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Aprendiendo a comer sano 2

viernes, 8 de julio de 2016

azúcar
Pues nada, ya ha pasado una semana a lo tonto a lo tonto, desde que comencé el reto de aprender a comer sano durante el mes de julio. La verdad es que pensé que me iba a costar mucho más, pero lo cierto es que ha sido muy fácil, salvo un día en que de repente tuve un mono de azúcar muy grande. En parte lo achaco a que tuvimos una noticia médica no demasiado buena y en seguida vuelven a mí fantasmas que me desestabilizan. Y eso se une a que básicamente soy comedora emocional, lo que da como resultado que en momentos de tristeza, de bajón, de nervios... recurra a la comida para calmarme. Lo peor es que ni mucho menos me calma, así que sigo comiendo tratando de lograr esa paz... que no llega nunca. Y así ocurre que, aunque soy capaz de mantenerme en un peso durante un tiempo sin apenas esfuerzo, de pronto se me cambia el chip y cojo 3 kilos sin apenas inmutarme. Así que el mono de azúcar del otro día lo achaco a eso. Lo pude superar porque llevo toda la semana usando sustitutos del azúcar que me permitieron darme una pequeña alegría más dulce. A mí eso de acostumbrarme a un té o un café sin algo de dulzor.... no puedo. Lo he logrado con la manzanilla, pero el resto es demasiado amargo para mí, así que necesito algo que me dé el pego. Y he estado usando toda la semana azúcar de abedul, también conocido como xilitol. Así que el día que me entró semejante del mono pude darme el lujo de tomarme un té con azúcar integral. En realidad no estaría contradiciendo ninguna de las condiciones que me impuse en este reto, ya que el azúcar integral no aporta calorías vacías, sino otros nutrientes necesarios. Pero bueno, a pesar de eso decidí tomar en el día a día azúcar de abedul para intentar hacerme menos dependiente del azúcar. Así que esta decisión me vino genial para pasar el mono.

azúcar abedul, xilitolY ya que estamos hablando del xilitol, seguro que os preguntáis qué tiene de beneficioso, ¿verdad? Como su propio nombre indica está extraído de la corteza del abedul y es totalmente natural. Se usa tradicionalmente en Finlandia. Una de sus ventajas es que parece ser que no es muy amigo de las bacterias, ya que no fermenta en la boca, así que la placa bacteriana no se desarrolla tan feliz como con el azúcar, y además no provoca caries. Nutritivamente hablando tiene un 40% menos de calorías que el azúcar, y un índice glucémico también más bajo. ¿Qué quiere decir esto? Resulta que cuando tomamos los alimentos la cantidad de glucosa en sangre va aumentando poco a poco a medida que se digieren y asimilan los almidones y el azúcar. Esta velocidad depende del tipo de alimento y viene representado por un número, que es el índice glucémico o glicémico. Lo ideal es que esta liberación sea lenta. De hecho los diabéticos el problema que tienen es que no pueden afrontar subidas rápidas de glucosa en sangre, porque no pueden segregar insulina en grandes cantidades. Pero es que esta tampoco es la situación ideal aunque no se sea diabético. ¿Por qué? Aunque seamos capaces de producir suficiente insulina, las células no pueden quemar adecuadamente toda la glucosa de modo que se activa el metabolismo de las grasas y comienza a transformarse en grasa. Por eso es ideal tomar alimentos que tengan un índice glucémico no muy elevado. Además, cuando segregamos demasiada insulina, ésta hace que el azúcar desaparezca de la sangre haciendo que caiga por debajo de lo normal, provocando que nuestro cuerpo quiera ingerir más hidratos para arreglar ese problema, y terminamos entrando en un círculo vicioso. Como ejemplos, la glucosa tiene un índice glucémico de 100, el pan blanco de 69,  azúcar blanco 59, la miel 55, patatas fritas 51, pan de centeno integral 42 (¿veis la ventaja de tomar alimentos integrales?), peras 34, fructosa 20, el azúcar de abedul 7 (¡es apto para diabéticos!).

Su apariencia es como la del azúcar blanco, pero tiene un poder endulzante un poquito más bajo: con la misma cantidad queda un poco menos dulzón, pero suficiente para mi gusto. Además aporta una sensación refrescante muy curiosa y agradable. Yo lo compro en una tienda de productos ecológicos, pero seguro que lo podéis encontrar en herbolarios. La marca que yo uso es NaturGreen. Lo malo es que no recuerdo el precio. Desde luego es más caro que el azúcar, pero creo que merece mucho la pena su uso. 

Hay que tener cuidado porque un abuso puede provocar diarrea. De hecho, si os fijáis en algunos chicles y gominolas que lo llevan, advierten de este problema en la caja.

Y bueno, como os digo, salvo ese pequeño bache, he pasado la semana bien y he comido de cantidades lo que me pedía el cuerpo. No he pasado nada de hambre, palabra de honor. Porque he cuidado mucho el comer cereales integrales siempre de desayuno, bien en forma de copos o bien en forma de pan. De ese modo he pasado la mañana estupendamente tomando solo una pieza de fruta a las 12. Y he cenado pronto, sobre las 19 o las 20, aprovechando que cenaban las niñas. ¿Y cuál es el resultado? Pues estoy muy contenta, porque sin pasarlo mal peso algo menos, algo más de 1 kg. Además he notado que me he deshinchado mucho, así que está claro que estaba reteniendo líquidos. Obviamente si sigo así esta no va a ser la progresión y voy a ir mucho más lenta, pero es que no tengo ninguna prisa. Quiero afianzar el comer sano, y que eso vaya trayendo los resultados que sean. Así que, tras una semana de reto, estoy muy muy contenta.