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¿Pero cuándo ha crecido esta niña?

martes, 28 de mayo de 2013


Estamos en ese momento en que, de repente, te das cuenta de que tu niña está creciendo. ¿Cómo es posible que haya habido este cambio de golpe, si estoy con ella día a día? Misterios de la vida... pero de pronto un día te das cuenta de que ha crecido, se hace mayor, porque ahora extraña a mamá. Se da cuenta de que puedes irte, pero no es tan consciente de que vayas a volver... La semana pasada no era así, pero ahora no quiere bajarse de los brazos de mami. Y si me voy a la cocina, protesta. Y cuando vuelvo a casa del trabajo, se lanza a por mí.


Ahora ha comenzado a dar besos y abrazos motu propio. Te sonríe, se acerca y te da un besito sonoro. A continuación te abraza. Y podemos estar así un ratito, balanceándonos tranquilamente. Ya no soy solo yo quien la busca. Ella también me necesita. Y eso hace que se me hinche el corazón... Cada vez es más personita y, aunque echo un poco de menos al bebé, me encanta que interaccione más conmigo, que razone como lo hace. Que baile conmigo, me haga cosquillitas e incluso me vacile. Que me lleve a los sitios, se ría conmigo y comparta conmigo que acaba de ver una urraca en el parque.

Menuda fuente inagotable de experiencias y sentimientos, esto de la maternidad.

150 palabras: El plan más dulce del mundo

domingo, 26 de mayo de 2013

Sigilosamente, como un ladrón a punto de comenzar su robo maestro, Sofía se acercó a la cocina. Miró a un lado y a otro: no había nadie alrededor. Ni parecía que nadie se fuera a acercar. Por el ojo de la cerradura comprobó que no hubiera nadie dentro: la nevera con el imán nuevo con forma de tulipán rojo, la encimera con los tarros de especias y el tostador, y al fondo la mesa de madera con el preciado botín: un tarro de miel de la finca de la abuela.

¡Era ahora o nunca! Abrió deprisa la puerta, que le pareció pesadísima,  atravesó corriendo la cocina dando zancadas, se encaramó a la silla para llegar al bote y abrirlo, y metió el dedo índice hasta el nudillo.

No había tiempo de saborear allí la victoria. Volvió corriendo a su cuarto y sentada en su cama degustó el sabor del triunfo.




La maternidad de la A a la Z: Y, de Yonotehepedidoconsejo

jueves, 23 de mayo de 2013



Eres madre primeriza. Asumes que no tienes ni idea del tema. Pero asumes, asimismo, que la naturaleza es sabia, y que hay cosas que se llevan dentro. Lo podré hacer mejor o peor, dudaré muchas veces, pero seguro que soy capaz de sacar esta situación adelante. Al fin y al cabo me he embarcado en esta aventura de la maternidad, junto a Papá Mollete, y estamos seguros de que entre los dos lo sabremos/podremos llevar.

Lógicamente nos rodean muchas personas que ya han pasado antes por esta experiencia: madres, tías, amigas de los padres, amigas nuestras... y pongo el sexo femenino porque, por lo menos a mí, las que siempre me suelen dar consejo son las mujeres. Pero bueno, puede haber un caballero consejero, ¡por qué no! Y de manera general, todos los comentarios y consejos son bien recibidos, hasta que... ¡Hasta que te tocan las narices!

Hoy voy a sacar a la mami guerrera y, por qué no decirlo, protestona que llevo dentro. No son pocas las veces en que las personas que te dan esos consejos lo hacen con un aire de suficiencia que tumbaría al mayor elefante. Prácticamente no te dan opción a contestar para intercambiar impresiones porque, no, te has equivocado: aquello no era un consejo, ¡era una clase magistral! ¿Y te la querías perder, chata?

