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150 palabras: El bergantín justiciero (cordel, rumbo y brújula)

domingo, 22 de septiembre de 2013


¡Adelante, mis piratas justicieros! -gritaba con total convencimiento la Capitana Sofía, sosteniendo la brújula de latón que colgaba del cordel.

Un papagayo descarado canturreaba canciones piratas, martilleando la cabeza de todo el que iba a bordo. Con el rubio pelo al viento, la Capitana dirigía el bergantín a golpe de timón. Lo sujetaba con fuerza mientras inspiraba el húmedo aire que acto seguido empapaba sus pulmones. Disfrutaba con cada bocanada y saboreaba el olor mezcla de agua y de sal.

¡Rumbo a la Aurora Boreal! – indicaba a su tripulación. Es allí donde descansa el Caballero Don Lorenzo.

Os preguntaréis porqué Sofía quería llegar hasta allí. Pues bien: en los aposentos boreales se peina el Sol cada noche y sus rizos dorados y juguetones son recogidos por pizpiretas luciérnagas que los guardan en pequeñas cajitas de cristal con el fin de repartir su calor entre los corazones más tristes y fríos.



¿Cómo está Aroa?

viernes, 20 de septiembre de 2013

Hola a todos,

esta entrada no tiene más que un propósito informativo. Muchos me preguntáis por Aroa y me pedís que os cuente cómo va. Parece que el último medicamento que quedaba (los 5 anteriores no hicieron nada, solo daño) está funcionando. Hace unos días fueron a la revisión al hospital y esto es lo que contaba Aroa por boca de Inma, su mamá:


¡Hola a todos! ★☆★

Tengo bueníiiiiiiisiiiiiimaaaaas noticias: la analítica ha salido perfecta ,el electro también y han echo un frotis del hickman; estamos esperando que lleguen los resultados en dos o tres días. Los médicos se han puesto muy contentos de que coma tres papillas diarias, me han bajado la parenteral y me han alargado el tiempo de parada. Mis médicos están asombrados de mi mejoría pero también han advertido a mamá de que puede haber algún pasito para atrás, hay que estar pendientes.... pero aún así mis papás están CONTENTÍSIMOS... ¿y vosotros?

Son muy buenas noticias. Desde luego hace 9 meses la pequeña estaba ingresada y los médicos les daban pocas esperanzas. Hoy por hoy, aunque aún queda un largo camino, Aroa va mejorando y la familia junta ha comenzado una nueva vida en Madrid. Siguen necesitando ayuda, pero el solo hecho de que las cosas vayan mejor hace que se enfrenten al día a día con otro espíritu. Da gusto ir a visitarles A CASA y verles un brillo nuevo en los ojos, y no la tristeza que antes les tenía invadidos. Todo va mejor, ¡¡y mucho mejor que seguirá yendo!! El sábado 14 de septiembre Aroa cumplió un año, algo que sus padres llegaron a dudar que fueran a ver, y ¡¡aquí está!!

Y ya sabéis, si queréis saber de primera mano cómo sigue Aroa, o si queréis echarles alguna mano (siguen necesitando ayuda), visitad su página web AQUÍ.


¡¡ENHORABUENA POR LOS AVANCES, FAMILIA!!

SOS: ¡Se me escapa el niño del arnés de la silla del coche!

La primera vez que Mollete sacó los brazos del arnés de sujeción de la silla del coche pensé que sería algo puntual y que no sería tan habitual que los niños hicieran eso. Pero en cuanto le echas un poco de tiempo en internet y entras en blogs y foros de padres ves que es algo muy habitual. Me pareció un tema interesante como para tratar en el Iron blogger de Y papá también, y aquí está.

La verdad es que les entiendo perfectamente (a los niños, me refiero), porque no es nada agradable estar ahí aprisionado pegado al respaldo, cuando lo que quieren es incorporarse para mirar por la ventanilla, que es lo que hace principalmente Mollete. Pero lo que no me entra en la cabeza es que las diferentes marcas que hay que fabrican estas sillas de auto no hayan sido capaces de superar este problema y les parezca algo tan normal. Porque si cerca del 70% de los niños lo pueden hacer es que hay algo que falla en el diseño.


