El Ministerio de Sanidad de España elaboró, hace ya algún tiempo, un modelo de plan de parto (que puedes descargarte aquí) para que la mujer pueda, según sus palabras:
expresar sus preferencias, necesidades, deseos y expectativas sobre el proceso del parto y el nacimiento. Disponer de esta información por escrito será de gran ayuda para el equipo profesional que atiende en el momento del parto, facilitará la comprensión del proceso y la participación activa tanto de la mujer como de su pareja o acompañante, y evitará tener que comunicar sus preferencias el día del parto, momento en el que el estado emocional y físico es más vulnerable y la mujer se halla centrada en el proceso vivencial.
A priori, cuando uno lo lee, puede pensar que qué necesidad hay de un plan de parto, si lo único que se pide es un respeto hacia la mujer y hacia el proceso del parto. Somos personas, nos relacionamos unos con otros cada día, y debiera ser siempre desde el respeto. Pero esta premisa, básica, falla. Falla en el día a día cuando intentas salir del vagón del metro y entran los de fuera avasallándote; falla cuando estás haciendo una entrevista de trabajo y al preguntar por el sueldo se ríen de ti en tu cara; falla cuando ningunean a tu acompañante por ser de un país sudaméricano. Falla... continuamente.