En casa nos gusta pensar en verde. Y no me refiero ni a la marca de cervezas que se nos ha venido a todos a la mente, ni a temas sexuales. Sino a aportar nuestro granito de arena durante nuestro día a día para cuidar de nuestro planeta y no expoliarlo.
Está claro que una de las acciones que se nos vienen a la cabeza a bote pronto es la compra ecológica, sobre la que la mayoría opina que es demasiado cara para sus bolsillos. Lamentablemente esto es cierto a día de hoy. Es una pescadilla que se muerde la cola, ya que no descenderán los precios hasta que su consumo se generalice, pero la gente no introduce alimentos ecológicos en su dieta porque son muy caros. Yo propongo hacer una selección de productos que merece más la pena que sean ecológicos. Por un lado nos lo agradecerá el planeta, pero por otro la salud. Y no será tan caro como hacer una compra 100% ecológica. Por ejemplo, las verduras de piel gruesa o cáscara están más protegidas de pesticidas y todos los productos más o menos tóxicos que se emplean en agricultura, y por tanto dará un poco más igual si la fruta es ecológica o no (en cuanto al tema pesticidas se refiere). Así que lo que podemos hacer es comprar de vez en cuando alguna fruta de piel más fina o que comamos entera, como pueden ser las fresas. Desde luego, en cuanto a sabor, las fresas que yo he probado están muchísimo más ricas que cualquier fresón que encuentro en los supermercados. Es como estar comiendo una gominola pero con todos los beneficios de la fruta. Así que una primera medida puede ser esta: añadir algún producto ecológico a nuestra cesta.
Imagen de Jeffrey Deng