Da más rabia cuando te has gastado bien los cuartos en adquirir una silla de las que aparecen como seguras en las listas del RACE y similares: típica búsqueda padre-novato-preocupado que navega por internet horas y horas para buscar la solución a sus problemas, uséase, nosotros. Se hablan maravillas de Römer. Varios amigos estaban muy contentos con sus sillas, y como nos parecen gente cabal y con dos dedos de frente les hicimos caso y tras las horas de navegación 2.0 nos decidimos por esa marca. Y bueno, ya sé que no es problema de Römer en particular sino de casi todas las marcas de sillas en general.  En fin, que nos lanzamos a por una Römer Safefix, que por supuesto presenta este problema del escapismo infantil. Como es habitual en nosotros lo compramos en Amazon, donde los precios de los trastos infantiles son muchos más decentes de los que se gastan en España. De verdad de la buena, incluso con gastos de envío incluidos la mayoría de las veces merece la pena. Vale que depende del aparato en sí, pero nuestra silla costaba  por aquel entonces como 410€  es España y la compramos por 333€. Y oye, es un ahorro... Tanto que para un regalo posterior en abril del año pasado operamos del mismo modo... Ahora creo que están algo más baratas en España.


Una vez localizado el problema me puse a darle al coco y en mi mente apareció una solución muy sencilla que tenía que funcionar, pero antes de ponerme manos a la obra y emplear tiempo y poco dinero, y por casualidades de la vida, di con un aparatejo que prometía resolver mis problemas. Lo estudiamos bien y cierto es que aparentemente tenía los ingredientes para evitar que Mollete escapara del arnés. El asunto se llama 5 point plus. Es un trozo de tela reforzada que se pone por la espalda y se engancha a los tirantes del arnés por detrás y se enrolla por los tirantes de delante dejando solo un pequeño hueco para sacar los brazos, de modo que el niño no puede escapar de allí. Así dicho no os he aclarado nada, ¿verdad? Lo mejor es que veáis una foto:



¿Mejor? Como idea es muy ingeniosa y tiene que funcionar bien en la mayoría de los casos. Si os interesa podéis conseguirlo en Eureka kids por 40€ la talla 1 (18 meses hasta que cumple 3 años) y 36€ la talla 2 (3 años hasta que cumplen 5). Pero para nosotros tampoco sirvió, porque los tirantes de nuestra silla tienen una parte muy gruesa que no se puede cambiar de posición y el velcro del 5 point plus no se llega a cerrar, de modo que Mollete se salía igual. Al principio pensé en llevarla al circo como la nueva Houdini, pero luego me di cuenta de que poniéndoselo tan abajo como yo había hecho para que el velcro pudiera cerrar ella nuevo tenía muuucho espacio para salir de allí.

Total, que tuve que retomar mi idea casera primitiva, que no es más que una tela que se cierra con velcro por debajo, algo así:



Esa es la versión 1.0. Más simple que el mecanismo de un botijo, pero ahí está, que la niña ya no se me escapa. Y más económico. Bien de velcro para cerrar, y ¡¡listo!! Ahora la adornaré un poco viendo que funciona, por aquello de que sea algo más mono, pero vamos, eso ya no influye en absoluto en la eficiencia de la solución.

La maternidad de la A a la Z: Z de zenit

jueves, 19 de septiembre de 2013

Hoy no puedo comenzar de otra manera que no sea haciendo referencia a Miriam, nuestra anfitriona de esa casita morada que nos acoje siempre con un abrazo. Son unos días duros para ella y desde aquí quiero mandarle un abrazo grande, mullido y cariñoso. ¡Ohana, amiga!

La palabra que he elegido hoy es zenit. En parte porque sigo con mi empeño de quitarme las letras difíciles, pero lo cierto es que siempre me gustó. Estuvo muy presente a lo largo de mi carrera. Yo soy fí­sica y me especialicé primero en astrofísica y luego en geofí­sica (se ve que me daba pereza comenzar a trabajar). Cuando estudiaba las asignaturas de astrofí­sica era muy común hablar del zenit, que la RAE define como (bueno, en realidad te remite a cenit o cénit, pero la primera vez que lo vi escrito fue con Z y me sedujo: ¡una palabra que puedo escribir con z cuando corresponde con c! ¡qué chulo!):

(Del m. or. que acimut, por error de transcripción de los copistas).