Soy de las que piensa que de todo se aprende. Incluso aprendes a qué no quieres hacer: puff, pues si has hecho eso, viendo cómo han salido tus criaturas, prefiero abstenerme de probarlo... Por tanto, me gusta escuchar a la gente, aunque sepa que, probablemente, no esté de acuerdo con ella. Pero todo tiene su límite: ¿no se dan cuenta, a la tercera, de que no opinas igual que ellas y que porque insistan de manera tan pesada y desagradable no vas a cambiar de opinión? Por lo menos que no se molesten y te censuren con la mirada cuando comentas que, no solo no vas a probarlo, sino que estás completamente en contra de lo que esa persona te dice.

Uno de los momentos más embarazosos fue en la época en que, dada la edad de Mollete, había que enfrentarse al tema de irse a dormir. Como he dicho varias veces en este blog, al principio no quería leer nada de nada, quería hacerlo todo un poco según me fuera surgiendo. Y cuando por fin definí a grandes rasgos qué tipo de madre quería ser, de hablarlo con mi pareja y decidir cómo queríamos llevar la educación de nuestra hija, fue cuando me puse a leer para completar mis desconocimientos. Tras empaparme de artículos, entradas de otras madres, talleres, etc, decidimos que no queríamos ni oír hablar del método Estivill. Siempre desde el respeto a los padres que decidan aplicarlo. Es una de mis máximas: aconseja sabiamente (de nuevo vuelve a aparecer aquí mi primera palabra, Sofía) y respeta la decisión que los demás tomen. Así pues, podré debatir con quien le apetezca sobre los pros y los contras de este método; diré porqué no quiero usarlo y escucharé encantada porqué otros sí quieren emplearlo. Creceremos como personas y todos tan felices.

Pero ¡ay!, cuando un familiar te viene con el libro de este hombre como regalo... Lo primero, sonrisa. Es un detalle, y hay que ser agradecidos. Luego te explican lo bien que les funcionó a ellos. Tú escuchas, sin interrumpir. Que te den toda la información que ellos crean necesaria. Y a continuación dices que, aunque leerás por supuesto el libro (como así hice) no estás de acuerdo con ese método y no crees que lo vayas a emplear. Entonces ya viene la mala cara. Esa mirada de: ¡pero mira que eres boba! Y una blanda. A los niños hay que llevarles con mano dura desde el principio. Así aprenden a dormir ellos solitos. Tú argumentas que crees que no; que lo que aprenden es a callarse y no protestar, y que tú no quieres que tu hija aprenda esa actitud de sumisión. Y ahí va la segunda mirada reprobatoria. Y te insisten, para que eduques a tu hijo como ellos quieren que sea...

Y es habitual que este tipo de encontronazos no sean momentos aislados. Sino que primero discrepas de un tema, luego, con esa misma persona, de otro. Y de un tercero. Ella debe pensar que eres una mala madre. Pero tú, visita tras visita, demuestras que tu hija no te está saliendo ni tan torcida, ni tan caprichosa como ellos pensaban. Es más, mucha gente incluso te felicita por lo buena que es la niña. Pues ya... a base de amor. Se ve que a veces funciona.

Además, y sobretodo al principio, te quieren aconsejar de toooodo toooodo. Y tú lo que necesitas en ese moemnto es tiempo para conocer al nuevo miembro de la familia, ir evaluando tus dotes como madre; en definitiva, haciéndote a la situación. Y no estar acordándote de todos y cada uno de los consejos que te han soltado en plan metralleta, uno tras otro: ratatatatatatatá. Y ello siguen erre que erre, porque habitualmente los primeros días van a tu casa, y mientras tú estás manos a la obra dando el pecho, cambiando un pañal, o sacándole los moquitos, ellas están ahí, evaluando cada paso y corrigiendo cada fallo. Los inspectores de hacienda a su lado son unos blandos.

Y claro, como los encontronazos y momentazos "consejeros" suelen ser repetidamente con 2 o 3 personas, cuando ya las ves acercarse o sabes que te tocará verles pronto, te invade un sentimiento que no he sabido denominar, salvo como yonotehepedidoconsejo. Por una vez estate callada y déjame seguir tranquilamente a lo mío...

