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El drama de los niños sirios refugiados, y de tantos otros.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Me llega una y otra vez la foto del niño sirio muerto en una playa de Turquía. Ha naufragado como otros tantos sirios, como otros tantos emigrantes. Lo más lamentable, como otros tantos niños. Parecemos anestesiados a las oleadas de tragedias que cada día suceden en el mundo y que se asoman por la pantalla de nuestro televisor a la hora de las noticias. Y necesitamos una imagen tan fuerte como esta, tan trágica, para hacernos despertar por al menos un rato. De pronto recibimos una bofetada en toda la cara y en toda la conciencia. ¿Qué está sucediendo, por favor? ¿Cómo puede permitirse esto?

Lo sé. Ninguna vida vale más que otra. Pero no es justo que los niños sean víctimas de las decisiones y malas políticas de unos adultos corrompidos, obsesionados por el poder y la riqueza. Los niños tienen derecho a vivir y a crecer sanos y felices. ¿Quiénes somos nosotros para cortarles así la vida?

Imagen original de Daria Nepriakhina
La Convención sobre los derechos del niño tiene una validez internacional. Este texto fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. No hace ni 30 años. Demasiado reciente... cuando los niños siempre han importado. Pero ya no hay excusa. Tenemos un texto de 54 artículos que puede resumirse en 4 puntos fundamentales. Vamos a recordarlo, a ver si entre todos hacemos examen de conciencia:

  • La no discriminación: todos los niños tienen los mismos derechos.
  • El interés superior del niño: cualquier decisión, ley, o política que pueda afectar a la infancia tiene que tener en cuenta qué es lo mejor para el niño. 
  • El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo: todos los niños y niñas tienen derecho a vivir y a tener un desarrollo adecuado. 
  • La participación: los menores de edad tienen derecho a ser consultados sobre las situaciones que les afecten y a que sus opiniones sean tenidas en cuenta.

Es un instrumento jurídicamente vinculante. No es moco de pavo.  ¿Y de qué está sirviendo? ¿Cuántos gorbiernos y banqueros lo usan como papel higiénico para limpiarse sus partes pudendas? ¿Cuántas personas que no ven más allá de sus narices, porque no les interesa, lo pisotean día tras día para llegar cada vez más alto? ¿Cuántos somos cómplices comprando productos que han sido fabricados por niños esclavos, que viven en la más absoluta miseria cobrando un sueldo irrisorio e insultante para ayudar a sus familias, igual de abandonadas que ellos?

Este niño se ha convertido en el símbolo del drama de los refugiados sirios. Y como ellos, muchas más personas, muchos más niños, en otros países en guerra, con hambruna, con enfermedades tratables.

Sé que no soy la única que, al ver la foto, ha llorado y ha corrido a abrazar a sus hijos. Ha imaginado en sus carnes cómo se sentiría si eso les sucediese a ellos, y se ha roto de dolor. De un dolor que no se aproxima ni mínimamente a lo que estas personas, personas como tú y como yo, están padeciendo. Como yo habéis sentido la impotencia. La crueldad. El desgarro del corazón. La rabia y la ira, claro que sí. Os habéis fijado en sus cuerpecitos, su boca, su nariz y sus ojos. En sus manos regordetas y curiosas que se mueven inquietas para tocar y descubrir el mundo que se abre ante ellos. ¿Y qué mundo es este? ¿De verdad queremos mantenerlo así para ellos? ¿Cuándo vamos a reaccionar? ¿Cuándo vamos a remediar todo esto?

LA HUMANIDAD HA NAUFRAGADO

‪#‎KiyiyaVuranInsanlik‬