1. m. Astr. Intersección de la vertical de un lugar con la esfera celeste, por encima de la cabeza del observador.

2. m. Punto culminante o momento de apogeo de alguien o algo. Está en el cenit de su gloria.

Imagen tomada de www.elcielodelmes.com

Bueno, no puedo afirmar categóricamente que esté en el momento más alto y más importante de toda mi vida, porque espero que me quede mucho por vivir, pero desde luego hasta ahora yo lo siento así. Estoy haciendo lo más maravilloso que una persona puede hacer: educar y criar a su hijo. Y me siento grande, gorda y alta, por el orgullo que me da ser madre de mi hija; por el amor que me da cuando echa sus brazos y me pide que la coja; por la dulzura con la que me acaricia cuando mama. Y por supuesto quiero más, me encantaría tener otro polluelo si a la madre naturaleza le parece bien. Supongo que entonces sentiré que he alcanzado un nuevo techo.

Y muchas veces, en esta materno-tarea, estoy más perdida que un pulpo en un garaje: son ya 18 meses pero sigo siendo novata y primeriza. Cada vez confío más en lo que hago y en mí misma, pero no faltan ocasiones en las que un consejillo es bienvenido. En esos casos suelo recurrir a mis amigas, pero en otras tantas ocasiones me siento y miro hacia arriba (de nuevo el zenit) buscando la mirada de mi madre, un susurro celestial que me dé pistas de por dónde ir. En ocasiones, aunque esté mirando al cielo, tengo la mirada perdida, desenfocada, porque estoy evocando e imaginando cómo se habría enfrentado ella a esa situación. Y normalmente acabo llorando, y paso de mirar al cielo a mirar al suelo (en astronomía el punto opuesto al zenit es el nadir, que es otra palabra que me parece preciosa, y que quiere decir homólogo), como si el mirar hacia abajo fuera a protegerme de las miradas curiosas, cuando en realidad nadie va a verme llorar, porque en estos momentos de búsqueda de inspiración suelo estar sola.


El zenit está relacionado también con la alegría. Hacia arriba me lanzo con los brazos extendidos y dando palmas cuando Mollete hace algo nuevo o cuando corrige algo que hizo mal. Ella se emociona y por supuesto que también se lanza hacia las alturas, imitando a mamá y mostrando que ella también está contenta por su pequeño gran logro. Subo extasiada como si tuviera un cohete en el culo por los avances de mi cachorra, que me parecen de premio Nobel. Supongo que maternidad y objetividad son dos palabras que están un poco reñidas...

Así que ha quedado demostrado: el zenit es un lugar muy importante para una madre. Por supuesto, en cuanto tenga ocasión, esa madre colocará en el zenit, por todo lo alto,  a sus hijos y sus hazañas, porque ellos son los más grandes, los más guapos y los más listos. ¿Que no?


Maleta de recuerdos

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Hoy he querido participar en la Maleta de recuerdos de Terenya. Estoy triste porque no he podido prepararlo bien, tan solo unas fotos como recuerdo del verano... Para la próxima edición haré algo mucho más trabajado. ¡Lo prometo!

Nuestra primera parada fue Santander. Recuerdos de años pasados, de juegos de infancia, de risas de la familia, de noches largas disfrutando de la compañía de los demás, de olor a mar y a rabas, de calma, paz y desconexión. En definitiva, de una terapia maravillosa para el cuerpo, la mente y en esta ocasión también para el alma.




La segunda etapa del viaje fue Biarritz. Un viaje corto porque Papá Mollete se puso malo y había que reponerse para reincorporarse al trabajo. Pero fueron unos días de disfrutar de los amigos y de las pequeñas. Siempre es agradable pasar unos días en compañía de Mamá y Papá Cacahuete y de Cacahuete :D




Por último, un verano más volvimos a Lamonzie-Montrastuc, cerca de Bergerac, en Francia. Es un sitio para conectar con mi madre de una manera especial. Allí tuvimos nuestro último verano como una feliz familia antes de que la sombra de la recaída del cáncer nos cubriera. Fueron 7 días muy intensos donde saboreamos cada minuto de la vida, pues veníamos con la lección bien aprendida después de unos meses de sufrimiento. Vivimos y sentimos más cosas en 7 días que en muchos años de nuestras vidas. Y cada verano que volvemos es recuperar la conexión con todo lo vivido.





