempre desde nuestra elección, la información y el respeto.