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150 palabras: el vestido blanco (letra, vestido, caja)

domingo, 6 de marzo de 2016


No habían entrado nunca en un desván. Aquel olía a pasado, papel y madera. La luz del sol entraba cálida por la ventanuca. Sobre el rayo solar se veían danzar ligeras motas de polvo que no sabían dónde posarse definitivamente.

Al fondo había una caja de cartón grande, entreabierta, con una letra grabada sobre la tapa: S. Sofía y Elena no pudieron aguantar la curiosidad y la abrieron con mucha delicadeza para no romperla. Descubrieron dentro un hermoso vestido blanco.

Sofía decidió unilateralmente que esa S se refería a su nombre y que por tanto el vestido le pertenecía. Lo más curioso de todo es que efectivamente era de su talla.

En cuanto lo tuvo puesto le vinieron a la cabeza una sucesión de imágenes nítidas de paseos por la orilla de un río, tardes pintando en el jardín de aquella casa… ¡era un vestido mágico! ¿Qué más le contaría?



Cómo es una prueba de provocación de alérgenos

jueves, 3 de marzo de 2016

Mucha gente me pregunta cómo ha sido la provocación de leche de la peque. Así que os lo voy a contar. Pero por lo que he podido hablar con otras mamás durante sus provocaciones, es que depende bastante de dónde te lo hagas, y quizá incluso del médico que te lleve. Como todo. Pero supongo que, groso modo, podréis haceros una idea con cómo fue la nuestra.

La provocación con alérgenos es un episodio por el que pasan casi todos los alérgicos a alimentos y medicamentos. Debe realizarse en un entorno de total seguridad porque, aunque se pretende hacerla con suficiente suavidad como para que no se produzca una reacción fuerte, cada cuerpo es un mundo y no se sabe cómo va a reaccionar el enfermo. De ahí la importancia de realizarla en un entorno hospitalario. Desde luego, si yo fuera, no aceptaría realizarla fuera de un hospital.

Niña perdida en un centro comercial

martes, 1 de marzo de 2016

Toda mi vida llevo pecando de excesiva en temas de seguridad. Algunos dirían que incluso de paranoica. Cuando era una jovenzana que salía hasta altas horas de la madrugada temía el momento de volver a casa. Si iba en metro, pasaba un mal rato desde la boca de metro hasta el portal. Miraba para todos lados, apretaba el paso y andaba a mucha velocidad. Incluso algunas veces iba por el centro de la calzada para evitar sustos innecesarios de sombras en rincones o portales. Mis soportales no me daban tampoco ninguna seguridad, con la gran colección de columnas que tenían. Y entraba al portal deprisa y corriendo y pendiente de todo. Si llegaba en taxi no lo pasaba mejor, porque desconfiaba de todo el mundo, incluido el taxista.

Pasaron los años paranoicos y fui madre. Traté de no ser excesiva con mis hijas, y la verdad que en cuestión de evitarles caídas, sustos o malos ratos, no peco de exagerada. Se tienen que caer y les ayudaré a levantarse; se tienen que asustar y estaré a su lado para superarlo... pero reconozco que sigo sin fiarme de nadie. Y llamadme loca, pero cuando digo de nadie es DE NADIE. Pensad en el extremo y acertaréis. Y ahora podéis llamarme loca, exagerada y todo lo que se os pase por la cabeza.

Nuestra primera provocación

jueves, 25 de febrero de 2016


prueba-provocacion-leche
Las provocaciones con el alimento alérgeno son un paso inevitable en la vida de un alérgico. Hace un par de semanas le tocó a mi peque. La verdad es que estaba muy confiada cuando acudimos a la provocación con el huevo, porque teníamos sospecha de una alergia que, afortunadamente, quedó en nada. Pero allí vi a un peque con APLV no mediada como la mía que se puso malísimo vomitando sin parar a las dos horas de haber ingerido la leche. Y aquella escena minó mi moral. Fue una tontería, y lo sé. Porque lo que le suceda a una persona ¡nada tiene que ver con lo que le suceda a otra! Pero en aquel momento mi mundo happy flower quedó a un lado y empecé a ser consciente de que quizá nuestra provocación no saliera bien.

Así que al final acudí el día de la cita con bastante miedo. Para empezar fue un infierno porque la peque, que no había tomado nunca antes leche directamente, rechazó de pleno el nuevo sabor. A eso le unimos que es de mal comer. Y que la leche la toma de la teta de mamá: no quiere saber nada de biberones. De vasos sí, pero solo para el agua. Vamos, que no había manera de colársela... así que tuvimos que estar a jeringuillazo limpio. No nos quedaba otra. Ella lloraba y yo no quería mirar, porque me sentía la peor madre del mundo haciendo eso. Pero ¿qué opción tenía? Teníamos que salir de dudas de alguna manera porque esta alergia no da la cara ni en piel ni en sangre. 