150 palabras: El embrujo del duende narizotas (piedras, flores, palo)

domingo, 15 de septiembre de 2013

Sofía esperaba encontrar, al girar tras el sauce llorón, el montón de piedras de colores que indicaba que iba por el camino correcto. Se apoyaba en su gran palo porque le ayudaba a caminar. En la mochila había metido un bocata de queso y tomate y una gran cantimplora de agua para reponer fuerzas.

Tenía que llegar a la casa de caramelo y jengibre antes de la media tarde para poder salvar a sus amigos: el unicornio de cristal, el hada de las flores, el mono trompetista y el papagayo con manos. Si no llegaba a tiempo podrían desaparecer para siempre por el embrujo del duende narizotas, que tenía envidia de ellos porque eran siempre muy alegres.

Pero no aparecían las piedras y la noche cerrada se echaba encima. Tenía miedo, corría, la angustia le empezaba a invadir… y menos mal que mamá le llamó para ir a la guarde.

La maternidad de la A a la Z: E de empatía

jueves, 12 de septiembre de 2013




Escribo esta entrada el último día de julio, con la tragedia del accidente del tren Alvia aún muy reciente. No hace ni una semana. Lo publico ahora, en septiembre, porque ha habido parón vacacional en el diccionario de la maternidad de Verónica Trimadre a los 30, pero nos va a dar la oportunidad de publicar más de una entrada cada día de carnaval para que todos podamos acabar nuestro propio diccionario, y así poder recuperar si no hemos podido publicar alguna semana o hemos repetido letra (sí, algunas somos así de listas...).

Ya lo sabéis, pero lo recordaré por si hay alguien que se haya perdido algún capítulo: perdí a una buena amiga en el accidente. Por supuesto sentí muchísima pena y lloré por ella (tras pasar el estado de shock de "esto no puede ser; no ha pasado"). Pero lo curioso es que, además del dolor por su pérdida, enseguida pensé en su madre. La empatía se apoderó de mí y no podía dejar de pensar en lo destrozada que estaría y en lo sola que se quedaba.

Todos somos conscientes de que enterrar a un hijo no es natural y de que debe de ser dolorosísimo. Hay personas que nunca se recuperan de semejantes golpes. Cualquiera de estos casos es muy duro. Pero yo pensaba en particular en esa madre que había sido abandonada por el padre de su hija cuando nació, dejándola sola. Esa mujer luchadora que hizo lo divino y lo humano (como cualquier padre normal hubiera hecho) por sacar a su hija adelante y que tuviera una vida feliz y sin carencias. Y esa madre entregada, de pronto, recibe un zarpazo de la vida, que decide que su hija debe irse. Y es tremendo el dolor desgarrador que me invade, el sufrimiento, rabia y desesperación, y lo peor es que soy consciente de que no será ni un 10% de cómo lo tenga que estar pasando ella. Así que eso me hunde aún más.

Fue tremendo ir al funeral... no nos conocíamos de nada, pero le dije quién era y fue ella la que me contaba cosas de mí misma. ¡Cuánto le había hablado E. de mí! Menuda muestra de amor me estaba dando mi amiga, incluso después de fallecida. Pero yo me fijaba en esos ojos que estaban vacíos,  que veían sin mirar, como buscando algo, tal vez un motivo, que no iba - ni va - a encontrar nunca. Me sentí ella, como madre. Nos fundimos en un abrazo, reconfortante para ambas, y con eso quedó todo dicho. 

Desde que somos madres nos ponemos inmediatamente en el lugar de las otras, sabemos por lo que están pasando y lo que necesitan en determinados momentos. Me parece una fuerza de unión maravillosa, aunque a veces lo que remueva sea dolor y llanto. Ahí está en especial nuestro Ohana, expresión extrema de este sentimiento de empatía, y del que me siento más orgullosa cada día de formar parte. ¡Gracias a todos por estar ahí!