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150 palabras: El embrujo del duende narizotas (piedras, flores, palo)

domingo, 15 de septiembre de 2013

Sofía esperaba encontrar, al girar tras el sauce llorón, el montón de piedras de colores que indicaba que iba por el camino correcto. Se apoyaba en su gran palo porque le ayudaba a caminar. En la mochila había metido un bocata de queso y tomate y una gran cantimplora de agua para reponer fuerzas.

Tenía que llegar a la casa de caramelo y jengibre antes de la media tarde para poder salvar a sus amigos: el unicornio de cristal, el hada de las flores, el mono trompetista y el papagayo con manos. Si no llegaba a tiempo podrían desaparecer para siempre por el embrujo del duende narizotas, que tenía envidia de ellos porque eran siempre muy alegres.

Pero no aparecían las piedras y la noche cerrada se echaba encima. Tenía miedo, corría, la angustia le empezaba a invadir… y menos mal que mamá le llamó para ir a la guarde.