Galletas de Navidad: Heisesand

jueves, 17 de diciembre de 2015

Seguimos desaparecidos... después del viaje a Munich hemos tenido que visitar bastantes médicos, tanto de la mamá y como de la peque. De ella sospechábamos de una alergia al huevo que se acaba de confirmar. Parece ser bastante leve y aún andamos pendientes de los resultados en sangre para ver qué estrategia llevar. Pero por el momento no va a tomar nada de huevo. Así que andamos de arriba para abajo como locos.

Como ya sabéis, estuvimos de viaje por Alemania. Allí es muy típico hacer un montón de galletas diferentes durante el período de Navidad, las Plätzchen. Algunas de esas galletas llevan muchas especias, pero otras son  realmente muy sencillas.

La receta que os traigo hoy es de las sencillitas, unas plätzchen llamadas Heidesand: pocos ingredientes, rápidas de hacer, y que a mí me han gustado mucho. Durante este viaje fuimos una tarde a hacer galletas a casa de una amiga que lleva viviendo allí ya muchos años (¡cómo pasa el tiempo de rápido!), porque es algo muy típico por esos lares en estas fechas. Ella hace la receta tradicional, sin cambiar ingredientes, claro, y asegura que usando mantequilla quedan unas galletas jugosísimas que se deshacen en la boca. Pero parece ser que este punto lo pierden un poco al emplear margarina, aunque yo las he hecho y me han gustado también mucho.

Adornos para el árbol

viernes, 11 de diciembre de 2015

Todos sabemos que un árbol de Navidad es un atractor natural para los más pequeños de la casa. Con esos colores, esas luces... ¡¡lama tanto la atención!! Que cómo vamos a evitar que metan mano y lo redecoren todo o se lo lleven a la boca los más pequeños.

Cuando nació Mollete, como no había pensado en eso (tengo que reconocerlo), compré deprisa y corriendo cuatro cosas que no se rompían, de plasticucho y bastante feas, las cosas como son. Al año siguiente me pillaron las prenavidades recuperándome en casa del aborto de mi querido Garbancito. En esos momentos necesitaba estar entretenida en algo y comencé a hacer adornos ligeros, irrompibles y que a mí me parecían bonitos, de modo que pudiera ir sustituyendo poco a poco los horribles adornos de plástico por estos otros: bolas de corcho blanco recubiertas de telas de colores. Sobre las bolas de corcho dibujé a lápiz una serie de líneas que conformaban un diseño geométrico. En realidad se puede hacer el dibujo que más te guste, pero una tiene una mente muy cuadriculada y tendía a hacer motivos geométricos y simétricos. Una vez pintados, sobre esas líneas pintadas se hacen con un cúter unas rajas que van a servir de soporte a la tela. En cada fragmento de la bola se coloca una tela que la recubra, quedando ésta sujeta dentro de las rajas que han sido hechas previamente. Es una manualidad muy fácil y se puede hacer incluso con los niños. Os enseño alguno de los modelos que he hice en sus momento:

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Corona de Adviento

martes, 1 de diciembre de 2015

¡Ya ha comenzado el Adviento! Este domingo pasado fue el primer domingo de Adviento. Ya os enseñé nuestro calendario, aunque he de confesar que aún tengo paquetitos vacíos, peeeeero eso no lo sabe nadie. ¡Así que guardadme el secreto!

corona-adviento
El otro elemento que nunca falla en casa es la corona de Adviento. Siempre la preparaba con mi madre con muchísima ilusión. Cada año cambiábamos el diseño y era emocionante pasearnos por las tiendas buscando inspiración. Muchas veces comprábamos cosas nuevas, y otras muchas -la mayoría- tirábamos de lo que ya teníamos. Unos años era en tonos blancos, otros en rojos, verdes y marrones -los colores típicos de la Navidad-. Recuerdo una vez que la hicimos llenando con garbanzos un molde de bizcocho con forma de rosquilla grande. Añadimos una ramas de pino del campo y las 4 velas y quedó precioso y sencillo. Solíamos usar 4 velas, pero alguna vez usamos una gorda central y alguna otra una vela de Adviento que mi madre traía de sus viajes a Alemania, porque ella era profesora de Filología Alemana, y realizaba bastantes viajes a aquel país. Si usáis una de estas velas cada día tenéis que encenderla un rato, hasta que se consuma hasta el ńumero inferior, de modo que vamos llevando la cuenta atrás. Si en su lugar tenéis 4 velas, el primer domingo se enciende solo una durante un rato, y se acorta un poquito. El domingo siguiente se enciende esa y otra más, el mismo ratito, y cada una se acorta un poco más. Las velas van disminuyendo en escala. Y así hasta el último domingo de Adviento.