Redes

                                                                                                       

La maternidad de la A a la Z: K de kiwi

jueves, 5 de septiembre de 2013


Y aquí estamos, recuperando letras, gracias a que Verónica es más maja que las pesetas.

Bueno, esta palabra tiene mucho sentido en la historia de mi maternidad. Y es ahora cuando empiezan las preguntas de porqué...

Lo primero que pensará mucha gente es antojos, ¿verdad? A esta pobre mujer, en las noches en que no encontraba posición para dormir, le entraba una tremenda necesidad de comer kiwis. ¡Y para colmo amarillos! El pobre Papá Mollete se levantaba en busca de una tienda 24h que tuviera kiwis y... ¡¡Nada de eso!! La verdad es que no tuve ni una sola mala noche. Bueno, solo una. Pero no fue ni al tercer mes de embarazo. Y fue mala solo porque me desperté ¡¡del hambre que tenía!! Eso no me había pasado en la vida... Y es que además tampoco tuve ningún antojo. Lo cierto es que tuve un embarazo de lujo. Lo único que cambió es que cada día tenía un poco más de barriga y que algo se movía dentro. ¡Y no era el hambre!, jajaja.

Imagen de http://www.blup.fr

Descartados antojos... ¿qué podrá ser? ¿Se referirá al pajarraco ese que vive en Nueva Zelanda? El apteryx (no confundir con Astérix, que ese es el irreductible galo. ¡Cómo me gustan esos cómics!) es un pájaro del tamaño de una gallina que ni vuela ni tiene casi alas. ¡Pues vaya timo de pájaro! Es originario de Nueva Zelanda, como ya he dicho, y su nombre, la palabra kiwi, viene del maorí, que es el idioma de los indígenas de esas islas, que también se llaman maoríes (a los que, por otra parte, impresiona muchísimo verles bailar la haka -¡señor, cómo me estoy yendo por las ramas en esta entrada!-). Como iba diciendo, kiwi es una onomatopeya del canto de este pájaro. Por las fotos que voy colgando ya muchos sabéis que me fui de viaje después de casarme a Nueva Zelanda (también sabéis lo poco que me gusta llamarlo viaje de novios o luna de miel). Allí habría tenido la oportunidad de ver kiwis... ¡¡y no vi ni uno!! No quise ir a granjas a verlos. Sé que perdí la oportunidad, pero yo y lo de ver animales en cautividad... lo llevo muy mal. Así que el kiwi-apteryx tampoco tiene cabida en esta historia.

Imagen de Catai Tours

Y bueno, veamos a qué se refiere la palabra kiwi...

Desde que nos casamos, e incluso un poco antes, Papá Mollete y yo teníamos muy claro que seríamos padres en cualquier momento, cuando decidiese llegar. Mucha gente dice que necesita vivir un tiempo en pareja, disfrutar de esa nueva etapa... y yo lo respeto y me parece estupendo, pero a los dos nos picaba el gusanillo de la paternidad mucho muchísimo. Además nuestros amigos ya iban teniendo hijos y nos parecía que nos apetecería más participar en sus planes si nosotros también teníamos niños.

No habíamos podido casarnos antes por la enfermedad de mi madre, así que de algún modo llevábamos algo de retraso respecto a lo que nos hubiera gustado hacer en nuestras vidas y por eso no queríamos tampoco posponer más el tema de los hijos. Además me conozco y soy más vaga que la chaqueta de un guardia y plenamente consciente de que cuanta más edad tuviera, menos paciencia tendría con los churumbeles.

Y nada, la verdad es que fue visto y no visto, quiza por esa tranquilidad de que llegara cuando quisiera: la enana vino a la primera de cambio. La cuestión es que cuando decíamos para cuándo nacería la peque, la gente echaba cuentas y nos preguntaba si era kiwi. Para los que lo desconozcáis, a los nativos de Nueva Zelanda se les llama también kiwis (además de neozelandeses). De hecho, para hablar de la fruta, dicen kiwi fruit, porque la primera acepción es para las personas. Así que es aquí donde entra la palabra kiwi en la historia, porque nos hicieron esa pregunta muuuchas muchas veces. 

¿Y la respuesta? Pues la respuesta, para decepción de la audiencia, era que no. Que es una chula de cabo a rabo.