Yo no sé si me pongo tan intransigente porque, al no haber podido compartir con mi madre esta aventura de la maternidad (ya me habría gustado) he tenido que ir lidiando yo sola con cada problema que iba apareciendo y haciéndolo a mi manera. Bueno, sola sola no, que menos mal que tenía a mi lado a mi amiga  del alma, María (juntas desde los 2 años, ¡ahí es na!) y a mi tía Ajo. Pero vamos, el día a día de las primeras semanas ha sido bastante DIY, jajaja.

¿Os ha pasado esto también? ¡Seguro que sí! ¿A que esta vez no he transmitido tanta paz? Jajajaja.

Galletas de bebé

lunes, 20 de mayo de 2013

Para la fiesta del bebé que le hicimos a mi prima decidí amortizar los moldes que compré para el bautizo de Mollete. Queríamos regalar un pequeño detalle y mi gran amiga María me recomendó hacer galletas y decorarlas. Así que compré unos moldes con motivos de bebés, y siguiendo una de sus recetas (las cuelga en un blog dedicado a la cocina, que os recomiendo que visitéis: Quiero ser como Martha, por Martha Stewart) nos dedicamos una tarde a hacer galletas y decorarlas. Fue un proceso duro porque hicimos entre ella, mi prima y yo 150 galletas. Decorarlas es duro... porque lleva tiempo. Pero esta vez necesitaba menos galletas, así que me lancé de nuevo al proyecto.

Los ingredientes para esta receta para unas 40 galletas grandes son:

Para las galletas

- 250 gr de mantequilla a Temperatura ambiente
- 250 gr de azúcar glas
- 1 huevo xl a temperatura ambiente
- 650 gr de harina tamizada
- 1 chorrito de leche
- aroma al gusto
- moldes para cortarlas. En esta ocasión usé cortadores con motivos de bebés.
                   
Para el glaseado
- 400 gr de azúcar glas tamizado (debe ser comprado, no sirve el hecho con termomix)
- 2 claras de huevo (Pasteurizadas son las ideales, de las que venden en Mercadona)
- Media cucharadita de cremor Tártaro
- Aroma al gusto (en mi caso, de cereza)



Yo prescindí del cremor tártaro, porque no les quedaba en la tienda en la que suelo comprarlo. Y no es imprescindible. Así que si no tenéis a mano, no os preocupéis. Con él, las galletas quedan más brillantes, pero vamos... no es necesario.

Para la receta de las galletas, aquí. Y para la del glaseado, acá.

Las galletas las hice una tarde. Como lo ideal es que se enfríen bien antes de pintarlas, las dejé hasta la tarde siguiente, momento en que empecé a decorarlas. Para ayudarme vino también mi amiga Andrea, con la que ya hice la tarta de pañales.


Del glaseado hay que sacar dos texturas diferentes: una más espesa, tipo pasta de dientes, para pintar los bordes y los detalles, y una algo más líquida, tipo cola, para rellenar. Para esto iremos añadiendo el azúcar glas poco a poco hasta lograr la textura adecuada. Luego separaremos pequeñas cantidades y lo teñiremos de los colores que nos apetezcan para ir decorando ayudados de unos biberones. Boquillas más pequeñas para los bordes y detalles, y algo más gruesas para colorear. Aunque el grosor va ya según el gusto de cada uno. Por encima podemos añadir también virutillas de colorines o cualquier cosa que se nos ocurra. Y nada, si se tiene todo no queda más que lanzarse a pintar.



Ya por último, yo las metí en paquetitos, de dos en dos, para darlas en plan detalle. Les coloqué una tarjetita que decía "Bienvenida, Paula". Y este fue el resultado. ¿Os animáis a hacerlas? ¡Están bien ricas!

150 palabras: Mami siempre está ahí (nido, colegio, extraño)

domingo, 19 de mayo de 2013

Sofía estaba sentada en el césped del parque, que de repente se llenó de niños que salían del colegio. Se había quedado embobada mirando un nido solitario en las ramas del castaño. Oía piar a unos pajarillos, como locos, y no parecía que su mamá estuviera cerca... A Sofía esto le pareció extraño porque su mamá siempre estaba con ella, y no podía entender que los polluelos anduvieran solos. Se preguntaba qué les pasaría, porque no paraban de protestar. Cuando se levantaba a contárselo a su mamá para ver si podían ayudarles, apareció mamá pájaro con un montón de gusanos para alimentar a los pequeños. De pronto se hizo el silencio mientras los pollitos llenaban sus barrigotas. Ya le parecía a Sofía que la mamá no podía fallarles. Relajada, corrió al lado de su mami, le dio la mano regordeta, y volvieron a casa, donde le esperaba una rica cena.

Tarta de pañales

viernes, 17 de mayo de 2013

Ya os comenté en una entrada anterior que le hicimos una fiesta del bebé a mi prima. Uno de los regalos que le hicimos fue una tarta de pañales, porque creíamos que era algo útil que iban a usar seguro. Como el presupuesto nos quedaba un poco justo, decidimos hacerla nosotras, que somos unas valientes, y estirando estirando el dinerillo hicimos una tarta de lo más aparente. Bueno, digo hicimos, pero la gran artista fue Andrea, que tiene mucha imaginación y es una manitas.

Esto también nos permitió ambientarla un poco en un tema que a ella le gustara. Como la mami es bióloga y su pasión siempre fueron los animales, nos fuimos a Tiger y compramos 10 marionetas de dedo con forma de animales y un flamenco rosa la mar de mono. Todo esto por 14€. Si es que esta tienda tiene de todo por 4 duros... Me encanta Dinamarca por muchas cosas, ¡¡pero esta es una más!!

Además resulta que el flamenco, además de ser tan vistoso, mueve el cuello mientras canta una canción que parece tirolesa. Sí, ya lo sé... ¿qué tiene de tirolés un flamenco? No es un chiste ni una adivinanza...

Para la base de la tarta lo fundamental eran los pañales. Compramos 134 pañales, aunque al final usamos solo 112. Decidimos hacerla de tres pisos. Andrea cortó una base de cartón marrón, sobre la que pegó un cilindro grueso de cartón alrededor del cual fuimos colocando los pañales.


A la hora de lanzarnos a hacer la tarta no pensamos en cómo íbamos a ir poniéndolos... no queríamos ponerles celo para aguantarlos hechos un rollito, por si se rompía el pañal a la hora de abrirlo. Como Andrea tiene a mano mil materiales, deshizo una esponja de redecilla de las de IKEA, que resultan ser una tira larga. La pusimos alrededor del cilindro y mientras yo la mantenía tensa para sujetar los pañales que habíamos colocado dentro, ella iba metiendo más pañales. Luego atamos la redecilla y cubrimos todo el lateral con papel marrón. Elegimos el color marrón por similitud a los árboles, y por salir de los típicos rosa y azul de casi todas las tartas. Ya que podíamos elegir...


Repetimos esta misma operación en el segundo piso. En el tercero ya no había cilindro central de cartón, simplemente varios pañales atados con otra redecilla.


Una vez obtenida la tarta en sí comenzaba la decoración. Las marionetas de dedo las enganchamos en unos palos de madera de balsa que pintamos con rayitas marrones para simular árboles, y las colocamos entre los pañales del piso bajo.

Sobre los pañales del segundo piso colocamos algunos elementos que iban a serles útiles a los papis en la higiene y vida diaria del bebé: un chupete, un chupete dispensador de medicinas, unas tijeritas de punta redondeada, una lima, un cortauñas, un cepillo y un peine. Tuvimos mucha suerte y Andrea tenía papeles simulando pieles de animales: cebra, leopardo, tigre... y los envolvimos en ellos para luego colocarlos sobre los pañales del segundo piso.

Por último, en el último, sentamos al flamenco cantarín. Además añadimos unas letras que hizo en cartón Andrea, formando el nombre de la nena. ¡Y lista! No fue tan difícil, ahorramos dinero, nos reímos un rato, y así nos ha quedado una tarta de pañales diferente.

¿Qué os parece?